BASES Y PUNTOS DE PARTIDA PARA LA LIBERTAD DE LOS ARGENTINOS
Milei, 200 días para una ley más política que económica
El Presidente obtuvo su primera legislación de un Congreso en el que es amplia minoría. A los tumbos, dándose la cabeza contra la pared, pero entendiendo que sólo a partir de la negociación la obtendría, salió la famosa Ley Bases, o “Basecita” como la definió un legislador opositor contemplando todos los recortes y cambios que le hicieron en el Senado y en Diputados.
Desde hace tiempo, más allá de las consideraciones técnicas sobre el contenido de la iniciativa, estaban las urgencias políticas. El Gobierno tenía que demostrar ser capaz de conseguir esta ley, con sus limitaciones e inexperiencias a cuestas. Cualquier gestión que se precie de tal, si busca hacer cambios profundos y revolucionarios, tiene que poder garantizar su continuidad en el tiempo y darle un marco legal definitivo. Si es una hoja que se va a mecer por los vientos electorales, todo está en cuestión.
Pero Milei, con sus problemas a cuestas, se dio cuenta de la situación, armó un desparramo y cambió de estrategia en la mitad del río. Y le dio resultado. Lo que pasó la madrugada del viernes es el pie para relanzar su gobierno, que necesita dar señales de continuidad con las reformas.
El mes de junio cerró ayer, por primera vez desde que asumió Milei, con el Banco Central vendiendo más dólares de los que pudo comprar. Fueron 95 millones que bajaron las reservas. Una cifra escasa, pero que enciende las luces amarillas y es otra señal de fatiga de las políticas de Luis Caputo y la necesidad de un relanzamiento de la estrategia. Anida, en los que apoyan la mayor parte de las medidas, la preocupación por la profundización de la caída de la actividad económica y el correlato en el desempleo que tiene. La “V” ya no es “V”, sino una “L” que nadie sabe hasta dónde llegará. El Presidente se abraza, y lo remarca en cada aparición, a una recuperación del poder adquisitivo, no sólo por la baja de la inflación, también por las paritarias. En este contexto, Caputo decidió patear para adelante algunos aumentos de tarifas con el destino de “cuidar” el índice de inflación que, de todas maneras, en junio estará por encima de mayo.
La aprobación de la Ley Bases también será el punto de partida para el desembarco de Federico Sturzenegger, mal que le pese a Caputo. El exministro de Macri será la vuelta de tuerca a la etapa de desregulaciones que imagina el Presidente y que le dará otro impulso a sus reformas.
De la política ya consiguió la Ley Bases, ahora la economía necesita más medidas para aventar los fantasmas que acechan. El cepo, ese gran dilema, ni siquiera ofrece opiniones uniformes entre los economistas. Tipos grosos dicen que se puede levantar ya y otros sostienen que todavía no hay margen para hacerlo y estamos lejos. Es una decisión claro que deberá tomar el propio Milei, a sabiendas que la presión va en aumento. El momento y la oportunidad son claves, porque un error podría tener consecuencias mortales, no solamente para el programa, sino para toda la sociedad.
El torniquete en el que está inmersa la economía y por extensión el mercado de cambios, tiene un tiempo de vida concreto. Más sería mala praxis. Pero Milei lo sabe y aprendió en estos meses el equilibrio que debe haber entre política y economía. Por eso eligió a Francos y cedió ante los gobernadores. Se expuso a retomar el Impuesto a las Ganancias cuando él mismo votó por su derogación en el Congreso.
En esta carrera en la que todos los días rinde examen, el capítulo internacional está bien lejos y lo maneja a su manera. En el cóctel hay de todo, de las ganadas y las perdidas aunque debe sentir, como ya pasó con otros presidentes, que lo reconocen más afuera que adentro. Es un virus habitual del poder que se diluye con rapidez cuando los resultados no son los esperados.
Milei debe imaginar que, si ahora no puede sacar todas las reformas porque no tiene poder institucional, lo hará el año que viene con el impulso de las elecciones legislativas. Es un arma de doble filo pues nadie sabe qué pasará en 2025 y hasta dónde llegarán los números de la economía real. Es un riesgo, supeditado al éxito, aunque sea parcial, de la agenda económica. Nada sigue tan vigente como lo que se habló en la campaña del año pasado, y las expectativas de amplios sectores de la sociedad cuando eligieron a un outsider de la política. Ese colchón de expectativas tiene principio y fin, como cualquier fenómeno social. Sólo así se explica cómo la sociedad soporta un ajuste de magnitudes nunca vistas y una situación dramática. Tan mal hicieron las cosas que la dejaron servida en bandeja. Los mismos de siempre que apuestan al fracaso, no importa quien este.