UN ACCESORIO INDISPENSABLE PARA LA DEGUSTACIÓN
De lo ancestral a lo sofisticado: el arte de beber en la copa perfecta
Desde los primeros utensilios hasta el cristal, el recorrido de la copa de vino se extiende por siglos y refleja la constante búsqueda de perfección en la degustación. Con Riedel a la vanguardia, este objeto ha dejado de ser sólo una herramienta para convertirse en una obra maestra de diseño y funcionalidad.
Antes de que enólogos, bodegueros y consumidores nos sorprendiéramos con la diferencia en nuestras papilas según la forma y el tamaño específicos de las copas, esta vajilla indispensable solo había evolucionado artística o estéticamente.
Deberíamos remontarnos a las primeras etapas de la humanidad, cuando el hombre, empujado por el instinto de calmar su sed, no hacía más que inclinarse sobre charcos, ríos o arroyos para beber ayudándose con sus propias manos. Un tiempo después vendría el uso de utensilios impermeables proporcionados directamente por la naturaleza y, más tarde, surgirían los primeros útiles de fabricación propia. Primero fue el barro cocido, más tarde el esmaltado, después el cobre y el estaño, y finalmente, el oro y la plata para los ricos.
En esta época se inicia la historia de las copas. No se sabe a ciencia cierta ni cómo, ni dónde, ni cuándo se descubrió el vidrio, este material que tan práctico y efectivo iba a resultar para la humanidad. En el siglo I ya existían rudimentarias vidrierías en Francia e Italia; sin embargo, al iniciarse la Edad Media, el desarrollo del vidrio entró en decadencia y su utilización no solo se estancó, sino que casi se olvidó.
Recién con el Renacimiento, el vidrio encontró nuevamente una época de esplendor: surgieron en Venecia excelentes maestros vidrieros y sus continuas investigaciones los llevaron a conseguir una versión blanca bastante pura que dio lugar al prestigioso “cristal de Venecia”. Pero fue en el último tercio del siglo XVI cuando apareció el tipo de copa más o menos estándar, de traza esbelta, con forma de cáliz montado sobre un pie, tal y como la conocemos hoy.
En la actualidad, está científicamente comprobado que degustar un vino en una copa adecuada influye considerablemente en el grado de satisfacción que proporciona. La forma de la copa es determinante para el olfato y el gusto; es fundamental que su tamaño vaya disminuyendo hacia la parte superior para que el vino pueda desplegar sus aromas.
Así como los distintos tipos de blancos y tintos son bien diferenciados, sus copas también deben serlo para dirigir el flujo de líquido a una determinada parte de la lengua para exaltar sus cualidades.
Después de años de investigación, los ingenieros, orientados por enólogos y bodegueros, descubrieron los mejores diseños para utilizar con los vinos y bebidas espirituosas. Por eso, hoy existe una gran variedad de copas, diseños y materiales, entre los cuales el vidrio y el cristal son los más populares.
Riedel, pasión por el cristal
A lo largo de los años, los fabricantes de copas fueron evolucionando y perfeccionando sus creaciones, pero hubo uno que logró consolidarse como “el más destacado”: Riedel.
Su historia se inicia a comienzos del siglo XVIII, en la parte norte de Bohemia –frontera con Silesia (territorio que hoy pertenece a la República Checa y a Polonia); a partir de ese momento once generaciones de la familia se han dedicado a la producción de cristal atravesando circunstancias tan adversas como las guerras más dramáticas de la historia europea.
La dinastía se inicia con Johann Christoph Riedel, pero fue un miembro de la novena generación, Claus Riedel, el responsable del gran crecimiento. Luego de la Segunda Guerra Mundial, Claus consiguió escapar del cautiverio y se estableció en una pequeña aldea donde conoció a Swarovski, director de la fábrica de vidrio de la localidad, quien pidió reunirse con él ya que había sido su bisabuelo, Josef Riedel, quien le había enseñado el arte de fabricar cristal.
