VINOS EXCLUSIVOS
Los etiquetas más prestigiosas y buscadas del mundo
La exclusividad siempre habla de un privilegio sobre el resto de los mortales que permite poder alcanzar algo arduo de conseguir o alcanzar. Claro que nunca es relevante el altísimo precio que se puede pagar por un único producto, objeto o momento que tan sólo unos pocos pueden acceder, sino lo que verdaderamente importa son las sensaciones que despierta disfrutarlo y pertenecer a esa elite.
En materia de vinos existen esas joyas tan preciadas que coleccionistas y amantes del placer buscan con pasión y fanatismo. La mayoría de las veces hacerse de una botella de estas etiquetas de lujo es extremadamente complicado, a tal punto que hasta existen listas de espera de varios años, y en algunos casos suelen costar más que un pasaje en avión a Europa.
El país que elabora la mayor cantidad de vinos de este tipo es Francia. Allí, sin dudas, Bordeaux es la región productora más importante en lo que hace a calidad, además de ser una de las zonas con mayor volumen de producción de etiquetas top en el mundo. Las más prestigiosas, como Château Latour, Lafite Rothschild, Mouton Rothschild, Château Margaux, Aut. Brion, Château d'Yquem, Petrus o Cheval Blanc, entran en esta definición de exclusivas y costosas, aunque no dentro de las más buscadas. Sus nuevas añadas por la cantidad de botellas que lanzan al mercado, que oscila entre 140 mil y 20 mil, no representan grandes esfuerzos encontrarlas en los lugares especializados. Ahora si se trata de cosechas antiguas, la 1945 o la 1961 de alguna de estas marcas, la situación es otra. ¿El motivo? Es que han sido añadas míticas (las mejores de la historia junto con la de 1982) y además porque esas botellas ya se fueron consumiendo y, por lo tanto, quedan pocas –muy pocas- en circulación.
Aunque si de verdaderas “figuritas difíciles” se trata, hay que hacer mención a aquellas que nacen en terroirs realmente pequeños y cuya demanda excede a la oferta en proporciones ridículas. En la Borgoña se da el caso más paradigmático; todo se hace en parcelas que pueden estar divididas entre 15 o 20 productores diferentes que poseen entre media y una hectárea cada uno. De ahí que las producciones sean muy limitadas. Así y todo, hay un vino que es el más exclusivo de todos: el Romanée-Conti. Se elabora en un domaine de una sola hectárea que da como resultado entre 4 y 6 mil botellas por año, y no hay manera de que esto cambie. Los precios oscilan los 1.500 dólares las cosechas más recientes, y pueden llegar a los 30 mil, o más si fue una muy buena vendimia y ya tiene muchos años de guarda. El vino blanco que produce esta bodega se llama Montrachet y es todavía más difícil de conseguir porque sólo se elaboran no más de 2.500 botellas por año.
Más allá de Francia
El mundo de los vinos no termina en Francia. Hay otros países que producen etiquetas que son también muy buscadas. En España, por ejemplo, se elabora el Pingus de Peter Sisseck, uno de los enólogos más respetados. Este danés tiene raíces en Bordeaux y después de pasar años trabajando en varios châteaux partió para España a realizar una consultoría para la bodega Hacienda Monasterio. Ni bien pisó esas tierras se enamoró de la Ribera del Duero y quedó fascinado con un viñedo antiguo. Lo compró y, a partir de ese momento, revolucionó esta prestigiosa zona, elaborando lo que hoy es el vino español más caro y más buscado. El Pingus sale a la venta a un costo muy alto y cada una de las 5 mil botellas es un ejemplar 100% Tempranillo, extremadamente complejo y sutil, con mucho potencial de guarda y prácticamente imposible de conseguir.
Otro destacado es L’Ermita de la bodega Álvaro Palacios, del Priorato, una región situada en el centro de la provincia de Tarragona en una depresión de montañas bañada por el río Siurana y sus afluentes. Se trata de un corte de Garnacha y Carignan, cepas no tradicionales para la elaboración de vinos de tan alta gama. Este es otro ejemplar que puede alcanzar los 1.000 dólares a su salida y su producción no supera las 3.000 botellas.
