Un grupo de diez mujeres construye el barrio en el que vivirán con sus familias
Desde marzo, levantan sus propias casas, en la esquina de Samaniego y San Carlos, en la zona sur de la ciudad. Ninguna había trabajado en la construcción. En algunos casos, esperan el llamado de la Dirección de Viviendas desde hace más de 15 años. "Todavía no podemos creer que vamos a tener nuestra casa propia", reconocen. Luciano Peralta Cosa de hombres. ¿Cosa de hombres? En la semana en que millones de personas se movilizaron en todo el país para reclamar el freno a los femicidios y a la violencia de género en todas sus expresiones. En la semana en que se volvió a problematizar -como en cada réplica de Ni Una Menos- sobre el rol de la mujer (y del hombre, claro) en la sociedad actual, la falta de igualdad y el sedimento de prejuicios machistas sobre los que construimos a las mujeres todos los días. En el marco de esta semana tan especial para quienes están comprometidos con la educadora tarea de la deconstrucción de prejuicios, ElDía dialogó con un grupo de mujeres que, movilizadas por una necesidad común, no hacen más que resignificar el lugar que ocupan en la sociedad actual.Cosa de hombres. Los autos, el fútbol, las minas. Cosas de hombre. La construcción de la casa, de la casa propia, seguramente también sea para muchos, solamente cosa de hombres. Claro que ese "muchos" no involucra a las dos Silvia, a Norma, Juana, Mariana, Julia, María José, Marta, Lucrecia e Ivana.Ellas, en su gran mayoría mamás que alquilan y trabajan, no se dieron el lujo de pensar demasiado en el cumplimiento o no de mandatos sociales de este tipo, y eligieron desandar el camino de sus propios objetivos, uno de los anhelos más profundos de cualquier familia argentina: la casa propia."Yo estoy inscripta (en el registro municipal de viviendas) desde el 99. Estaba embarazada de mi primer hijo, que ahora cumple 17". La que habla es Ivana, quien hace de portavoz del grupo de diez mujeres que construyen su futuro en la intersección de Samaniego y San Carlos.Además del de 17, Ivana tiene un nene de 5 años y alquila hace 16, y como el resto del grupo debió actualizar los datos del registro de la Dirección de Viviendas en forma periódica durante todo este tiempo. "En marzo me llamaron para decirme que no había viviendas construidas, pero que estaba esta posibilidad de la autoconstrucción", relata Ivana, sentada en un tacho de pintura que hace de silla. A su lado, María José y Silvia asienten con la cabeza, como quien pasó por lo mismo. "Cuando nos plantearon esta alternativa yo dije que sí, sin dudarlo. Tengo cinco hijos (23 tiene la mayor y 11 el menor) y una nieta, que viven en la casa que alquilamos. Estamos inscriptos desde el 2002, hace tiempo que esperamos, no íbamos a dejar pasar esta posibilidad", expresa María José, que al igual que el resto del grupo de trabajo -y futuras vecinas- reconoce que es la primera vez que hacen este tipo de tareas."Al principio cuesta, pero una vez que le agarramos la mano, como todo en la vida, todo se aprende". Las palabras de Norma ponen de relieve el espíritu de Hago mi Casa, el programa de autoconstrucción asistida, por medio del cual la Municipalidad planea construir 150 viviendas el año que viene. Hoy, además de estas diez, se están levantando 21 casas más en otros puntos de la ciudad.Desde los primeros estribos para las columnas hasta cómo preparar la mezcla o levantar paredes, todo les fue enseñado por Juan Taborda, quien coordina la obra. "Don Juan", justamente, va a ser el nombre del barrio, en reconocimiento a este constructor de 53 años que ya fue parte de la experiencia del programa Mil Viviendas en la ciudad (coordinaba 80 familias en lo que luego fue el barrio Piter) y que, al inicio de la gestión de Víctor Ingold al frente de la Dirección de Viviendas fue convocado nuevamente.El sistema de construcción es solidario, todas construyen todas las casas. Cada una debe cumplir 20 horas semanales de trabajo y si no concurre, por el motivo que sea, debe recuperar las horas o, en todo caso, garantizar que otra persona las recupere por ella.Entonces, además de asumir la tarea de ser mamá y trabajar para mantener la familia, como le pasa a la mayoría, todos los días aportan sus cuatro horas de trabajo en la obra. El Municipio pone el terreno, los materiales y la asistencia técnica, mientras que la mano de obra es responsabilidad de los futuros vecinos del barrio "Don Juan", lo que abarata considerablemente el valor final de vivienda.Una vez que la obra se termine (calculan que será a fines del año que viene), desde Viviendas se evaluará la situación particular de cada familia y, dependiendo de los ingresos comprobables de cada una, se realizará el plan de pago de la casa.El programa Hago mi Casa toma en consideración a las cerca de 4 mil familias inscriptas en el registro municipal y, como su nombre presenta, tiene al compañerismo y la solidaridad como principales ejes de funcionamiento. "Todas estamos en situaciones parecidas, tenemos hijos y alquilamos; además, como los hombres de la familia no pueden estar (mayormente porque trabajan todo el día), nos encontramos las mujeres haciendo un trabajo que supuestamente es de hombres", coincidieron, al tiempo que rescataron la importancia de ser compañeras: "Nos llevamos bien, esa es una gran ventaja, ya que dentro de unos meses vamos a ser vecinas. Vecinas para toda la vida".
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