En 1956 les ofrecieron a los Swarovski hacerse cargo de una fábrica de cristal en la pequeña ciudad de Kufstein, cerca de Innsbruck, en Austria. Pero decidieron prestarle a Claus el dinero necesario para que pusiera en funcionamiento Tiroler Glashütte, una empresa en bancarrota que es actualmente una de las fábricas de Riedel.
En su catálogo de 1961, Claus presentó por primera vez lo que distinguiría para siempre a su empresa del resto: copas diseñadas para destacar particularidades específicas de cada vino, algo revolucionario que diferenció más que nunca a las copas Riedel de las demás que, hasta entonces, solo habían sido creadas en pos de cuestiones estéticas.
Claus dio otro salto aún más significativo en 1973, cuando presentó la Serie Sommeliers, fabricada a mano, e introdujo un concepto nuevo en el comercio de las copas que lo modificó para siempre. Al descubrir cómo la forma de una copa afecta al vino que contiene, reveló un factor importantísimo: prácticamente todas las copas que la gente utilizaba eran demasiado pequeñas para poder apreciar el vino en su máxima expresión. Luego fue Georg Riedel, su hijo, quien aportó al negocio una visión mucho más analítica y desarrolló aún más las teorías de su padre, ya que produjo copas específicas para cada variedad de uva y mecanizó la producción de copas de vino finas.
Actualmente, el hijo de Georg, Maximilian, miembro de la undécima generación de Riedel, dirige la empresa en los Estados Unidos y ya es reconocido en el mundo por haber desarrollado las copas para vino sin pie, destinadas a variedades específicas: la Serie Riedel O.
El pensamiento estratégico de Georg lo impulsó a comprar en 2004 la fábrica alemana de copas F.X. Nachtmann, ya que apostaba a las posibilidades de crecimiento del sector de copas fabricadas mecánicamente. Actualmente, Riedel comercializa tres marcas: Riedel, Spiegelau y Nachtmann.
Entre la docena de colecciones que Riedel lanzó al mercado, hay cuatro series que se distinguen considerablemente del resto:
• Sommeliers: En 1973, Claus Riedel lanzó a escala mundial esta serie de diez tamaños diferentes desarrollada con la ayuda de la Asociación de Sommeliers Italianos (ASI). Cada una es el resultado de una creación artesanal: la parte superior es soplada en un molde, mientras que el pie y la base se hacen mediante técnicas ancestrales.
• Vinum: Introducida en 1986, esta serie ha sido la primera fabricada a máquina en toda la historia y fue diseñada teniendo en cuenta las distintas variedades de uva. Esta colección desarrollada por Georg Riedel ha influido de forma permanente sobre la cultura de las copas de vino en todo el mundo. Basándose en el principio que afirma que la forma depende del contenido, las copas Vinum también son elaboradas con un cristal que contiene más del 24% de plomo.
• Wine: Esta elegante serie combina un pie decorado que capta la luminosidad con la forma esférica tan popular de estas copas. Su aspecto y su precio las sitúan en la categoría de copas funcionales, fabricadas a máquina con cristal sin plomo.
• Vinum Extreme: Son fabricadas a máquina desde su lanzamiento en 1986 y marcaron un importante avance en el concepto de copas para gourmets. Este progreso se vio beneficiado por la mejora continuada de la calidad del vino y el descubrimiento de sus efectos saludables, entre otros factores.
La historia de este objeto, desde sus orígenes sencillos hasta las complejas y refinadas piezas de cristal de hoy, refleja la evolución como amantes del buen beber y el énfasis en cada detalle de la experiencia sensorial. Con su enfoque en el diseño para cada tipo de vino, Riedel transformó para siempre la percepción de las particularidades de cada cepaje. En un mundo donde la cultura vínica y sus rituales continúan reinventándose, las copas se mantienen como el vínculo entre la tradición, la innovación y el disfrute.