TIENE TRASTORNOS DE COMUNICACIÓN
Una niña entrerriana no pudo comenzar el jardín porque no tenía puesto el barbijo
El hecho ocurrió en una escuela de Victoria. La niña, de 4 años, tiene trastornos de comunicación, diagnosticados por una fonoaudióloga, pero no pudo comenzar su primer día de clases porque le impidieron el ingreso ante la falta de barbijo.
La mamá de la nena de 4 años relató la difícil situación a la cual se tuvo que enfrentar ante el inicio del ciclo lectivo. La pequeña, debía comenzar el nivel inicial en la escuela Nº 48 Nicolás Avellaneda, de la ciudad de Victoria, pero no pudo hacerlo porque no le permitieron el ingreso sin barbijo a la menor que padece un trastorno de comunicación. También expresó que si prospera esta postura de parte de las autoridades escolares, iniciará acciones legales amparándose en los derechos constitucionales y tratados internacionales como los Derechos del Niño. Además, ella misma citó la disposición del Consejo General de Educación (CGE), donde se deja en claro que se trata de una “recomendación” no una imposición, al punto que nadie puede ser sancionado por no seguirla.
“La semana anterior tuve una entrevista individual con su maestra donde le comenté ciertas problemáticas de mi nena, que el año pasado fue diagnosticada con un trastorno en la comunicación, además de antecedentes por broncoespasmos, anticipándole que no la voy a enviar con barbijo, por ese motivo y el amparo constitucional que rige”, comenzó explicando la entrevistada, al tiempo que añadió que la maestra lo plantearía a la dirección, a quien la familia se comprometió a presentar un escrito explicando la situación en detalle.
“Llegó el día jueves, fuimos a la escuela, nos dejamos tomar la temperatura, la mayoría de los chicos estaba con barbijo. En ese ámbito la maestra invitó a los chicos a sentarse en el piso para hacer la presentación —supongo— mientras mi nena se la veía súper ilusionada, pero en ese preciso momento la docente me hizo ver la falta de barbijo, y ante la explicación de la negativa a que lo portara, con el escrito en mano para presentar, la apartaron de la fila dejándonos esperando sin poder ingresar”.
Al tratarse de un período de adaptación, que generalmente se extiende por el lapso de una hora, la mamá accedió a esperar para dialogar con el directivo: “todo lo que vos quieras decir está bien, pero acá hay una normativa que debemos respetar”, comentó que le dijo y anticipó que hablaría con la supervisión.
Llegó el recreo, los chicos salieron a jugar y la niña los vio, “fue entonces que la situación empeoró porque quería ir a jugar allí, además de cómo le hacía entender el no de esa circunstancia”.
En otras oportunidades donde la pequeña fue a la fonoaudióloga, le habría recomendado a la familia que ante situaciones nuevas o distintas, debían anticipárselas con cierto margen de tiempo para que no provoque un impacto negativo. “Por eso le había comentado que iba a empezar la escuela, la posibilidad de jugar con otros chicos, entre otros aspectos, y de pronto no podía hacer nada de eso mientras asistía a los argumentos de uno y otro docente, eso generó que se tire al piso, empiece a llorar y evidencie la angustia que la invadía”.
La acción se cobró varios testigos, dentro de los cuales, varios chicos del nivel primario no portaban barbijos, manifestó , mientras jugaban e interactuaban en ese espacio, típico cuadro de una circunstancia donde es difícil guardar distancia, y demás cuidados que se piden en estos casos.
Mamá e hija se terminaron retirando del lugar, “convencí a mi nena de ir a tomar un helado porque no había forma de sacarla de la escuela de otro modo. Y al llegar mi marido le dije lo que ocurrió y se presentó en el establecimiento. Para ese entonces ya había llegado la directora de Radio (que es un cargo superior dentro de la estructura docente), hablaron del tema, le hicieron firmar un papel escrito a mano, donde figuraba que él se comprometía a traer un certificado médico que avalara el no uso de barbijo”.
La mamá aduce que esa firma se dio en medio de la tensa situación que reinaba en el lugar, pero con el paso de los días no logró que, ni el pediatra, tampoco el fonoaudiólogo, avalaran su necesidad con una firma. “No podemos…” le expresaron, aduciendo el riesgo de sus matrículas y demás.
Trastorno no es patología, y por ende, surgen trabas profesionales que impiden argumentar esa instancia que atraviesa la niña. “Ella está en un proceso de aprendizaje con un trastorno en la comunicación. Nos piden un certificado por si se quejara algún papá… ¿qué van a hacer si se queja? Van a mostrar información sensible y privada sobre la salud de nuestra hija?, eso está prohibido, invocamos la ley de Habeas Data, ¿qué están pidiendo? Están pasando por sobre sus derechos”.
Al cierre de nuestra edición, la familia se presentó ante las autoridades policiales donde hicieron una exposición del hecho, “porque en fiscalía no pudimos ingresar la denuncia directamente, ya que entendemos que estamos frente a un delito de coacción, además de la discriminación a la que sometieron a nuestra hija, aunque el sumariante no lo haya escrito en esos términos. Nosotros no vamos a detenernos acá: hoy (por ayer viernes) mi hija fue a la escuela, la dejaron ingresar pero le solicitaron el certificado. No sabemos qué ocurrirá la semana entrante, pero vamos a recurrir a la instancia judicial para que esto pare, esta postura es anticonstitucional”.
En otras escuelas de la provincia se supo, por los medios de comunicación, sobre casos similares, y en Crespo uno de los casos también derivó en denuncia.
Otra fonoaudióloga que vio a esta niña le dijo a la mamá que “había indicadores de autismo”, pero no pudo avanzar en el testeo que involucra otros estudios para confirmarlo. “Claramente esta niña, como muchos otros, retrocedió en las mejoras de su trastorno cuando comenzó la pandemia, al punto que era sumamente dificultoso conseguir turnos para fonoaudiólogos/as y psicopedagogos/as en este período”, que no ha cesado, pero en ese momento era imposible la presencialidad como tal, y la recomendación por todos los profesionales consultados era: socializar, volver al jardín, escuela, etc.
Incluso también puso el foco crítico en las clases por ZOOM que se promovían para estos niños, “que me parece otro error en las posibilidades de socialización y aprendizaje, porque ninguno aguantaba estar una hora frente a un monitor”.
Fuente: Paralelo 32