ROMPIENDO ESTEREOTIPOS
Una voz disidente y feminista: “Eso de cumplir con el cuerpo hegemónico 90-60-90 está vencido hace rato”
Vitoria Zapata tiene 26 años, es militante feminista y comunista. Nació con labio leporino y, en la séptima marcha de Ni Una Menos, en Gualeguaychú, hizo carne un discurso potente en términos políticos, pero aun más poderoso en esa difícil tarea de romper estereotipos. En esta nota, la estudiante de educación inicial habló del estigma de la primaria, de sus seguridades y sus miedos, y de la política como “herramienta de transformación”.
Por Luciano Peralta
“Repudiamos los recientes dichos del misógino diputado Milei, quién nos advierte que cerraría el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. Sabemos que su amenaza responde a su posicionamiento ideológico, en el que nuestras vidas no tienen prioridad, como expresión de un plan económico neoliberal que cierra ministerios y achica el Estado”. El discurso está cargado de potencia, Victoria Zapata lo sostiene con su voz y con su pequeño cuerpo, arriba del reducido escenario que se ha montado para la séptima edición de Ni Una Menos, en la plaza San Martín.
La joven estudiante de Educación Inicial es parte de Enredada Feminista, se reconoce feminista militante y también conforma las filas del Partido Comunista Gualeguaychú. Hace 26 años nació, en Nogoyá, con labio leporino. Condición que, lejos de retraerla, vive con absoluta normalidad. “Siempre fui muy consciente de eso, porque desde que nací una vez por mes me tocaba ir a La Plata, que fue donde me operaron. Tengo tres operaciones hechas. También teníamos las reuniones de comité, en la que estaba todo el equipo: el ortodoncista, la dentista, la psicóloga, la trabajadora social, el cirujano plástico, ahí te van evaluando periódicamente”, cuenta, para esta nota.
“En casa siempre me contaron mi historia, nunca me ocultaron nada. Siempre fui muy consciente de que había nacido con labio leporino. Pero no es algo que me haya molestado, nunca lo tuve como un obstáculo, lo viví siempre desde un lado de normalidad”, dice, segura, mientras ceba su mate dulce, en la comodidad de su casa. Aunque reconoce que “en algunos momentos era la fea del curso, ponele; tenía ese estigma, por usar aparatos, pero creo que nunca lo viví al nivel de querer dejar hacer algo porque la estaba pasando mal, nunca me afectó a ese nivel y tampoco me angustiaba tanto”.
-Pero te generaba angustia
-Sí, lo registraba, digamos. Pero también había otros compañeros que no encajaban con la media, digamos, y teníamos nuestro grupito. Haciendo red, de chiquita (se ríe).
-¿Cómo entra el feminismo en tu vida?
-Siempre digo lo mismo, cuando hablo del tema. Hay una frase muy linda que dice que una se hace feminista con su propia historia. Después de descubrirme feminista-militante, miré hacia atrás, miré mi vida, y me reconocí feminista. Siempre lo fui, en realidad, pero no siempre lo supe. Empecé a militar con la IVE -Interrupción Voluntaria del Embarazo-, en el 2018, más o menos, y encontré mi lugar en mundo.
-¿En qué aspecto te sentiste más interpelada por el feminismo?
-Las violencias, seguro. Las imposiciones del patriarcado, eso de cumplir con el cuerpo hegemónico 90-60-90, algo que está vencido hace rato. Todes somos diferentes, todes somos distintos. Y está bien ser distinto, creo que es por ahí. De chiquita era muy flaquita, tenía que vestirme en casas de niñas, para que te des una idea. Y hoy, aunque hoy hay una ley de talles no se cumple. Es lo mismo.
-¿Cómo llegás al escenario del Ni Una Menos?
-La asamblea (de Enredada Feminista) es un lugar abierto y participativo, desde donde se construye entre todes, y todes tienen la posibilidad de estar arriba del escenario dando el discurso. Fui parte de la Comisión Documento, porque me gusta escribir, y dije que quería leer una parte del documento. Fue así, nada más. Normal.
-¿Cómo te sumás a la militancia política?
-Me pasó lo mismo que con el feminismo. Siempre estuve al tanto de lo que pasaba en el país o de quiénes eran los ministros, por ejemplo. Yo se los nombraba a mis amigas y ellas no tenían ni idea de quienes les estaba hablando. Lo mismo me pasaba a mí cuando me hablaban de un diseñador de moda conocido, no entendía nada (risas). Cuando llegué al partido, por mi primo, dije también ‘pucha, siempre fui comunista y no lo sabía’. Creo que la política es una gran herramienta de transformación social, porque no todes tenemos las mismas posibilidades, depende del barrio en el que nacés, de la clase social de la que sos parte. Creo que la política es esa herramienta de transformación, esa herramienta que sirve para emparejar las cosas.
-Se te nota muy segura, pero igualmente te da un poco de miedo los comentarios de la nota, ¿por qué?
-Si bien estamos hablando de feminismo y de política, también estoy contando mi historia, estoy contando quien soy, creo que tiene que ver con eso. Y, a parte, hay mucha maldad en el mundo, en la gente. Lo que pasa en las redes sociales es que hay una impunidad grandísima, cualquiera comenta lo que quiere sobre los demás y no importa si afectan al resto. Desde el anonimato es muy fácil decir lo que se dice, pero después hay que hacerse cargo de eso, y realmente no pasa.