FLAGELO
Un nene que había sido atado y arrastrado durante una “hamburgueseada” decidió mudarse de ciudad por el bullying
El nene se cansó de padecer los maltratos de otros nenes de su edad y primero había dejado de ir al club, mientras que ahora se muda con su papá, a otra ciudad. "Mi hijo se va con el papá. Es triste, porque acá no tiene vida", lamentó la mujer en exclusiva a cronica.com.ar.
"Romina", la madre de "Lionel", el nene de 9 años que había sido víctima de un cruel caso de bullying durante una "hamburgueseada" (y día a día en otros ámbitos) en la que había asistido por la invitación de otros menores de su edad, contó que su hijo "ya no quiere vivir más en el pueblo".
La madre del menor contó la pesadilla que sufrió el chico, y aseguró que su hijo " Lionel (nombre irreal para preservar su identidad) siempre le pegan", y responsabilizó a los padres de los agresores. "Evidentemente, el problema pasa por casa, porque cuando visibilicé esto, una de las madres me amenazó", contó Romina (nombre irreal para preservar su identidad).
Según relató sobre el grave episodio que habría ocurrido a comienzo de mes en un pequeño pueblo en provincia, a su primogénito "lo ataron con una sábana de las piernas, y lo arrastraron por todo el patio".
"La dueña de la casa me dijo que todos estaban jugando, pero ninguno de los nenes estaba así como estaba mi hijo", explico, y agregó que hizo público el caso de su hijo a través del grupo de Whatsapp del club donde practicaba fútbol.
"Todo quedó en la nada, mi hijo se va con el papá. Es triste, porque mi hijo se va con el padre (en otra ciudad) porque acá no tiene vida", lamentó "Romina" (nombre irreal para preservar su identidad), que contó que el menor dejó de practicar futbol en el club donde lo hacía habitualmente por temor a las agresiones.
La pesadilla del niño había comenzado cuando lo ataron de los pies con una frazada y lo arrastraron, de tal forma que terminó llorando, a raíz de los golpes. Sin embargo, no todo terminó ahí.
Su mamá se comunicó con las otras mamás para buscar una solución al problema, pero solo habría encontrado más agresiones y amenazas. La situación llegó a tal punto que ella tuvo que dejar de trabajar.
"Yo vendo pollos, y trabajo repartiendo, pero ahora no puedo salir, porque en el pueblo donde vivo, la mitad son parientes de ellos (los agresores)", había señalado.
Por esa razón, se decidió a visibilizar la cruel agresión que habría sufrido su hijo el 2 de junio pasado en un pequeño pueblo de Santa Fe. Esa situación generó muchos gestos de solidaridad.
Por otro lado, el nene habría recibido asistencia psicológica, de parte de funcionarios locales. No obstante, de parte de las autoridades del club, se habrían demorado más de una semana para comunicarse.
"Los del club me llamaron recién el viernes. Ya había pasado una semana de lo sucedido, creo que lo hicieron porque no les quedo de otra", criticó.