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Ballantine’s Blended Scotch Whisky: De Escocia al mundo
Con casi dos siglos de historia, este blend es el esfuerzo de una familia que, con su visión única, su pasión por la calidad y su espíritu empresarial creó un blend exclusivo que se ha convertido en el segundo whisky escocés más importante del mundo.
El prestigio de la marca de este whisky es el producto del trabajo y esfuerzo de una familia y, en particular, de George Ballantine, su fundador. Su visión única, su pasión por la calidad y su espíritu empresarial crearon un blend exclusivo que se ha convertido en el segundo whisky escocés más importante del mundo.
George nació en 1809 en una familia de granjeros del sur de Escocia y su primer trabajo fue en un almacén de la región de William Hunter, Edimburgo. Dieciocho años después estableció su propio negocio de whisky en esa ciudad y otro en Glasgow, que dirigió con sus hijos. Rápidamente, George Ballantine & Son Ltd comenzó ser famoso por el estilo de su blend –whisky de malta y grano– que él mismo elaboraba mientras daba origen a una de las marcas con más renombre de Escocia.
El hijo del fundador, también llamado George, sucedió a su padre una vez que se retiró en 1891 y estableció sus oficinas en la prestigiosa calle Argyll Street de Glasgow donde comerciaba whisky, vinos y puros. Bajo su mando, la compañía se inclinó a la exportación de bebidas y a la promoción de las marcas de malta Old Glenlivet y Talisker.
En 1903 el negocio de la familia ganó una Orden Real por sus “negocios inmensos en la venta de vinos y espirituosas con distinguidas familias de todo Escocia y muchas partes de Inglaterra e Irlanda”. En la década del 20, y luego de haber pasado por manos de los sobrinos de George I, la familia Ballantine vendió su compañía a sus socios James Barclay y P. A. McKinlay quienes formaron una empresa con el nombre Ballantine’s y concentraron las exportaciones de la marca hacia los Estados Unidos. Asimismo, ambos pusieron énfasis en el apellido del fundador, que no había sido utilizado hasta entonces, redimensionaron el negocio especializándose en whisky y dieron continuidad a la política de marketing internacional iniciada por la familia Ballantine. Durante la prohibition, o “ley seca”, vigente entre 1920 y 1933, Barclay se esforzó mucho para lograr distribuir sus productos; esto dio resultado, ya que, a mediados de los años 30, su marca tenía la mejor red de distribución de la costa este.
A pesar de avistar un futuro prometedor, los empresarios no tardaron en darse cuenta de que necesitaban más recursos para competir en el mercado mundial, éstos les fueron facilitados por la gran destilería canadiense Hiram Walker Gooderham & Worts.
El primer objetivo de esta etapa fue aumentar la producción y embotellado, por lo cual compraron las destilerías de Miltonduff y Glenburgie, y construyeron una nueva destilería de grano -la más grande de Europa– en Dumbarton.
A partir de 1960 la compañía centró su atención en el mercado europeo, desconocido en esa época para los productores escoceses, y tuvieron tanta aceptación que a partir de ese momento los negocios de Ballantine’s dentro del continente no pararon de crecer.
La complejidad, unida al equilibrio del estilo característico de Ballantine’s, perdura a lo largo de los años y en todo el portafolio de sus whiskies.
Para la elaboración de todos los whiskies añejos, en Ballantine’s se emplean más de 40 maltas seleccionadas de las cuatro regiones productoras de Escocia: Highlands, Islay, Lowlands y Speyside. Esta continua búsqueda de calidad y diversidad proporciona a los blends su clase y su carácter único.
Desde 1827 hasta la actualidad sólo ha habido cinco maestros mezcladores, lo que determina la importancia que la continuidad tiene para la firma.
El arte del maestro mezclador consiste en ensamblar maltas de gran calidad con whiskies de grano previamente seleccionados para crear un whisky equilibrado mediante una técnica de mezclado de lujo.
Sandy Hyslop, el actual maestro mezclador, fue designado en 2005 después de 24 años de entrenamiento. Hoy es el guardián de las recetas originales de George Ballantine y su responsabilidad fundamental es, según sus propias palabras: “Asegurar que se mantenga la consistencia y calidad de las mezclas que tienen que ser las mismas de una hornada a otra, año tras año y de generación en generación, tal como ha sido en los últimos 197 años”.
De todo y para todos los gustos
El equilibrado, y a la vez complejo, estilo de Ballantine’s permaneció intacto en el tiempo y en toda su gama. Sus whiskies siempre maduraron en barricas de bourbon, donde reposan hasta alcanzar su carácter y su sabor único a lo largo del tiempo. El portfolio se compone de cinco exclusivos whiskies.
Ballantine’s Finest. Suave, equilibrado y dulce, este whisky presenta aromas profundos con toques de especias. De cuerpo redondeado y paladar equilibrado, es un blend con notas a manzana y vainilla seguidas por un dulzor final delicado y floral.
También dentro de esta línea está “True Music Icons”, la colección que le rinde tributo a los grandes iconos de la música. El primero en ver la luz fue la edición limitada de Queen y le siguió AC/DC.
Ballantine’s 12 años. Se caracteriza por ser equilibrado y cremoso. De color miel-oro brillante y aromas dulces con importante influencia del roble y la vainilla, se presenta complejo al paladar, con el dulzor característico de la miel.
Ballantine’s 17 años. Este armonioso blend es de color ámbar a la vista y presenta un aroma profundo y equilibrado con un toque de vainilla de su paso por madera. De cuerpo completo y cremoso, su sabor es complejo, vibrante y ahumado, con un final largo y con notas a vainilla y un toque de sal.
Ballantine’s 21 años. Es, sin lugar a dudas, el más picante y se distingue por su color rojizo y su estilo aromático. Presenta notas a miel con toques florales y de manzana, mientras que en el paladar se siente ahumado y especiado. De cuerpo suave satinado, su final es largo con toques leves de jerez.
Ballantine’s 30 años. De profundo color dorado y aromas dulces con toques de roble y vainilla, este afamado blend es complejo, equilibrado y rico, con notas florales, de jerez y de miel. Su final es largo y elegante.