ESCÁNDALOS POLÍTICOS QUE SE REPITEN
Los Kueider de la vida que ya no sorprenden, entristecen
El escándalo que involucra al senador entrerriano con dólares en una mochila resuena en la política argentina y evoca episodios como el de los bolsos de José López y el convento. En tanto, el oficialismo y la oposición cruzan acusaciones y desconocen al legislador, Este caso expone nuevamente las grietas de un sistema que naturalizó la corrupción y corrió los límites éticos.
El tigre está tan lleno de manchas que casi no se lo ve. El ditirambo del senador entrerriano Edgardo Kueider, a esta altura un libre pensador, conmocionó al Senado y dejó al descubierto, por enésima vez, el escaso apego a las buenas costumbres de muchos de nuestros representantes.
Kueider es un hombre que si camina por la calle no lo conoce nadie. Es literal. Si entra en algún mitín político tampoco lo reconocería nadie. Algo más grave porque hace años que se dedica a eso. Y ha llegado a ser senador de la Nación, con nulo conocimiento público. Pero en política, o tenés carisma, o tenés padrino. Sería el segundo caso.
Desde sus comienzos como edil en Concordia siempre estuvo bajo el ala de Gustavo Bordet. Fue el ex Gobernador el que lo hizo llegar tan lejos, hasta que en 2019 lo puso al frente de la lista para el Senado de la Nación. Aquella famosa boleta, ahora reproducida en el intercambio entre Milei y Cristina, contenía justamente a los Fernández en el primer tramo y al sonriente Kueider, en el segundo. Así llegó la Congreso. Con Alberto fue más “albertista” que otra cosa, aunque sería siempre fiel a su jefe y mentor Bordet. Lentamente fue virando algunas posiciones hasta que, a principios de este año y después de múltiples negociaciones, levantó la mano para votar la Ley Bases en general. Ése fue el quiebre definitivo, pese a que el año pasado, en plena retirada peronista, había dejado a Cristina sin mayoría en el Senado. Aunque todos los votos valen uno, algunos pesan más que otros. El de Kueider y el de un par de legisladores más fueron vitales para algunas mayorías.
Claro que Kueider, que siempre cultivó el perfil bajo, ha sido el hombre detrás de escena de los últimos años de la política entrerriana. El todavía senador conoce cada una de las negociaciones y todos sus secretos. Tragicómica fue la reacción del arco político, desconociendo cada uno la relación que tenían con él.
“En política no tengo amigos”, disparó Gustavo Bordet para remarcar luego que hace tiempo no habla con Kueider. Cristina, que compartió lista con el senador, también lo desconoció olímpicamente, remarcando que, si hubiera sido kirchnerista, jamás hubiera votado la Ley Bases. El Presidente hizo lo suyo, cuando todos saben su cercanía con el oficialismo. Dato de color: en Asunción, en pleno operativo y bastante molesto, se presentó como “senador del oficialismo” en la Argentina.
En el revoleo de acusaciones, el kirchnerismo dio a entender, convencido, que los dólares del legislador son el producto de la coima por la aprobación de la Ley Bases. Tras cartón anunció que se autoconvocarán a sesión especial, si la Presidenta del Senado no lo hace, para pedir la destitución de Kueider. Suena raro todo porque es el mismo sector político que abriga a Cristina, con condena ratificada en dos instancias por corrupción y ahora en camino a otro juicio oral por el escándalo del Memorándum con Irán.
La foto de Kueider con los dólares en un bolsito retrotrajo la memoria colectiva de los argentinos a los bolsos de López. Aquel Secretario de Obras Públicas de la Nación que escondió millones de dólares en un convento. El culebrón de las monjas, ¿se acuerdan? López, condenado, se convirtió en el símbolo de la corrupción de los gobiernos de Cristina, quien quedó salpicada a la postre y con procesos todavía abiertos. El impacto de aquella imagen fue determinante para las elecciones posteriores y aún hoy perdura.
¿Cuántas cosas cambiaron? Pocas, porque la economía sigue siendo determinante para hacer perdurar o voltear a una gestión. Los Fernández ganaron las elecciones en 2019 por la economía y Milei en 2023 también lo hizo por la economía, en medio de una crisis que todavía agobia a millones de argentinos.
Quizás el día que entendamos que la crisis más grave es moral podamos ver la luz al fondo del túnel. No se trata de cuestiones ideológicas. Ni de cuestiones económicas o sociales. La Argentina se acostumbró a correr los límites, desconociéndolos, instalándose en el terreno del todo vale.
Los Kueider de la vida, como antes fue López o tantos otros, son el producto de nuestro desinterés, no sólo por la cosa pública o por los valores mínimos republicanos. La ley de la selva es el sálvese quien pueda.
¿Qué pasará con el legislador entrerriano? Nadie lo sabe si quedará en el medio de la puja entre el oficialismo y la oposición, o seguirá su camino sin hacer mucho ruido, aunque la exposición pública de los últimos días, lo condena, más allá de lo que diga o haga la casta.
Pero no será el último. Habrá más. Ahora, porque fue desprolijo. Confiado, tal vez, en que no le iba a pasar nada o tenía cierta cobertura. Quedó a la intemperie. Como estamos los argentinos desde hace décadas. Inermes ante un sistema que nos empobreció en cuerpo, alma y espíritu. Eso será lo más difícil de arreglar.