DÍA MUNDIAL DEL PERRO
La historia de “Purvis”, el bravo perro del general Urquiza
Este mastín de color oscuro había sido adoptado de cachorro por el caudillo entrerriano. Se dice que Purvis devino en un perro guardián de Urquiza. Y no pasaba desapercibido, ya que imponía mucho respeto.
La historia de Purvis y Justo José de Urquiza es una de muchas que muestran cómo los animales de compañía han sido parte importante de la vida de figuras históricas.
El perro estuvo presente en varias de las batallas en las que participó Urquiza, entre ellas la de Caseros, demostrando su lealtad y coraje al estar siempre al lado de su amo, incluso en momentos de peligro.
Purvis era, paralelamente, una figura constante en el Palacio San José, la residencia del líder entrerriano en Concepción del Uruguay. Se dice que los visitantes del palacio siempre veían al animal acompañando a su amo, ya fuera en las reuniones oficiales como en los momentos de ocio.
Algunas fuentes y relatos históricos mencionan que Purvis era un mastín de color oscuro. Estos animales son conocidos por su gran tamaño, fuerza y lealtad.
Se trata de una raza se ha utilizada históricamente como perros guardianes y de trabajo debido a su valentía y devoción a sus dueños. Un perro grande y de pelo oscuro habría sido una presencia imponente, lo que encaja con las descripciones de Purvis como un perro fiel que acompañaba a Urquiza en sus viajes y batallas.
Por otra parte, según los testimonios de la época, parece que era más malo que todos los enemigos de la Confederación juntos. De hecho, al parecer el animal compartía las simpatías y antipatías de su ilustre dueño, al grado de morder al visitante que no le agradaba.
Había sido adoptado de cachorro por el caudillo entrerriano, el cual le puso el apellido de John Brett Purvis, un militar inglés que había adherido a la causa contra Oribe (sitio de Montevideo).
Por lo visto el nombre del animal tiene un origen más específico y conectado con la historia de la región. ¿Pero qué habrá querido simbolizar Urquiza con este nombre?
Urquiza lo trajo de la campaña realizada en 1845 en la Banda Oriental, según el propio caudillo relató a un periodista uruguayo. Rápidamente el animal lo tomó como único amo y sólo le respondía a él. Lo seguía a todos lados, al punto que andaba entre los caballos en medio de las batallas.
Al parecer no existía estampido de cañón o fuego de fusilería que lo espantase. Inmutable, permanecía junto a su dueño.
Al hablar de él, dice Urquiza: “Reconoce en mí cierta superioridad, pues a nadie respeta, ni aun los que le dan de comer están seguros que deje de morderlos. Tiene una historia particular e instintos que nadie puede comprender o explicar”.
El vencedor de Caseros contó que Purvis era un cachorro que el General Galarza tenía en la Banda Oriental. “De repente se me reunió –relató– y aunque intentaba separarlo siempre insistía en volver a mí lado. Desde entonces no se ha separado de mí, olvidando completamente a su amo”.
Menciona que el perro lo acompaña en todas las campañas militares: “Ha seguido constantemente al lado de mí caballo, en la Campaña en el Uruguay y en Corrientes, y aunque los perros en general se espantan al oír el estruendo del cañón, este jamás ha mostrado la menor sorpresa”.
El caudillo testimonia: “En India Muerta estaba a mi lado cuando una bala de cañón pasó cerca de mí, lo dio por tierra y lo separó algunas varas, pero inmediatamente se incorporó y volvió a ocupar su puesto”.
En un folleto publicado en Gualeguaychú en 1850 titulado “Seis días con el General Urquiza” el caudillo habla de su fiel compañero en estos términos: “Ha habido casos que estando yo irritado con algunas personas, este animal las ha asaltado imprevistamente y les ha clavado los dientes. No tiene paz con nadie, aunque se le acaricie, y yo que nada lo halago veo que me respeta y es mi constante compañero”.
El terror de Sarmiento
Purvis fue mencionado varias veces por Domingo Faustino Sarmiento, quien reconocía que le temía. Alude a él en sus escritos sobre la Campaña en el Ejército Grande, previa a la batalla de Caseros.
“El perro Purvis muerde horriblemente a todo aquel que se acerca a la tienda de su amo. Esta es la consigna. Si no recibe orden en contrario, el perro muerde”, refiere.
