ELECCIONES 2023
Sergio Massa con su cruz, Patricia Bullrich con su karma y Javier Milei con sus perros
Las cartas de a poco se van viendo. Cada uno con su juego. Massa corriendo esa carrera contra sí mismo y un gobierno rengo. Es gracioso escucharlo decir “cuando seamos gobierno”, vamos a hacer esto y lo otro. No debe saber que es el Presidente de hecho. ¿Porqué no lo hace ahora?
Por Jorge Barroetaveña
Patricia Bullrich trata de juntar todos los pedacitos de la interna de Juntos por el Cambio. Los votos de Larreta, los radicales, los que producto de la puja se fueron con Milei. Es una tarea titánica porque aún así no le alcanza para ganar la elección o al menos asegurarse el balotaje. Tratando de dar previsibilidad a su discurso y fortalecer su parte más débil, presentó a Carlos Melconián y su equipo para el Ministerio de Economía. Con su habitual verborragia y claridad para explicar el economista de la Fundación Mediterránea desanda el camino de los medios. “Hay solución a lo que pasa”, resume, mientras intenta dejar en claro que la dolarización, el santo grial de Milei, no es posible hoy en la Argentina.
Mientras Massa, Bullrich y asesores se devanan los sesos viendo cómo hacen para repechar en las encuestas, el león bajó el perfil y se enfocará en las próximas semanas en recorridas de campaña. Casi como una rémora de lo que hizo Menem a fines de los ’80 cuando aquellas caravanas multitudinarias eran el síntoma que algo grueso se estaba cocinando. Es que más allá de las comparaciones interesadas, hay en Milei, mucho de aquel Menem. No sólo por los asesores que lo acompañan (Roque Fernández, ex Ministro y Pte. del Banco Central en los ’90) sino por la imagen que está dando. A mitad de semana una multitud variopinta lo siguió en La Matanza, el corazón del peronismo. Para los que han auscultado el voto a Milei, remarcan algo sorprendente: su votante es transversal. ¿Qué significa? Que su voto no depende de la condición social ni de la edad. Lo votan ricos y pobres, grandes y chicos. Hay además, pese a la fuerte ideología de su discurso, una marcada desideologización entre sus seguidores. Ganó en bastiones peronistas y en lugares insólitos como Tierra del Fuego, pese a decir que le quitará todos los subsidios a las fábricas de electrónicos.
A medida que pasan los días, y la espuma va bajando, surge una explicación lógica de ese voto. Es una mezcla de bronca, enojo, desencanto y, al final, cierta ideología que abreva de la inservilidad del estado. A Milei lo amasaron las políticas ineficaces de los sucesivos gobiernos y la falta de ejemplaridad. ¿Alguien escuchó algo sobre el ajuste de la política? ¿Algún funcionario de peso anunció algún recorte en sus sueldos o una disminución de sus gastos? Los legisladores, más allá que trabajen poco, dieron muestras de empatía con las penurias que pasan millones de argentinos? La Jueza de Casación, Ana María Figueroa, a quién la Corte eyectó del cargo por falta de acuerdo del Senado, cobró sin trabajar el último mes algo así como 3,7 millones de pesos. Todo bien con la independencia del Poder Judicial, la intangibilidad de los salarios y la madre en coche. Pero, ¿vivimos en Suiza y no nos dimos cuenta? Cuando Milei sacude la bolsa de la casta habla de todas estas cosas. La gente siente esa interpelación y con eso le alcanza. Si salís a la calle y preguntás qué es la dolarización, es probable que casi nadie lo sepa. A esta altura no importa porque hay pocas chances de ponerla en marcha, tal como han admitido los propios economistas de Milei. La puja entre Massa y Bullrich por centralizar la escena y debatir mano a mano con el libertario, es otro beneficio para él. Cuanto más le pegan, mejor será. El propio Massa cayó en esa trampa, ironizando sobre sus charlas con los perros. No es necesario caer tan bajo debería avisarle algún asesor.
Es que el estado objetivo de debilidad de los principales rivales de Milei es incandescente. Massa tiene que hacer equilibrio con la inflación de dos dígitos y el doble juego de muchos dirigentes peronistas que sólo quieren salvar su ropa. Desesperado se juntará este fin de semana para pedirles un último esfuerzo. Con susto ha verificado los contactos de muchos de ellos con operadores del libertario. Es que los vasos comunicantes de unos y otros se han extendido como una mancha venenosa. Eso sin creer que el massismo se encargó de fogonear a Milei con tal de sacarle votos a Juntos por el Cambio.
La ex ministra de seguridad espera un gesto público de Macri que sea el golpe de gracia a la sospecha de doble comando. Necesita fortalecer su imagen hacia afuera y no dejar dudas de quién manda. Será también un mensaje para sus aliados radicales. Afuera le espera una gran pecera en la que tendrá que ganarse los votos que le faltan para asegurar el balotaje. Después será otra historia.