San Cayetano: otro de los barrios olvidados
Al sur de la ciudad, casi cayéndose del mapa, funciona el merendero de Leticia, una mujer emprendedora que los días en que no hay escuela alimenta en su propio hogar a la gran barriada de chicos que se acercan por un pedazo de torta frita y chocolate caliente, pero igualmente necesita más ayuda.
Por Carlos Riera
[email protected] necesidad ya es un flagelo constante en cada rincón de la provincia, y nuestra ciudad no está exenta, por ello hay vecinos de nuestra ciudad que solidariamente recorren barrios para satisfacer el estómago de los más chicos.El olor de la grasa que se derrite dentro de una olla quemada atrae a la gran cantidad de niños del barrio a comer las tortas fritas que prepara Leticia, mientras otra madre sirve en jarras la chocolatada que van a tomar.Las caras sucias parecen ser una postal de cada lugar necesitado del país, y en Gualeguaychú esas imágenes no están al margen. Según un relevamiento realizado en el comienzo del programa AMINI, en Gualeguaychú hay niños que sufren de una muy mala alimentación, por ello los comedores y merenderos tienen su apogeo en estos tiempos.El barrio San Cayetano se construyó no hace muchos años a través de un emprendimiento de autoconstrucción vecinal impulsado por la Municipalidad para saciar una necesidad habitacional. Pero desde ese entonces nada ha cambiado en el paisaje del lugar, sólo se han sumado precarias viviendas instaladas ilegalmente sobre un terreno privado.
Tortas y chocolate
En la vivienda 38 de la calle Fleming funciona este improvisado merendero que montó Leticia en su hogar junto a la colaboración de otros padres desempleados que tratan de satisfacer las necesidades de sus hijos.Lo mínimo e imprescindible escasea. No hay mobiliario, lo único es una olla vieja y quemada, no se tiene ni mesa ni sillas precarias, no hay garrafa, las tortas fritas se preparan con el fuego que prepara algún vecino, ganas de ayudar sobran pero se necesita de mucho y por ello recurren a la solidaridad de las personas."Los chicos vienen a merendar los viernes y sábados, nosotros hacemos lo que podemos con lo poco que tenemos", dijo la mujer y explicó que logra realizar "esta hazaña" gracias a la colaboración de Alexis Hartwig y el actual director de Personal de la Municipalidad Luis Pérez, quienes les llevan la grasa y la masa hecha para las tortas fritas, quince litros de leche y el respectivo chocolate por cada día que funciona el merendero. Hay que destacar que estas dos personas también colaboran con las divisiones inferiores del club Pueblo Nuevo, todos los martes y jueves de cada mes les llevan la leche a los chicos que practican la actividad deportiva en dicho establecimiento.Una mujer se acerca para contar su historia y pedir por una ayuda. Susana Barro acaba de perder todas sus pertenencias en un incendio, "no me quedó nada" aseguró la anciana mujer y pide por una colaboración mientras vive como puede gracias a la compasión de una de sus vecinas.La necesidad es inmensa y cada cosa, por más pequeña que sea, se acepta con una enorme gratitud. La solidaridad de la gente de Gualeguaychú es reconocida siempre, la ciudad es pujante por su comunidad y cada vez que se la llamó asistió, y esta es una nueva oportunidad para demostrar que con poco se puede hacer mucho.Otra mujer comentó que hasta hace poco tiempo se encontraba trabajando en una cooperativa que realizaba la construcción de bloques de cemento, pero esa labor se terminó y ahora tiene que llevar a su casa el pan para sus hijos y hay veces en que lamentablemente no puede llevar nada.Historias hay muchas para contar y todas de similares características. Leticia recordó la labor comunitaria que realizaba el municipio en épocas pasadas pero ahora la situación cambió, "son tiempos difíciles".
Por Carlos Riera
[email protected] necesidad ya es un flagelo constante en cada rincón de la provincia, y nuestra ciudad no está exenta, por ello hay vecinos de nuestra ciudad que solidariamente recorren barrios para satisfacer el estómago de los más chicos.El olor de la grasa que se derrite dentro de una olla quemada atrae a la gran cantidad de niños del barrio a comer las tortas fritas que prepara Leticia, mientras otra madre sirve en jarras la chocolatada que van a tomar.Las caras sucias parecen ser una postal de cada lugar necesitado del país, y en Gualeguaychú esas imágenes no están al margen. Según un relevamiento realizado en el comienzo del programa AMINI, en Gualeguaychú hay niños que sufren de una muy mala alimentación, por ello los comedores y merenderos tienen su apogeo en estos tiempos.El barrio San Cayetano se construyó no hace muchos años a través de un emprendimiento de autoconstrucción vecinal impulsado por la Municipalidad para saciar una necesidad habitacional. Pero desde ese entonces nada ha cambiado en el paisaje del lugar, sólo se han sumado precarias viviendas instaladas ilegalmente sobre un terreno privado.
Tortas y chocolate
En la vivienda 38 de la calle Fleming funciona este improvisado merendero que montó Leticia en su hogar junto a la colaboración de otros padres desempleados que tratan de satisfacer las necesidades de sus hijos.Lo mínimo e imprescindible escasea. No hay mobiliario, lo único es una olla vieja y quemada, no se tiene ni mesa ni sillas precarias, no hay garrafa, las tortas fritas se preparan con el fuego que prepara algún vecino, ganas de ayudar sobran pero se necesita de mucho y por ello recurren a la solidaridad de las personas."Los chicos vienen a merendar los viernes y sábados, nosotros hacemos lo que podemos con lo poco que tenemos", dijo la mujer y explicó que logra realizar "esta hazaña" gracias a la colaboración de Alexis Hartwig y el actual director de Personal de la Municipalidad Luis Pérez, quienes les llevan la grasa y la masa hecha para las tortas fritas, quince litros de leche y el respectivo chocolate por cada día que funciona el merendero. Hay que destacar que estas dos personas también colaboran con las divisiones inferiores del club Pueblo Nuevo, todos los martes y jueves de cada mes les llevan la leche a los chicos que practican la actividad deportiva en dicho establecimiento.Una mujer se acerca para contar su historia y pedir por una ayuda. Susana Barro acaba de perder todas sus pertenencias en un incendio, "no me quedó nada" aseguró la anciana mujer y pide por una colaboración mientras vive como puede gracias a la compasión de una de sus vecinas.La necesidad es inmensa y cada cosa, por más pequeña que sea, se acepta con una enorme gratitud. La solidaridad de la gente de Gualeguaychú es reconocida siempre, la ciudad es pujante por su comunidad y cada vez que se la llamó asistió, y esta es una nueva oportunidad para demostrar que con poco se puede hacer mucho.Otra mujer comentó que hasta hace poco tiempo se encontraba trabajando en una cooperativa que realizaba la construcción de bloques de cemento, pero esa labor se terminó y ahora tiene que llevar a su casa el pan para sus hijos y hay veces en que lamentablemente no puede llevar nada.Historias hay muchas para contar y todas de similares características. Leticia recordó la labor comunitaria que realizaba el municipio en épocas pasadas pero ahora la situación cambió, "son tiempos difíciles".
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