“Un gruñido de tigre anuncia su presencia al que se aproxima –dice Sarmiento–; y un ‘¡Purvis!’ del general, en que le intima quedarse quieto, es la primera señal de bienvenida”.
En sus reflexiones Sarmiento confiesa: “Desde niño he tenido por rasgo característico la impavidez para hacer frente a los perros, que nunca han podido morderme”.
Pero luego se sincera al escribir: “Yo le tengo demasiado miedo al perro Purvis”, el mastín que tenía fama de haber mordido a mucha gente. “El general Paz, al verme de regreso de Buenos Aires, su primera pregunta confidencial fue: ¿No lo ha mordido el perro Purvis?”, cuenta Sarmiento, sugiriendo que al entrerriano le divertía lo que producía su animal a los demás.
Tener que ir a la a la carpa o al despacho donde trabajaba Urquiza era para Sarmiento una experiencia conmocionante.
Así lo explica: “Que se imagine cualquiera las emociones que debía experimentar cada ciudadano argentino al penetrar en aquel antro, con el sombrero en la mano, los ojos fijos en el monstruoso perro, su salvación pendiente de un grito dado un segundo más tarde del momento oportuno, mostrando ante un extraño síntomas de terror que nos presentaban en una luz desfavorable y a veces ridícula”.
El futuro presidente, de hecho, llevaba una suerte de ranking de víctimas del animal. Le había dejado la marca de sus colmillos a Ángel Elías, el secretario de Urquiza; al barón de Grati lo había mordido cuatro veces; también al comandante de uno de sus cuerpos. Hasta a Pedro Teófilo, uno de los hijos del general. “Y a cientos más”, aclaraba.
Perro célebre
Purvis quedó inmortalizado en dos cuadros del artista uruguayo Juan Manuel Blanes: uno relativo a la Batalla de Caseros y otro a la Batalla de Vences, en los cuales el perro aparece junto a la figura de Urquiza.
Por su lado, el artista italiano Carlo Penuti, que acompañó al Ejército Grande, también incluyó a Purvis en su obra “El Gral. Urquiza mandando en persona la derecha del Ejército. Batalla de Monte Caseros. Febrero 3 de 1852”.
En tanto, el perro aparece en la pintura al óleo de Emilio Carrafa, donde se refleja el paso de las tropas del Ejército Grande por el cruce de Punta Gorda (Diamante).
En la pintura se destaca Urquiza, de poncho y galera, y a su lado, Purvis. En la imagen pueden contemplarse también los rostros de Bartolomé Mitre, Domingo F. Sarmiento y de otros integrantes del Ejército Grande.
Además, el perro figura en “La Batalla de Caseros”, un mural de César Fernández Navarro que se encuentra en el salón de actos de la Escuela Nº11 “Provincia de Santa Fe” (Paraná).
Por último, en noviembre de 2022, el artista Ramiro Ghigliazza presentó una serie de reconstrucciones que hizo del rostro de Urquiza y en una de las imágenes el famoso perro aparece junto al caudillo.
Vale mencionar que el leal Purvis acompañó a Urquiza en su entrada triunfal en la ciudad de Buenos Aires, luego de Caseros.
Allí, los porteños recelaron de sus actitudes, entre las cuales se encontraba la de dar audiencia en presencia de Purvis.
Cuando Urquiza partió de Buenos Aires, rumbo a Entre Ríos, no olvidó a su mascota. Ambos, subidos a un bote, alcanzaron la embarcación que los transportaría.
El perro habría muerto antes de 1870. Esto privó a Urquiza de un fiel guardián, la fatídica tarde del 11 de abril de ese año, cuando un grupo de hombres invadió su residencia para asesinarlo.
El perro hecho poema
El poeta Hilario Ascasubi, firmando como Aniceto el Gallo, le dedico algunas cuartetas a la mascota del entrerriano:
“Y atrás de él su perro bayo
Que no hallando en el camino
A quien morder el indino
Quiso prendérsele a un gallo”.
Y en otra cuarteta dirigida a Urquiza:
“Abra el ojo. No sea
Que algún mal intenciao
Lo traiga un día a la Plaza
Con ‘Purvis’ acollarao”.