LO QUE SE VIENE DESPUÉS DEL PACTO DE MAYO
Milei tiene lo que quiere y los gobernadores esperan gestos
El Presidente ya tiene su foto. Así como tiene la Ley Bases. A siete meses de haber asumido, con amplia minoría en el Congreso y sin un solo gobernador del palo, lo consiguió. Negociando claro, como se consigue todo en política. A los gritos y empellones es otra cosa. ¿Alcanza? No, por supuesto. El Gobierno rinde examen todos los días y necesita demostrar que tiene poder.
El índice de inflación de junio fue de 4,6%. Caputo primero y el Presidente después salieron a bajarle la expectativa y remarcar que iba a estar en torno al 5%. Podía ser por arriba o por abajo, pero iba a ser más alto que el de mayo. El impacto de los tarifazos se hace sentir, por eso el Gobierno resolvió patear para más adelante otros aumentos. El núcleo duro y todo lo relacionado con alimentos ha dejado de subir. Para algunos es por el torniquete de pesos, para otros porque la demanda se desplomó en casi todos los sectores, impactando en el consumo.
Esas señales de reactivación de las que habla el Gobierno son las que, según la mayoría de los empresarios, aún no están claras, pese a los esfuerzos que hace Caputo por mostrar números de las últimas semanas. La percepción del descenso inflacionario ya está, ahora hay que sacarse la lápida de la recesión de encima. Si al ajustazo fenomenal que hizo Milei no se le ve la luz en el fondo del túnel, lo que sostiene su respaldo que son las expectativas, corren el riesgo de desplomarse.
Otro sostén de sus propias expectativas es la dispersión opositora. La foto de Tucumán con los gobernadores peronistas es una daga en el corazón opositor. A los caciques del interior parece importarle poco a esta altura lo que opine el PJ a nivel nacional o La Cámpora. La diáspora favorece los planes de Milei que le dejó a Francos mucho poder para negociar. El Pacto de Tucumán es lo más parecido a una declaración de principios, a la que deberá nutrírsela de contenido. Para eso se abrirá otra etapa de negociaciones con los gobiernos provinciales, más apurados por su escasez de caja que otra cosa. En off, todos los mandatarios admiten que, ahora que hicieron el esfuerzo de apoyar las políticas de la Nación, esperan se traduzca en una mayor predisposición para “aflojar” los fondos.
En algunas provincias la situación es asfixiante. Frigerio acaba de reconocer que se cayó un 25% la coparticipación, pidiéndole un máximo esfuerzo a sus ministros. “Cuiden cada peso”, les recomendó. El entrerriano es uno de los que espera más gestos de Nación. De hecho, el aporte que hizo la provincia con el voto del senador peronista Kueider para la Ley Bases en el Senado fue clave para todo lo que vino después. Es probable que a Kueider le cueste el destierro del cielo peronista, pero su aporte es una cucarda grande que Frigerio se cuelga a la hora de reclamar más atención de la Nación.
Es que el peronismo todavía se debate en los pliegues de la derrota del año pasado. Ni siquiera la brutalidad del ajuste que lleva adelante Milei los ha podido juntar. Son tribus que cuidan su propia caballada, recelosas de quedarse para siempre a la intemperie. El kirchnerismo y La Cámpora refugiados en la Provincia de Buenos Aires y el Conurbano. Los gobernadores librados a su suerte, porque al cabo tienen que pagar los sueldos todos los meses. Y los líderes que arrastran cuestionamientos de la militancia. Hace unos días se anunció que Sergio Massa levantaría el perfil. Cristina sigue inmersa en sus propias tribulaciones. Ella sabe que ya no le alcanza para volver, pero sí, quizás, influir en quien encarne la oposición a Milei. Desde La Plata, Kicillof levanta el dedo y dice soy yo. Nadie sabe cómo terminará su mandato en el 2027, pero es el único que quedó en pie. Y asoma como el único que podría aglutinar a las tribus peronistas que han quedado desperdigadas luego de la derrota.
Está en una pelea feroz con Máximo, para ver quién se queda con el trono. El final es incierto, tanto como lo que pasará con el PRO, donde la pelea entre Macri y Bullrich ha seguido desangrando al partido. Milei hace equilibrio porque los necesita a ambos. El PRO, tal como fue concebido, está cerca del abismo. Todavía paga los errores de las elecciones del año pasado, cuando se dieron el lujo de perder por errores propios, capitalizados inteligentemente por el Presidente. Se sintieron tan ganadores que ya se repartían los cargos. Grosera defección que les terminó costando caro. Se han vuelto, al cabo, parte del sistema que dijeron iban a combatir. A todos, a izquierda y derecha, les apareció Milei con sus gritos y ademanes destemplados. Esa irrupción todavía no ha podido ser absorbida, como los nuevos parámetros que una parte importante de la sociedad argentina reivindica.
Pero, porque siempre hay un pero, al final del largo camino sólo esperan números. Pueden ser de inflación, o de desempleo. Detrás de ellos asoman personas de carne y hueso. Tan cierto como real. Ahí está el secreto.