EL ENTRERRIANO QUE LUCHÓ JUNTO A SAN MARTÍN
La historia de Bruno Alarcón, “El tambor de la Patria”
Hijo de Gualeguay, fue tambor bajo las órdenes de San Martín. Estuvo en la batalla de Maipú, entró en Lima e intervino en las últimas batallas por la libertad. En un nuevo aniversario del paso a la inmortalidad del Padre de la Patria recordamos la figura de este entrerriano que luchó con valentía por la emancipación del continente.
Hasta los últimos atardeceres en las costas del Gualeguay, y antes de que el clarín de retirada le silenciara el alma guerrera, Bruno Alarcón, con sus cien años de lanza y remo, todavía se animaba a pedirle cada mañana algún misterio sabroso al río nombrador.
Hijo de Miguel Alarcón y Rosa Acosta, nació en Buenos Aires en 1780. Integró a los 36 años el Ejército de los Andes, bajo las órdenes del general Don José de San Martín.
En 1817 cruzó la cordillera de Los Andes y participó en las batallas de Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú, como Tambor Mayor de Órdenes del Libertador de América.
En 1824 vivió el triunfo de Junín junto a la vigorosa imagen de Simón Bolívar, y escuchó la voz triunfal de Antonio José de Sucre en la victoria de Ayacucho.
Fueron éstos, eslabones finales de la fructífera cadena de éxitos militares que coronaron tanto esfuerzo y tanta sangre en la aurora feliz de la tierra madre.
Al promediar el verano de 1826 regresó a la comarca minuán del ceibo y la calandria.
Los vecinos de Gualeguay supieron de su coraje en las gestas de la Independencia, mientras Genara Correa, lavandera de los ojos negros, curaba sus heridas y fundaba la primavera de la dicha, floreciendo en tres hijos el amor que vence a la tristeza.
Carlos Mastronardi recuerda que a los noventa y ocho años, el viejo guerrero fue homenajeado en el Teatro del Centro, oportunidad en que revivió las gestas lejanas: "Tal vez esa noche extraordinaria, mientras las manos rígidas golpeaban el tambor con el ritmo aprendido setenta años antes, en alguna región inmaterial, un ejército de sombras entraba otra vez en batalla".
Murió el 16 de mayo de 1880, doce días antes que regresaran a la patria los restos de su jefe; después de tanta indiferencia y desatino; lejos de los oropeles y los fulgores de la gloria.
En nombre de la entrerrianía y como hermano agradecido a su temple criollo, le seguimos escribiendo a su corazón en reposo.
Bruno Alarcón: hoy necesitamos tu parche golpeado para convocar de nuevo a los pechos valientes.
Es indispensable que vuelvas sobre las huellas dormidas del espíritu argentino, y nos ayudes a encontrar la dignidad vencida, la verdad oculta y los sueños olvidados.
Bruno Alarcón: “Hoy necesitamos tu parche golpeado para convocar de nuevo a los pechos valientes. Es indispensable que vuelvas sobre las huellas dormidas del espíritu argentino y nos ayudes a encontrar la dignidad vencida, la verdad oculta y los sueños olvidados. Bruno Alarcón, que en los cielos, defines la carga de emoción y de recuerdos, te debemos: la fortaleza de nuestras almas, la consagración del maestro; el desafío cotidiano de los obreros del alba. Y por los siglos de los siglos te debemos, la sonrisa de la patria”.