ANÁLISIS
Urquiza, Rosas, Caseros y después
La Batalla de Caseros, producida el 3 de febrero de 1852, en la actual Ciudad Jardín, Lomas del Palomar, partido bonaerense de 3 de Febrero, sigue formando parte de los debates historiográficos de Argentina. Y mucho más son los estudios y disputas políticas acerca de las figuras de Justo José de Urquiza y de Juan Manuel José Domingo Ortiz de Rozas y López de Osornio (Juan Manuel de Rosas). No es mi intención en este artículo sumarme al debate a favor de uno u otro.
Sin profundar demasiado en esta tesis, diría que en la vida de Urquiza hay cuatro etapas muy marcadas. La primera es en su entorno familiar hasta que comenzó a atender la administración de los campos y los negocios originados por su padre antes de la gesta revolucionaria. Vale aclarar que don Josef de Urquiza, padre de Justo José, no adhirió al movimiento revolucionario de Mayo y abandonó Concepción del Uruguay para irse a vivir junto a su familia a Montevideo y luego regresar hacia 1812. La segunda está relacionada con su incursión en la política de la mano de su hermano mayor, Cipriano, y como lugarteniente de Echagüe y Rosas en la década de 1830 y primera mitad de la siguiente, en donde su liderazgo militar y carisma político entran en juego. La tercera es la etapa de Urquiza gobernador de Entre Ríos (dese 1841) hasta la asunción como presidente de la Nación en 1854. Por último, su rol en la escena nacional; en donde sus vaivenes políticos e intereses comerciales personales marcan el rumbo de esos años.
Urquiza y el Ejército Grande en Gualeguaychú
El año 1851 fue un año importante en la vida política y privada de Urquiza: dictó el Pronunciamiento a Rosas y como una de las consecuencias de esta medida política estableció, en la isla de Fraga (hoy Libertad), su rancho cuartel general, desde donde organizó el Ejército Grande que luchó en Caseros el 3 de febrero de 1852. Además, se conoció y pasó a convivir con Dolores Costa. Y elevó de categoría jurídica –de Villa a Ciudad– a Gualeguaychú, lo cual generó avances en lo económico, lo poblacional y la vida social y cultural en general.
El “Pronunciamiento” fue un decreto del general Urquiza en su condición de gobernador de Entre Ríos, en el cual aceptaba la renuncia de Rosas y reasumía para Entre Ríos la conducción de las relaciones exteriores. Año tras año, argumentando razones de salud, Rosas presentó su renuncia a la conducción de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina, en la seguridad de que no le sería aceptada. Y lo hacía en términos como estos: “La irreparable pérdida de mi amante esposa Encarnación, la prolongada lucha de mis más queridas afecciones para subordinarlas a mis altos deberes y los principios de mi vida pública, aléjanme de una posición en que fuera desacuerdo reproducir sacrificios ya colmados. Con intenso anhelo, muy encarecida y humildemente, os suplico que, sin pérdida de tiempo, elijáis la persona que ha de sucederme en el mando supremo de la provincia”.
Las principales causas de esta postura política, que en la práctica significó el enfrentamiento a Rosas, eran políticas y económicas. La primera, relacionada con el incumplimiento de los Pactos firmados entre las provincias del litoral para el dictado de la Constitución Nacional ya que Rosas se negaba reiteradamente a convocar un congreso constituyente; la segunda, el reclamo de Entre Ríos por la libre navegación de los ríos para facilitar el comercio exterior de sus productos sin la necesidad de pasar por Buenos Aires. No hay que pasar por alto que Urquiza, más allá de su rol político, era un empresario. Considero que esto fue un factor importante en la toma de decisiones.
Gualeguaychú se convirtió en un epicentro importante atento lo que se estaba organizando en términos militares y con ello las visitas de diferentes personajes del arco político nacional. Uno de ellos, quizás uno de los más controvertidos de nuestra historia nacional, Domingo Faustino Sarmiento (su verdadero nombre era Faustino Valentín) estuvo varios días en la ciudad a fines de 1851.
La grieta política en la ciudad
En la complicada situación política de aquellos años proliferaron los periódicos, muchos de los cuales fueron utilizados con fines meramente partidistas. Tal fue el caso de “La Esperanza de Entre Ríos”, del inmigrante francés José Lefevre, que fue un férreo opositor a Urquiza. Otros órganos periodísticos criticaron su postura. Así, “La Época” y “El Duende” lo acusaban duramente al sostener socarronamente que al periódico lo escribía Sarmiento. Más allá de los exabruptos de ambas partes, la realidad es que no era común que se levantasen públicamente las voces opositoras a los gobiernos de turno. El apoyo de los hombres de Buenos Aires hacia los adversarios de Urquiza era notable. Las posturas llegaron a ribetes importantes. Tal como decimos hoy, la grieta ideológica complicó la convivencia social y familiar. Por un lado, estaban los “crudos” que se agrupaban en la “Sociedad Entrerriana” y los “cocidos”, los apoyados por los porteños, se reunían en el “Liceo Recreativo”. Integrantes de ambas sociedades, hacia 1860, conformaron el Club Social Recreo Argentino.
Fin de una época
Sin dudas, que la Batalla de Caseros fue un fin de época. Se avanzó hacia la redacción y aprobación de la Constitución Nacional de 1853. No obstante, no significó la pacificación entre los sectores políticos y económicos. Buenos Aires bajo el mando de los Alsina y Mitre complotaron constantemente para que la Confederación fracasara. A mi criterio, debido a los intereses porteños en el control de los dividendos de la aduana y el control comercial. El triunfo de Urquiza por sobre Rosas no implicó el dominio político del primero en Buenos Aires. Es más, nadie quería asumir la gobernación hasta que fue nombrado Vicente López y Planes tras acordar una abultada suma de dinero. El poder del entrerriano solo se consolidó en el interior del país, cuya capital era Paraná. El final de este capítulo fue la Batalla de Pavón, en donde, la pactada derrota de Urquiza a favor de Mitre produjo un cambio de paradigma en la organización nacional tras la persecución y muerte de los últimos caudillos federales.