INVESTIGACIÓN
Stock de carbono en el suelo: una ganancia para el ecosistema agrícola
Es un elemento clave de la materia orgánica del suelo. ¿Cómo se logra sumar carbono al sistema? ¿Qué impacto productivo y ambiental se obtiene? Desde INTA Sáenz Peña están llevando a cabo ensayos para responder dichas preguntas.
El carbono (C) en el suelo es el indicador por excelencia de la buena salud del mismo. La materia orgánica, cuyo uno de sus componentes principales es el carbono, es lo que sostiene todos los procesos biológicos, químicos y físicos del suelo. Esta materia es alimento para todos los microorganismos, es lo que articula las partículas de arcilla-limo-arena y eso mejora la estructura del suelo como ser la porosidad y la aireación del mismo. Los restos vegetales que componen la materia orgánica liberan nutrientes que alimentan al suelo, y eso queda disponible tanto para las plantas como para los microorganismos.
Si esa materia se sostiene y estabiliza en el suelo a lo largo del tiempo, devienen procesos de mediano a largo plazo que favorecen a la formación de una buena estructura del suelo, que no se lograría con un suelo sin materia orgánica disponible. Este logro significaría resiliencia del suelo, es decir más capacidad para reponerse ante los disturbios, eficiencia en el uso del agua, mayor disponibilidad de nutrientes, resistencia a procesos erosivos, entre otros atributos. En definitiva, tener más carbono orgánico significa tener más materia orgánica que facilita todos estos procesos anteriormente mencionados, que son beneficiosos en términos ambientales como también productivos. Es fundamental encontrar las estrategias para aumentar el stock de carbono en el suelo.
Desde el grupo de trabajo de Cultivos de Cobertura del INTA Sáenz Peña (Chaco), desde hace 6 años se llevan adelante ensayos enfocados en este tipo de cultivos. Allí, “se hace un comparativo sobre la conveniencia de hacer cobertura o barbecho químico, como así también el impacto productivo de los cultivos de cobertura sobre los cultivos de renta como maíz, soja y algodón” agrega Julieta Rojas, investigadora especializada en manejo de suelos, tierras y agroecología.
Según palabras de la especialista, “el barbecho químico, en esta zona, implica estar entre 4 a 5 meses sin ningún cultivo en el lote. Entonces, el objetivo de sembrar con cultivos de cobertura es tener ese lote ocupado y desde ahí investigar las ventajas y desventajas de esa ocupación. La preocupación más grande, de parte de los productores, es que ese cultivo consuma el agua que luego se necesitará para el cultivo de verano”. Los resultados de años previos pudieron brindar datos certeros de que los cultivos de cobertura no sólo no representan un costo hídrico para los cultivos de verano sino que, además, en fechas de siembra tempranas sobre todo, acumulan más humedad en superficie que el barbecho limpio, incluso en años con déficit hídrico pronunciado.
¿Cómo lograr stock de carbono?
En el marco del ensayo, en julio del año 2021 se realizó un muestreo exhaustivo de suelo y, entre otras mediciones, se midió el stock de carbono. “Los valores que obtuvimos rondaron entre 41 y 50 toneladas por hectárea (ha), lo cual nos resultó muy alentador debido a que en los últimos 6 años estuvimos trabajando en torno a prácticas conservacionistas, y así es que se incrementó el carbono presente en el suelo. Previamente, los valores que habíamos medido en 2016 no pasaban de 34 toneladas de carbono por ha; el aumento es muy alto en un plazo relativamente breve” destacó la investigadora.
Los resultados indican que donde más stock de carbono se encontró fue en la secuencia del algodón, tanto en la realizada con centeno como con vicia. Esa secuencia aporta mayor contenido de C que en barbecho, más precisamente entre 4 y 5 toneladas en promedio. A su vez, el maíz sobre centeno y en barbecho aportó más carbono que sobre vicia, de 2 a 3 t C/ha más.