Por último, otro enorme vino ibérico es el Contador, proyecto personal del famoso enólogo Benjamín Romeo, responsable durante la década del 90 de la bodega Artadi que con sus vinos modernizó el mapa vinícola de La Rioja. Para hacer el Contador cuenta con limitadísimas extensiones de viñas viejas, hasta de más de 100 años de antigüedad, y produce todos los vinos en cubas de madera con la menor intervención posible. Su producción es minúscula, 3.500 botellas anuales.
En Italia también se pueden encontrar auténticas gemas muy interesantes: Tenuta di Trinoro y el Tua Rita Redigaffi de Toscana -generalmente cortes de Merlot y Cabernet Sauvignon-, Roberto Voerzio Barolo Cerequio de Piemonte, o bien Amarone dal Forno de Veneto.
Por la senda del Nuevo Mundo
Cruzando el Atlántico, ya en los Estados Unidos, se destaca dentro de esta categoría el glorioso Screaming Eagle, cuya producción no supera las 6 mil botellas. Es un Cabernet Sauvignon con un toque de Merlot, al estilo de los vinos bordeleses, cuyo precio ronda los U$S 900 ni bien sale de la bodega. Un caso similar es el de Harlan Estate, aunque su producción casi duplica la de Screaming Eagle. También es un corte estilo Bordeaux con mayoría de Cabernet Sauvignon y un poco de Merlot y Cabernet Franc.
Otro grande estadounidense es el Pinot Noir de Marcassin producido en Sonoma. Sus 2.000 botellas anuales oscilan entre los 500 y los 1.000 dólares.
En Australia, otro de los paraísos vitivinícolas fuera de Europa, también existen otros productores de vinos destacadísimos. Torbreck Run Rig es un corte de Syrah con Viognier de la región de Barrosa, cuya producción no excede las 10 mil botellas por año. Tampoco, de la isla continente, puede dejar de mencionarse el Hill of Grace del Valle de Eden, 100% Syrah con un potencial de guarda mayor a 20 años, y un precio que no baja de los 500 dólares.
Beber una copa de cualquiera de los vinos mencionados, en suma, es hedonismo puro. Es toda una ceremonia difícil de explicar, como cualquier cosa que involucre a los sentidos. Si se puede dar ese lujo, sin dudas debe experimentarlo, aunque primero deberá conseguir la etiqueta.
Los 100 puntos de Robert Parker
Lograr que Robert Parker, el gurú estadounidense de la crítica de vinos, califique a un tinto o a un blanco con 100 puntos no es una cuestión menor. Esta etiqueta será buscada como un trofeo. Su precio se multiplicará en proporciones que sólo el mismo mercado puede regular, y realmente no hay límite. Una botella que costaba U$S 100 puede valer U$S 1.000 mañana, y U$S 5 o U$S 10 mil dentro de 15 años. Para la mayoría de los conocedores, decir “100 puntos Parker”, es sinónimo de calidad insuperable. Algunos de los que han logrado esta calificación son:
- Tua Rita Redigaffi 2000
- Romanée-Conti 1985 y 2005
- Montrachet 1986 Domaine de la Romanée Conti
- Pingus 2003 y 2004
- Petrus 1947, 1961, 1989, 1990 y 2000
- Ausone 2000 y 2003
- Château d'Yquem 1811,1847 y 2001
- Screaming Eagle 1997
- Harlan Estate 2001 y 2002
- Latour 1961 y 1982
- Contador 2004
- Cheval Blanc 1947 y 2000
En cuanto a los vinos argentinos, el año pasado tres etiquetas recibieron los preciados 100 puntos, los tres del Valle de Uco y de tres productores distintos: Gran Enemigo Gualtallary Single Vineyard 2019, de Alejandro Vigil en su proyecto personal Aleanna; Per Se La Craie 2019, de la dupla de Edy del Pópolo y David Bonomi; y Finca Piedra Infinita Supercal 2019, de la bodega que comanda Sebastián Zuccardi.