Un tiempo para la participación cívica
El inicio del debate de cara a la redacción de la Carta Orgánica Municipal y la apertura del Foro del Bicentenario de la Patria, abren en Gualeguaychú una oportunidad única para la participación ciudadana.De lo que se trata es de asumir el compromiso y el protagonismo de ser activos partícipes de la marcha de la ciudad, considerada la "casa de todos". Los vecinos, no importa el color ideológico, debemos asumir una política cívica activa.Sobre todo ante el desafío que se le plantea a Gualeguaychú de darse una Constitución local, llamada a regir la vida institucional, económica y social del municipio en los próximos años.Sin perder de vista que la redacción de la Carta Orgánica no es la panacea. Este instrumento jurídico es una suerte de contrato, simétrico de derechos y obligaciones.Pero no hay que caer en el pensamiento jurídico mágico según el cual las leyes se traducen automáticamente en el orden existencial. La Argentina es un país paradójico en el cual coexisten las leyes más avanzadas con la anomia social más extrema.Sería pecar de ingenuos si creyéramos que la Carta Orgánica Municipal, per se, modificará nuestras vidas. Esto último empezará a ocurrir recién cuando colectivamente sea cumplida, llevada a la práctica, por los actores sociales.Como sea, ese instrumento deberá expresara un deseo colectivo, las aspiraciones de una comunidad en torno al Estado ideal local. Para lo cual la ciudadanía deberá involucrarse en su proceso de elaboración.Lo peor que podría pasar, en este sentido, es que la Constitución local no refleje la idiosincracia o el talante de los gualeguaychuenses, por falta de participación de los vecinos.De ser así, habrán prevalecido en la redacción de la norma otros intereses de carácter minoritario, sean estos partidarios o de otro tipo. En ese caso, ante la ausencia del proceso colectivo de construcción, la Carta Orgánica carecerá de credenciales.Demás está decir que el debate por la redacción de esta norma debe estar precedido del mejor espíritu cívico, tanto de la dirigencia como del resto de los vecinos.Eso significa que deberá ser una construcción dominada por un bien superior: Gualeguaychú. Si las egolatrías o los intereses de grupo prevalecen sobre el bien común, el proceso habrá fracasado.En tanto, el Bicentenario de la Patria, que celebraremos en 2010, es una oportunidad histórica extraordinaria para recrear nuestra fe cívica en la ciudad y en la Argentina.Este acontecimiento no debiera pasar como uno más. Es un momento para reflexionar sobre el camino andado, con el objetivo de saber dónde estamos y para proyectar a dónde queremos ir.La argentinidad y la gualeguaychuidad debieran quedar ratificadas existencialmente en la sociedad civil, si el Bicentenario se viviera como un reencuentro con nuestras esencias.Tanto la redacción de la Carta Magna Municipal como los festejos por los 200 años de la gesta de Mayo, aparecen como una ocasión dorada para desplegar en acción la visión compartida por los vecinos de esta ciudad.Se sabe que la Argentina, hoy dividida por sectarismos de partido y prisionera de enconos y rencores, adolece de una acción programática de cara al futuro. Gualeguaychú, nuestra patria chica, podría ir contracorriente y dar una lección de unidad.Hay razones para ser optimistas en este sentido. Esta comunidad, cuando se la ha llamado a ser protagonista de causas colectivas nobles y justas, no ha arrugado, no se ha echado para atrás.Ojalá esa potencia cívica local empiece a operar ahora ante el tiempo institucional que se abre.
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