CRÓNICA DE UNA DE LAS ÉPOCAS MÁS LINDAS DE LA VIDA
Volvió el espíritu carrocero a los Galpones del Puerto y los adolescentes volvieron a reír
Luego de dos años de pandemia, donde el desfile salió en versiones edulcoradas y no del todo efectivas, este 2022 encuentra a los adolescentes de nuevo trabajando a pleno en las amadas carrozas estudiantiles. Porque el aislamiento no sólo afecto al evento en sí, sino también a todo lo que conlleva la convivencia en los galpones de la Costanera, con todas las enseñanzas de vida que tienen estas semanas de trabajo arduo.
Por Amílcar Nani
Desde hace unos días, los Galpones del Puerto volvieron a tener ese ambiente que debe tener a esta altura del año. Olor a engrudo, chispazos de electrodos de soldadoras, ruido a fierro y, por sobre todas las cosas, música variada a todo volumen.
Entre el enjambre de adolescentes, los parlantes bluetooth y los equipos de música improvisados conforman una especie de festival improvisado donde suena desde Bad Bunny, Rodrigo Bueno, Trueno y Lali.
Sin dudas, la música es la principal compañía de los carroceros, que ya tomaron los Galpones del Puerto para realizar los trabajos que se exhibirán en la pasarela del Corsódromo en la próxima edición del Desfile de Carrozas Estudiantiles, que luego de dos años de pandemia volverá a su vieja modalidad.
Durante la semana, Ahora ElDía recorrió ese punto de la Costanera para describir el regreso a la normalidad de los adolescentes, uno de los sectores etarios más afectados por el coronavirus, sobre todo porque es una edad donde las relaciones no se generan en la soledad del aislamiento sino en el cara a cara y el trabajo mancomunado, algo que cumple de sobra la propuesta de las carrozas estudiantiles.
De lunes a viernes, son en su mayoría los estudiantes los que trabajan a destajo. Están los que sueldan, los que decoran, los que preparan engrudo y también los que hablan sin hacer nada o planean alguna que otra picardía. Todos forman parte de un mismo ecosistema.
Los grupos se encuentran trabajando activamente en las diferentes parcelas distribuidas por el área de planeamiento de la Comisión de Carrozas Estudiantiles (CCE), y todos conviven en una armonía y mezcla típica de la adolescencia.
“El trabajar con 25 grupos en los galpones da una cierta comodidad para poder desarrollar las actividades. Esto también ayuda, al haber más espacio, para minimizar los riesgos que conllevan los trabajaos en galpones. Asimismo, se continúan exigiendo las medidas de seguridad pertinentes, tanto a chicos como a los adultos que los acompañan, como también el uso correcto de los elementos de trabajo y de prevención como guantes y máscaras para soldar. En esto somos estrictos, ni chicos ni grandes pueden trabajar sin las protecciones correspondientes”, había expresado Alejandro Valiente, Secretario de Planificación de la CCE, cuando las divisiones seleccionadas ocuparon los Galpones del Puerto. En este sentido, para mantener los detalles en lo que respeta a la seguridad está personal de Defensa Civil recorriendo todo el predio para mantener los recaudos.
Lo cierto es que, a diferencia del año pasado, cuando se pudo trabajar en los Galpones del Puerto en un proyecto más reducido y rudimentario de las Carrozas Estudiantiles, este año no hay barbijos y no hay distanciamiento social. Y más allá de que se ve un mate de mano en mano haciendo ronda, unos pocos adquirieron la costumbre de tener el suyo propio sin compartir. Quizás, este sea el único resabio de la pandemia en este 2022.
Para mayor seguridad de los adolescentes, la calle interna de los Galpones del Puerto está cortado el tránsito vehicular a partir de la nave 4. Es que en toda esa franja que quedó peatonal los tachos con fuego dentro están por todos lados, siempre a cargo del que le toca revolver el menjunje de harina y agua que servirá como el pegamento estrella en todos los trabajos.
A diferencia de los días de la semana, el fin de semana llega la retaguardia a ayudar: padres, tíos, hermanos y abuelos se unen al trabajo adolescente, sobre todo para comenzar con los preparativos de los chasis y la parte motora de las carrozas. Todos colaboran a la par, compartiendo momentos, esfuerzos y tareas.
Hay una certeza: nada mejor que una ausencia para notar la importancia de algo. Tras dos años donde nos tuvimos que ver de lejos o por zoom y hemos tenido que prevalecer en las costumbres egoístas sustentado todo en un sentido de supervivencia, en este 2022 los adolescentes volvieron a ser lo que siempre fueron: una franja etaria donde se aprende lo básico de la vida, como lo es la amistad, la convivencia y la fraternidad.
Nadie que haya hecho carroza puede negar que el fin único sean los trabajos que desfilan en el Corsódromo. Por el contrario, las carrozas son la excusa para emprender una aventura donde los púberes se comprometen en un objetivo, trabajan codo a codo, se divierten, están fuera de sus casas en un ambiente seguro, se enamoran, se pelean y aprenden a enfrentar las adversidades.
En este 2022, los Galpones del Puerto volvieron a ser ese refugio que los estudiantes tienen todos los años para aprender a vivir y a crecer haciendo algo único que dejará recuerdos imborrables, como los que se generan durante la época de las Carrozas Estudiantiles.