POR LUIS CASTILLO
Todo por 2 pesos: reciclaje y consumo responsable
Desde hace algún tiempo y bajo diferentes modalidades, tanto gobiernos como grupos ecologistas buscan reducir el consumo de plásticos contaminantes. ¿Es posible? ¿Será suficiente?
Por Luis Castillo* ¿Cuál es el modo más eficiente de controlar un incendio? Sin dudas, evitando que se inicie. En la desigual lucha por impedir la lenta ―pero aparentemente inexorable― extinción tanto de la nuestra como del resto de las especies vivas del mundo mediante la destrucción del ambiente, el plástico ocupa un lugar preponderante. Los plásticos que usamos cada día acaban, finalmente, en nuestros ríos, mares y océanos aun cuando los hayamos depositado correctamente en el contenedor correspondiente y creamos -erróneamente- que de ese modo aseguramos su adecuada destrucción o reciclaje. En los países más desarrollados y organizados en este aspecto, el 79% ―según informe de Green Peace― de los plásticos desechados hasta hoy, terminan en las cloacas o en el ambiente. Más concretamente, el informe dice: “Hoy en día solo el 9% de todo el plástico que hemos producido y consumido hasta la actualidad a nivel mundial se ha reciclado, el 12% se ha incinerado (…) Los objetos de plástico también pueden llegar al mar desde vertederos, por el agua que fluye por los mismos. Además, también encontramos plásticos en el mar que proceden de vertidos de basura deliberados, de vertidos accidentales desde barcos, o de los efluentes de las estaciones depuradoras y plantas de tratamiento de aguas residuales. El 80% de los residuos que encontramos en el mar proviene de tierra.” La producción global de plásticos ha aumentado desde los 2 millones de toneladas en 1950 a casi 400 millones de toneladas en 2018 Pero cuidado, que no es una cuestión que atañe solo a los mares, el plástico contamina ya cuando se produce, mediante la extracción de combustibles fósiles. Y en cuanto se utiliza vuelve a contaminar. Y cuando se descarta y puede acabar obstruyendo los pasos de agua y asfixiando a los animales. Y cuando se quema y lanza humos peligrosos al aire. Y… ¿Tan grave es esto? Veamos. Se calcula ―según un estudio de la Fundación Ecodes― que “cada año se vierten en los océanos 8 millones de toneladas de plástico. En 2025 nuestros océanos tendrán 1 tonelada de plástico por cada 3 de pescado y en 2050 habrá más plástico que peces.” Ahora bien, en este mundo capitalista todo parece reducirse a la ecuación oferta/demanda. Y por ese lado vamos mal. La demanda de materia prima de plástico es ingente, por eso la producción global de plásticos ha aumentado desde los 2 millones de toneladas en 1950 a casi 400 millones de toneladas en 2018. Aún más, la previsión es que la demanda crezca continuadamente hasta superar los 1.000 millones de toneladas en 2050. “Lo malo es que, con este crecimiento en la producción de nuevos plásticos, no hay manera de reducir la cantidad de este material”, asegura nada menos que Ben Dixon, ex director de sostenibilidad de Shell. En los países más desarrollados y organizados en este aspecto, el 79% ―según informe de Green Peace― de los plásticos desechados hasta hoy, terminan en las cloacas o en el ambiente La ingenua pregunta que uno podría hacerse es ¿el plástico crece solo o alguien está detrás de este monstruoso incremento de un producto probadamente destructivo para nuestro ambiente, o, lo que es lo mismo, para nosotros mismos? ¿Quién gana dinero con este negocio? ¿Quién lo fabrica? Un grupo sorprendentemente pequeño de fabricantes e inversores son los responsables directos de este ecocidio. La mitad del plástico de un solo uso del mundo es fabricado por 20 grandes empresas. Si, leyó bien, veinte. Dos empresas estadounidenses, Exxon Mobil y Dow, lideran el pelotón, seguidas por Sinopec, un gigante petroquímico de propiedad china, e Indorama Ventures, con sede en Bangkok son los fabricantes; en cuanto a los grupos inversores, los nombres más conocidos son empresas que controlan fondos de inversión y cuentas de ahorro para la jubilación en Estados Unidos, como