EN VIGENCIA
Sergio Massa y Javier Milei se juegan la ropa… de los argentinos
Se acabaron las palabras, menos mal. La que terminó el jueves por los medios tradicionales, pero sigue por las redes sociales, ha sido la campaña más sucia que la historia democrática argentina recuerde. No sólo por el nivel de agresión entre los candidatos, también por la tensión que ha generado en una sociedad angustiada por la crisis y por la falta de esperanza.
Por Jorge Barroetaveña
Massa ha sido un candidato brillante, el mejor que el peronismo podía presentar y lo ha demostrado en la cancha. Hábilmente pudo separar su rol de ministro e integrante de la alianza de gobierno desde que nació de su papel como candidato capaz de prometer el oro y el moro pero…a partir del 10 de diciembre. Ese agujero temporal, inexplicable para el sentido común, no fue demasiado cuestionado y Massa surfeó el tsunami de la crisis como si él no tuviera nada que ver. Mérito del candidato que supo pilotear ese barco y de los asesores brasileños que le mandó Lula Da Silva, especialistas en crear campañas del miedo. Lo mismo que pasó con Macri en el 2015. En aquella elección, el empresario le llevaba casi 8 puntos de ventaja a Scioli, hasta que aparecieron los brasileños y sus métodos. Macri terminó ganando el balotaje por apenas 1,5% de ventaja y si Scioli no hubiera reconocido rápido la derrota, todavía estarían discutiendo.
Claro, cualquiera diría que este tipo de campañas necesitan un caldo de cultivo. Es cierto y vaya si el candidato Milei se lo ha dado. Lo real es que ambos llegan con posibilidades de ganar este domingo, y calzarse la banda presidencial a partir del 10 de diciembre.
Milei eligió Córdoba para cerrar y no es extraño. Es la provincia más antikirchnerista del país. Apuesta a sacar ventaja en el cordón del centro: Mendoza, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos y sumarle los votos de CABA. Aquel 70% de Macri fue vital para torcerle el brazo al peronismo y quebrar la tendencia de la Provincia de Buenos Aires. El Talón de Aquiles es la fiscalización. Si bien en los últimos días LLA aceptó recibir y coordinar con parte del PRO, el operativo, ha habido roces y es la gran duda del comicio. En una elección cerrada, un par de puntos son la diferencia entre ganar y perder y lo que hay en juego es mucho. En las profundidades bonaerenses todos saben lo que puede pasar.
“Los votos están, hay que cuidarlos”, dijo Milei trepado al escenario en Córdoba el jueves. A unos cientos de kilómetros Massa cerraba la campaña solo, en el Colegio Carlos Pellegrini. Así estuvo todo el tramo final. No hubo acto multitudinario, no hubo sindicalistas, no hubo otros políticos de peso salvo Kicillof. Cristina nunca asomó tampoco. Fiel a su idea de ‘deskirchnerizarse’, no se apartó un ápice de ese objetivo.
Descolló en el debate, donde demostró hasta dónde se ha preparado para ser un político profesional. El contraste con Milei fue tan grande que el libertario pareció un advenedizo de la política, que de hecho lo es, pero encima falto de preparación. Las encuestas posteriores claro, arrojaron otra visión. Nadie sabe a ciencia cierta si lo que pasó el domingo, que ya parece lejos en el tiempo, tendrá su influencia mañana. Pero cada mínimo detalle cuenta en lo que podría ser una definición cerrada.
Para algunos la patria está en juego mañana. Y también la democracia. Para otros lo que está en juego es la continuidad de un sistema que no ha satisfecho muchas demandas. Que 40 años de democracia aún no nos han alcanzado para desarrollarnos como país. Es cierto. La democracia arrastra deudas que sólo podrán ser solucionadas con más democracia, no hay otra alternativa.
Mañana millones de argentinos irán a votar con una mezcla de sentimientos. En rigor son pocos los que lo harán convencidos por algunas de las opciones. Es que el balotaje es así. Se vota por uno pero también en contra del otro. Por eso, entre la apatía y el desencanto, habrá gente que ni siquiera irá a votar y otros lo harán en blanco. ¿Si son opciones? Lo son, pero no se quedan en la neutralidad.
El domingo a la noche alumbrará otra Argentina política. No será lo mismo que gane Massa o Milei. No sólo por las consecuencias económicas sino por los efectos políticos y su impacto en las coaliciones políticas. Si gana Massa, ¿encolumnará a todo el peronismo detrás suyo? ¿Será el final del kirchnerismo o su líder volverá a condicionar al Presidente como le sucedió a Alberto?
Si gana Milei, ¿qué va a pasar con Juntos por el Cambio? Eclosionará para conformar nuevas alianzas, con el Congreso como base? ¿Se romperá el PRO y los radicales qué van a hacer? Nada será lo mismo. Para el argentino que todos los días se levanta a trabajar, el lunes, por más que sea feriado, no habrá muchas diferencias. La vida le cambia a los que están o a los que llegan. Arriba. Abajo la vida seguirá más o menos igual. No se trata de ser optimista o pesimista. Es la realidad.