¿HASTA DÓNDE LLEGARON LOS INCAS?
Un nuevo hallazgo en Argentina revelaría que el Imperio Inca fue más extenso de lo imaginado
Expertos del CONICET descubrieron vestigios de observaciones astronómicas y un centro ceremonial. La frontera sur del imperio se habría ampliado 150 km. más allá del río Mendoza.
En las últimas décadas, la expansión del Imperio Inca es objeto de múltiples estudios arqueológicos, pero un reciente hallazgo en la región argentina, más al sur de lo que se creía posible, ha reconfigurado el entendimiento de su extensión. Especialistas del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) descubrieron en el Área Natural Protegida Laguna del Diamante estructuras arquitectónicas que indicarían la existencia de un paisaje sagrado inca, ampliando las fronteras conocidas del Tahuantinsuyo.
El Tahuantinsuyo, como era conocido el Imperio Inca en quechua, significaba “las cuatro partes”, en alusión a las cuatro grandes divisiones que estructuraban su gran territorio. Este imperio alcanzó su apogeo en el siglo XV, expandiendo su dominio por gran parte del territorio que hoy corresponde a Perú, Bolivia, Ecuador, Chile, Colombia y Argentina. Su organización política, económica y social fue avanzada para su tiempo, destacándose por la construcción de una red de caminos conocida como Qhapaq Ñan, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La administración inca se basaba en un sistema centralizado que controlaba a la población mediante el trabajo como tributo. Alrededor de 80 provincias, o huamani, organizaban este complejo sistema, permitiendo la realización de grandes obras públicas, entre ellas la construcción de caminos y centros ceremoniales. Sin embargo, los nuevos hallazgos en la Laguna del Diamante sugieren que su influencia se extendió más allá de lo que hasta ahora se había documentado.
El descubrimiento arqueológico
Un equipo liderado por los especialistas del CONICET, Sol Zárate Bernardi y Víctor Durán, identificaron un conjunto de más de cuarenta estructuras arquitectónicas incas en la Laguna del Diamante, situada al pie del volcán Maipo. Este descubrimiento, según los investigadores, evidencia que los Incas construyeron una geografía sagrada que rodeaba tanto al volcán como a la laguna, extendiendo su frontera sur hasta unos 150 kilómetros más allá del río Mendoza.
El hallazgo de estas estructuras arquitectónicas, algunas construidas con el propósito de realizar observaciones astronómicas, propone que el lugar tenía un significado ceremonial de gran importancia. Según Durán, algunas de las estructuras podrían haber sido utilizadas para observar eventos astronómicos como la puesta del sol durante el solsticio de diciembre, lo que añade una nueva capa de comprensión sobre la relación de los Incas con la astronomía y los ciclos naturales.
El área de estudio no solo revela la magnitud de las estructuras, sino también la importancia del lugar en las creencias religiosas incas. El volcán Maipo, al parecer, era considerado un apu, es decir, una deidad o montaña sagrada, lo que habría motivado la construcción de este paisaje ceremonial en sus inmediaciones.
La importancia del hallazgo
El descubrimiento en Laguna del Diamante aporta pruebas de que el imperio incaico controlaba estos ambientes de altura, lo que les permitía mantener una red de tráfico especializado. Este tráfico conectaba el Valle Central chileno con los valles orientales de Uco y Jaurúa. Mientras, que Zárate Bernardi y su equipo lograron identificar caminos y sendas marcadas por rocas verticales, además de muros que delimitaban caminos hacia el volcán.
Las estructuras descubiertas incluyen recintos circulares conectados por pequeños caminos, además de estructuras rectangulares con pasillos. Acompañando estas construcciones, también se hallaron geoglifos, que son figuras dibujadas en la superficie terrestre con rocas. Estos geoglifos en la caldera del Diamante estarían vinculados a la arquitectura monumental y otras expresiones de arte rupestre, lo que indica un proceso de apropiación cultural del paisaje.
Además de las estructuras arquitectónicas, los arqueólogos encontraron evidencias de que estos sitios fueron habitados por mitimaes, personas trasladadas por los Incas de una región a otra para consolidar su poder. Procedentes del área circum-puneña, los mitimaes habrían sido responsables de la construcción de estos espacios sagrados, un fenómeno que fue documentado en otras partes del imperio.