CALIDAD DE VIDA
¿Vivir en Gualeguaychú tiene beneficios para la salud mental?
Según un informe realizado por la Universidad Católica Argentina, una de cada cuatro personas adultas en el país sufre ansiedad o depresión. En este sentido, es interesante preguntarse si la vida alejada de los grandes centros urbanos puede ser o no un alivio para estos padecimientos.
El informe sobre “Deudas sociales crónicas y desigualdades crecientes. Desafíos para la agenda pública” es realizado por la UCA desde el 2004 y no sólo aborda indicadores de tipo económico, sino también las condiciones psicosociales en que viven las personas en nuestro país.
En este sentido, los cuatro factores que se evalúan en esta dirección son el malestar psicológico, la creencia de control externo, el déficit de proyectos personales y el sentimiento de infelicidad.
No obstante, la variable de estudio que más llamó la atención fue la que mide el malestar psicológico de la población.
Al respecto, Solange Rodríguez Espínola, quien es parte del equipo de investigación, explicó a Ahora ElDía que “era un indicador medianamente sostenible hasta la pandemia, que marcó una diferencia en cuando a las percepciones que tenían las personas sobre sus estados emocionales y afectivos”.
No obstante, a diferencia de años anteriores, donde la sintomatología ansiosa y depresiva se evidenciaba mayormente en grupos más vulnerables, durante la pandemia se volvió más homogénea y se manifestó en personas que pertenecían al nivel socioeconómico medio. Esta situación volvió a suceder en 2023.
“Durante los años posteriores a la pandemia, el gran impacto económico e inflacionario ha tenido una impronta en cuanto a la suma de lo que pueden ser estos factores asociados que producen mayor malestar, sobre todo en mujeres, en personas entre 35 y 60 años, en quienes tienen responsabilidades económicas como jefes y jefas de hogar, y en aquellos que viven en contexto socioeconómicos más vulnerables”, amplió Rodríguez Espínola.
Esto se traduce en números: “Uno de cada cuatro adultos presenta sintomatología ansiosa y depresiva. Además, se observa un incremento notorio en los últimos dos años respecto a la serie. El malestar psicológico alcanza su pico máximo en 2023, con un valor de 26,7%”, detalla el informe.
No obstante, Rodríguez Espínola resaltó que “los indicadores indican mayor malestar en personas que viven en el área metropolitana de Buenos Aires, es decir en la ciudad y el conurbano, si bien estas condiciones son constantes con respecto a otras áreas metropolitanas, pero los estados de mayor vulnerabilidad están dados en contexto de AMBA, que no quiere decir que no estén en otras, sino que en estos muestran valores más elevados en 2023”.
La situación en Gualeguaychú
La psicóloga María Elisa Benetti se refirió a la situación psicosocial que se vive en la ciudad y señaló que “desde hace un tiempo venimos intentando paliar o sostener las consecuencias de la crisis pandémica que fue muy fuerte”.
A esta realidad se suma la crisis económica, que si bien no es la causa de los trastornos de ansiedad y depresión, exacerba condiciones previas.
“En el país venimos asistiendo a cambios, sobre todo políticos, que han sido rotundos y generadores de muchísima incertidumbre, más allá del posicionamiento de las personas, se han modificado muchas cuestiones a nivel simbólico y eso ha implicado inestabilidad e incertidumbre. También hubo muchísimos movimientos en el poder adquisitivo, muchos se han quedado sin trabajo y, además, está la amenaza de perder derechos fundamentales como el acceso a la salud, a la alimentación y a la educación”, afirmó.
Por otra parte, Benetti compartió una experiencia que le tocó vivir en su pasaje por la salud pública donde se encontró con que no había medicación psiquiátrica y que las personas que venían con un tratamiento comenzaban a descompensarse: “Son pacientes que no pueden comprar la medicación porque no tienen obra social y además porque es muy cara. Estamos en una situación extremadamente preocupante ante la cual es necesaria la toma de políticas públicas en salud mental”.
En tanto, en los últimos meses, la profesional mencionó que recibió en el consultorio más cantidad de situaciones de ansiedad exacerbada “que venían bien y ahora toda la cuestión contextual en todos los niveles detonan las condiciones previas”.
En este sentido, llamó la atención que, en el ámbito de atención privada, nota que hay personas que “dejaron de concurrir a su espacio terapéutico porque tienen que elegir entre ir a terapia o darle de comer a sus hijos o a sí mismas u otras cuestiones que son necesidades básicas urgentes”. Y agregó: “La mayoría pide espaciar las consultas a pesar de que eso no sea lo mejor para su tratamiento, pero mucha gente lo ha interrumpido. Y hay otras que no nos llega, tampoco nos va a llegar completamente en el público porque las cuestiones de salud mental hasta que no explotan en general se postergan y además que los servicios públicos están sobre saturados entonces, tampoco se puede acceder a esa atención”.
Los beneficios de vivir alejados de grandes centros urbanos
Aunque el contexto macroeconómico y social impacta de igual manera en el país, las ciudades más pequeñas tienen factores que ayudan ante situaciones de sufrimiento mental o de vulnerabilidad.
En este sentido, Benetti manifestó que “en comunidades donde hay lazos afectivos, vecinales y redes sociales activas y continentes, ante una situación problemática o tensionante va a ayudar a fortalecer la salud mental o a poder encontrar mayor apoyo, ayuda y compresión. Imaginemos un barrio de Gualeguaychú, donde una familia se queda sin trabajo, sus vecinos los conocen, están atentos a ver si comen o no, si hay niños abrigados o no. Esta situación no siempre es exclusiva de las ciudades más pequeñas, pero en ellas se ve facilitado porque nos podemos ver mucho más, en las grandes ciudades, el anonimato y los ritmos rápidos hace que se cree una coraza de indiferencia”.
Es por esto que “en los casos en que la comunidad es pequeña y que se desarrollan vínculos comunitarios fuertes eso actúa como un factor que ayuda ante situaciones de sufrimiento mental o de vulnerabilidad”, concluyó.
Por su parte, el psicólogo Andrés Manzur agregó que “Gualeguaychú, aunque no es un pueblo, conserva algunas rasgos que hacen una diferencia. Por ejemplo en la pandemia, a diferencia de la situación en Capital Federal, fue mucho más relajado, con menos restricciones y más ventajoso en relación a la salud mental. Además, los lugares chicos conservan algunos entornos que son más saludables que las grandes ciudades como el contacto con la naturaleza, la falta de dificultades de transporte, manejo en general de un lugar a otro que favorece el vivir un poco más tranquilo, por supuesto uno puede estar nervioso y ansioso en la ruralidad, pero por supuesto que contribuye a que no sean tan notorias las cuestiones ansiosas”.