LA DANZA COMO CONEXIÓN E IDENTIDAD
Una bailarina gualeguaychuense brilla con sus clases de tango en Europa
María Belén Giachello es una artista de la ciudad que desde muy pequeña comenzó a incursionar en la danza, una disciplina artística que la llevó a recorren el mundo. Luego de tantos años afuera del país, le tocó por primera vez enseñar los pasos de 2x4 en su tierra natal.
Muchas veces es curioso cómo se cierran ciertos círculos. Esta es una de esas ocasiones, según palabras de María Belén. Pero, ¿qué círculo se cerró? Para responder esta pregunta, habrá que adentrarse en los comienzos de la artista en Gualeguaychú.
María Belén Giachello es una reconocida bailarina de tango en el mundo. Pero antes de convertirse en una artista consagrada, fue una niña que jugó en las calles de nuestra ciudad y que tenía un papá carnavalero: Miguel Ángel Giachello: “El hacía de Flash Gordon en el Carnaval y pertenecía a la comparsa Marí Marí. Le gustaba mucho”.
Sin embargo, a los cuatro años, María Belén tuvo que atravesar el fallecimiento de su padre. Esto llevó a que la familia se mudara a La Plata, lugar donde comenzó su camino en el arte junto con su hermano.
A los 10 años, ya era bailarina de folclore y había participado de un ballet de niños con el que hizo giras en todo el país. El tango se cruzaría en su radar por intermediación de su madre: “Con mi mamá y mi hermano, pasábamos todo el tiempo delante de la Casa del Tango. Entonces, en una ocasión, mi madre decidió entrar y nos preguntó si queríamos aprender a bailar. Inmediatamente le dijimos que sí”.
La bailarina recordó entre risas que en ese momento bailaba con un niño de 11 años a quien siempre le transpiraban las manos. Y que su docente, respondía perfectamente al arquetipo de profesora de tango: “Era rubia, fumaba y echaba humo con la boca torcida hacia un lado y siempre tenía los labios pintados de rojo. Además, tenía una voz gruesa y áspera con la cual nos daba las instrucciones”.
Como si fuera poco el tiempo que le dedicaba a la danza, María Belén comenzó a tomar clases de clásico en el club que quedaba al lado de su casa. Era tal su pasión por el baile, que ella misma relató que “venia de la escuela y me ponía un CD con el que bailaba una hora en el living de mi casa. Después a medida que fui aprendiendo cada vez más, me comenzaron a llamar de diferentes eventos. En ese momento, era una nena, tenía 14 años, aunque parecía más grande”.
De Argentina a Japón y Europa
La gualeguaychuense confesó que nunca pensó que iba a ser bailarina profesional, sino que el camino se fue desplegando delante de sí y una oportunidad llevó a la otra. “En un momento hubo una propuesta para ir a Capital Federal a bailar. También salimos en Canal 7 en “La noche con amigos”. Recuerdo golpearle la ventana a Vanina Bilous para hacer un casting y a los días nos llamó a mí y a mi hermano para que hiciéramos un reemplazo”, detalló sobre cómo fue el comienzo del despegue de su carrera.
A los 15 años, decidió presentarse a un casting para bailar en Japón: entre 80 parejas de baile sólo eligieron a dos: una fue ella.
María Belén no romantiza el proceso que la llevó a la posición en la que se encuentra en la actualidad. De hecho, reconoció que eran ambientes muy competitivos y que era muy sacrificado porque a la mañana tenía que ir a la escuela y luego debía asistir a danza y trabajar como bailarina, por lo que terminaba acostándose a las dos de la mañana: “Dormía muy pocas horas en esa época”, manifestó. Y agregó: Mi mamá nos acompañaba todas las noches, a pesar de que volvía muy cansada de trabajar. Si logré lo que hice fue por su apoyo. Siempre creyó en mí”.
Luego de Japón, tuvo propuestas para bailar en Brasil y Paraguay, entre otros destinos. De esta manera, sin detenerse a reflexionar demasiado sobre la cuestión, comenzó a hacer carrera como bailarina profesional de tango. De hecho, años después, confesó que si hubiese tenido la oportunidad de estudiar una carrera le hubiera gustado ser psicóloga.
En 2000, decidió migrar a Europa, primero a España y luego a Francia, donde está radicada hace ya muchos años: “Es un país cultural, donde el artista no es un ciruja que está pensando cómo llegar a fin de mes. De hecho, hay un estatuto jurídico para el artista. A las personas les interesa el arte en todas sus manifestaciones y forma parte de su vida cotidiana. Tienen un nivel cultural muy grande porque la situación económica se los permite; no están pensando en las necesidades básicas, entonces pueden hacerlo en la cultura y el entretenimiento”.
El tango para Giachello es y será siempre un cable que le permitirá sortear los límites del espacio y el tiempo, y que la transportará irremediablemente a la Argentina: “No sé cómo llegó a mí el tango, creo que lo sentí como algo propio, como algún tipo de identidad y, al partir joven, fue como una forma de arraigo, una válvula de oxígeno. Si no tenés tu cultura, podés perder quién sos y de dónde venís. Pero si estás en el fin del mundo y escuchás un tango en español te sentís en casa. Además, también está la poesía y la increíble sabiduría que transmite el género. Es una disciplina que te enseña a tener confianza, expresividad, podés sentir mucha intimidad porque estás cerca del otro, es como una comunión. Eso es fabuloso, estos puntos te ayudan a crecer como persona. Es como una terapia, hay alumnas que me dicen que no van al psicólogo, pero con una hora de clases, se sienten muy bien y se olvidan de sus problemas. En el tango tenés que estar en un estado de presencia, que es casi meditativo, sobre todo la persona que se deja llevar, uno está a la escucha de sí mismo y del otro. Es como un ser de cuatro piernas: nos movemos juntos y eso es lo más mágico del tango”.
Un círculo que se cerró
Luego de varios años enseñando en Europa, por primera vez, la gualeguaychuense pudo ser “profeta en su tierra”. Esta semana, María Belén Giachello dictó una clase sobre iniciación al tango y una master class. Al respecto, señaló que “fue fabulosos, estaba lleno de personas interesadas y había una buena predisposición a aprender. Después de cada ejercicio, aplaudían y noté mucha facilidad con respecto a lo que estoy acostumbrada. Las personas llevan el baile adentro. Nos divertimos y la pasamos muy bien. Fue muy emocionante”.
De esta manera, María Belén sintió como si algo se cerrara: “Después de muchos años, pude bailar y enseñar en la ciudad donde nací y donde mi papá también bailaba. Entonces, creo que, esta vez, se cerró un círculo”.
Para la artista, volver a la ciudad es muy importante: “Acá hay algo que en el exterior suele escasear: todos son muy amables y solidarios. Eso es un tesoro”.
María Belén aseguró que no se imagina estableciéndose en la ciudad porque por naturaleza es nómade, pero que sí se puede ver a sí misma viniendo un par de meses por año: “Quieta, no me veo en ningún lado”, afirmó y señaló que casi todas las semanas está arriba de un avión.
En las próximas semanas y meses, debe llevar adelante varios espectáculos y va a filmar un videoclip en el marco de un proyecto personal en Suiza. Sin embargo, volverá prontamente a sus raíces, a su Gualeguaychú, para descansar y nutrirse de inspiración y energía.