Vanguard y Black Rock, así como los mayores bancos del mundo, como Barclays y JP Morgan Chase, son quienes financian la producción. Los gobiernos también son grandes interesados en esta industria. Alrededor del 40 % de los mayores fabricantes de plástico de un solo uso son en parte propiedad de los Estados, entre ellos los de China y Arabia Saudita. No es un dato menor que, debido a la pandemia, la utilización de plástico en guantes y mascarillas hospitalarias descartables (sin contar otros insumos similares) significó el consumo de unos 129.000 millones de mascarillas y 65.000 millones de guantes mensuales en todo el mundo. Nada más que en mascarillas hablamos de unos 166.000 millones de dólares solo en 2020, antes de la llegada de la segunda ola. Relea el número en voz alta. El 9% de todo el plástico que hemos producido y consumido hasta la actualidad a nivel mundial se ha reciclado, el 12% se ha incinerado En una comunicación no exenta de un cinismo destacable, la petrolera Exxon Mobil afirma que “comparte la preocupación de la sociedad por los residuos de plástico y está de acuerdo en que hay que atenderla”, y agrega que “la empresa está en proceso de aumentar la eficacia del reciclaje y que apoya las mejoras en la recuperación de los residuos de plástico”. Listo, cerráme la 8. Según trabajos llevados a cabo en Estados Unidos, prácticamente ninguna de las múltiples soluciones propuestas desde hace tiempo para el problema del plástico funciona; en ese país solo se recicla el 8 % del mismo (niveles similares a los de la Unión Europea), y los esfuerzos por persuadir a los consumidores de que utilicen menos plástico ―dicen ellos― no han tenido éxito. Los gobiernos estatales y municipales han conseguido prohibir algunos artículos, como las bolsas de plástico del supermercado, los vasos de espuma y los sorbetes descartables. Pero lo que no se ha intentado seriamente es reducir la producción de plástico de un solo uso. Ni siquiera apelando a las opciones de reciclaje ya que ―increíblemente, o no― es más barato fabricar una botella con plástico nuevo que reciclarlo. ¿Qué sugerirán, entonces, los asesores económicos de una empresa a la hora de tomar decisiones al respecto? Ya lo sé, no me lo diga. Un estudio realizado por la Universidad de Newcastle, sugiere que las personas consumimos alrededor de 2.000 pequeñas piezas de plástico cada semana, aproximadamente 21 gramos al mes Por si esto fuera poco, ya que hasta ahora hablamos del daño a nuestra salud mediante acción indirecta del plástico, es importante mencionar ―brevemente―, algo de lo que no se habla: los microplásticos inhalados. ¿Qué es eso? Un reciente estudio elaborado por Dalberg Advisors denominado “Naturaleza sin plástico: evaluación de la ingestión humana de plásticos presentes en la naturaleza” expresa: “basado en un estudio solicitado por WWF y realizado por la Universidad de Newcastle, sugiere que las personas estamos consumiendo alrededor de 2.000 pequeñas piezas de plástico cada semana, aproximadamente 21 gramos al mes, poco más de 250 gramos al año. Esto es el equivalente al peso de una tarjeta de crédito a la semana.” Inhalamos plástico en forma casi permanente sin percatarnos de ello. Lo comemos. Lo bebemos. ¿Qué podemos hacer entonces nosotros, simples mortales moradores de esta ciudad del nombre largo? Aportar nuestro granito de arena en ese macabro fiel de la oferta y la demanda a partir de consumir menos productos plásticos. Aunque digan que sirve poco o que no sirve. Aunque digan que un sorbete más o menos no cambia nada. Que una bolsa más o menos no cambia nada. Que una botella de plástico menos no suma. Que unos cubiertos descartables menos no empobrecerán a los banqueros internacionales. El camino hacia el infinito comienza con el primer paso y una idea, antes de ser la pasión de una multitud, nace en la soledad de un sueño, de una utopía, de un objetivo que, no por parecer inalcanzable, inexorablemente lo sea. *Escritor, médico y Concejal por Gualeguaychú Entre Todos
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