EDITORIAL
Un relato canónico que resalta el espíritu navideño
La literatura puede hacernos mejores. Eso pensaba el escritor inglés Charles Dickens, para quien "nadie es inútil en el mundo, mientras pueda aliviar un poco el peso de sus semejantes".
La utilidad de su obra literaria de hecho se refleja en que ayuda a sus lectores a ser más empáticos, más dispuestos a escuchar y entender a los otros. Sus héroes de ficción nos enseñan a nombrar nuestras angustias y muchas veces a apreciar el valor de la bondad. Al respecto, exagerando, cabría decir que no hay Navidad sin la novela “Un Cuento de Navidad” de este escritor, uno de los más grandes de la literatura mundial. Ocurre que desde que este cuento vio la luz, seis días antes de la Navidad de 1843, ha tenido aceptación global, deviniendo en un relato canónico para estas fechas. Desde entonces, atravesando fronteras culturales, gracias sobre todo al cine, que lo ha replicado en muchísimas versiones, se ha hecho familiar esta historia de un hombre malo, Ebenezer Scrooge, que se vuelve bueno por efecto de la navidad. Scrooge es un anciano avaro y explotador que es visitado por el fantasma de su antiguo socio, Jacob Marley, y luego por los espíritus de las navidades pasada, presente y futura. Todos los espectros le muestran los errores cometidos en su vida y le enseñan que estas fechas deben ser vividas con generosidad y buena voluntad. De hecho Scrooge no era muy feliz en esta época del año. La visita del Espíritu de las Navidades Pasadas, por ejemplo, revela el origen de su neurótico odio hacia la Navidad, ya que muchos de los acontecimientos clave en la vida de Scrooge sucedieron durante esta fiesta. En tanto el Espíritu de las Navidades Presentes, le muestra la felicidad que hay alrededor de las familias de clase media y de la pobre familia de su resignado empleado Bob Cratchit y su pequeño hijo Tim, que está muy enfermo y cuya vida peligra al no poder tratarse por la miseria que Scrooge paga a su empleado. El espectro también le enseña al personaje principal los demonios de la Miseria y la Ignorancia en forma de dos niños pobres y sucios. El Espíritu de las Navidades Futuras, en tanto, le revela cómo la gente se alegrará de su muerte y cuáles serán las consecuencias futuras de sus acciones. Scrooge ve entonces su propia tumba antes de despertar y descubrir que es todavía la mañana de Navidad, por lo que aún está a tiempo de cambiar su destino. El protagonista, a partir de ese momento, se convierte en un modelo de generosidad y amabilidad. La historia de su transformación tras la visita de los tres espíritus navideños se ha convertido en un icono de la Navidad en muchas culturas. Este relato marcó o supo transmitir y describir toda una serie de estereotipos, costumbres o ambientaciones que se instauraron gracias a él. Esto lo hace notar el principal biógrafo del autor, Peter Ackroyd cuando afirma: “No resulta arriesgado afirmar que Dickens reinventó por sí solo la idea de la Navidad tal como la conocemos hoy: ese grupo familiar reunido para disfrutar de los placeres, el afecto y la esperanza, idealizado a partir de las tenebrosas visiones de su infancia donde, siempre, la tristeza, la miseria y la muerte crecían fértiles como fantasmas ciertos”. Se dice que el autor de “Un cuento de Navidad” nació en el seno de una familia sin recursos, pero a pesar de la falta de lujos, esta época del año era una de sus preferidas.
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