¿Una democracia sin partidos?
De un tiempo a esta parte de la historia política argentina la naturaleza del poder ha modificado su naturaleza y su modus operandi de manera traumática.
Por Dr. Raúl Arellano
OpiniónLos partidos políticos como verdaderos mojones donde de apoya la vida republicana de un país democrático están en crisis; producto de un desgaste y de una no actualización conceptual sobre su verdadero rol y su misión.Esta crisis institucional partidaria ha generado un sinnúmero de efectos no deseados en términos políticos, de liderazgos y de representatividad social.El grado de involución cívica se manifiesta analizando los últimos actos electorales donde el voto castigo (útil) ha definido las elecciones y esto es preocupante.Un voto castigo es una decisión producto del desencanto y de una actitud crispada, lejos de todo ideal, sin valores y de una falta absoluta de convicción política.Todo voto castigo apoya formulas de circunstancias que no tienen otra aspiración que ganar una elección pero lejos de ejercer su legitimo derecho electoral para gobernar por medio de un programa y en base a una gestión sustentable.La legitimidad de ejercicio esta por encima de la legitimidad de origen; en otras palabras; se prioriza la gestión.La gobernabilidad republicana (ejercicio) es un derecho que hace mucho no se ejerce en Argentina, porque la improvisación y algunas contradicciones instalan una agenda llena de urgencias y con nada importante; lo que hace que se vaya siempre detrás del problema.La falta de oposición atenta contra el sistema democrático, alimentando muchas fantasías y desarrollando un "vedettismo político" en muchos actores con alguna pretensión de poder futura. Una oposición no definida, sin programa y sin un objetivo claro anarquiza y potencia a opositores, instalando algunas ideas mesiánicas poco sustentables.Así como están las cosas da la impresión que los dirigentes se fagocitan a los partidos, vaciándolos de contenido, robándole la utopía y alejándolos de la gente.Los consensos y las internas partidarias son expresiones demodé para estos tiempos modernos donde el pulgar manda y las ideas sufren.Roa Bastos decía "en un callejón sin salida, la única salida es el callejón"; no sería una mala idea que los partidos hagan un verdadero esfuerzo para encontrar el callejón que los lleve a una salida posible.Una democracia sin partidos se aleja de la república y se acerca a una anarquía inconsistente y de bajas calorías.Definitivamente, los partidos políticos son el mejor reaseguro para construir una verdadera republica y recuperar aquella utopía que supimos conseguir; donde nos una el amor y no el espanto.
Por Dr. Raúl Arellano
OpiniónLos partidos políticos como verdaderos mojones donde de apoya la vida republicana de un país democrático están en crisis; producto de un desgaste y de una no actualización conceptual sobre su verdadero rol y su misión.Esta crisis institucional partidaria ha generado un sinnúmero de efectos no deseados en términos políticos, de liderazgos y de representatividad social.El grado de involución cívica se manifiesta analizando los últimos actos electorales donde el voto castigo (útil) ha definido las elecciones y esto es preocupante.Un voto castigo es una decisión producto del desencanto y de una actitud crispada, lejos de todo ideal, sin valores y de una falta absoluta de convicción política.Todo voto castigo apoya formulas de circunstancias que no tienen otra aspiración que ganar una elección pero lejos de ejercer su legitimo derecho electoral para gobernar por medio de un programa y en base a una gestión sustentable.La legitimidad de ejercicio esta por encima de la legitimidad de origen; en otras palabras; se prioriza la gestión.La gobernabilidad republicana (ejercicio) es un derecho que hace mucho no se ejerce en Argentina, porque la improvisación y algunas contradicciones instalan una agenda llena de urgencias y con nada importante; lo que hace que se vaya siempre detrás del problema.La falta de oposición atenta contra el sistema democrático, alimentando muchas fantasías y desarrollando un "vedettismo político" en muchos actores con alguna pretensión de poder futura. Una oposición no definida, sin programa y sin un objetivo claro anarquiza y potencia a opositores, instalando algunas ideas mesiánicas poco sustentables.Así como están las cosas da la impresión que los dirigentes se fagocitan a los partidos, vaciándolos de contenido, robándole la utopía y alejándolos de la gente.Los consensos y las internas partidarias son expresiones demodé para estos tiempos modernos donde el pulgar manda y las ideas sufren.Roa Bastos decía "en un callejón sin salida, la única salida es el callejón"; no sería una mala idea que los partidos hagan un verdadero esfuerzo para encontrar el callejón que los lleve a una salida posible.Una democracia sin partidos se aleja de la república y se acerca a una anarquía inconsistente y de bajas calorías.Definitivamente, los partidos políticos son el mejor reaseguro para construir una verdadera republica y recuperar aquella utopía que supimos conseguir; donde nos una el amor y no el espanto.
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