TENSIÓN ECONÓMICA Y POLÍTICA
Sergio Massa apela a viejas recetas y Elisa Carrió le grita a la conciencia
Le saca la tierrita. Al libro de la ortodoxia económica. Sergio Massa, de él se trata. Si bien todavía no pudo nombrar viceministro, sí puso un pie en energía, un área clave para avanzar sobre la demanda de dólares y la baja de subsidios. Claro que no todo depende de él, ahí está Cristina fiscalizando y Alberto haciendo de las suyas.
Por Jorge Barroetaveña
Nadie cuestiona que Massa enfrenta el desafío más grande de su carrera política. No habrá término medio para él porque será el cielo o el infierno. Si bien la cifra de la inflación de julio la conocía desde hace días, por eso se buscó anunciar el aumento a los jubilados y un bono para amortiguar el impacto, ese 7,4% tiene el efecto de un misil sobre las expectativas. Una inflación de 3 dígitos no se ve en la Argentina, desde hace más de 20 años. Los archivos son crueles además con el Presidente y la Vice porque los exponen en sus carencias y promesas de campaña. La inflación era un tema ‘fácil’ a resolver, arreglando los líos que les dejó Macri. Pero la tortuga se escapó feo y los niveles de inflación nos ponen otra vez contra las cuerdas, Es cierto que el mundo tiene inflación, pero lejos de nuestros números y cultura.
El tigrense busca una fórmula conocida. Bajar el gasto, secar la plaza y conseguir dólares donde sea. El jueves el Central llevó la tasa al 70%, y los rumores de recortes en el estado son cada vez más fuertes. En la reunión de gabinete fue duro y anunció que no hay más plata. Está con un pie en el avión para irse a USA, Europa y Qatar en busca de verdes. Cuál es el límite de tolerancia en el Frente de Todos nadie lo sabe. Quizás haya sido Rubinstein que se cansó se vomitar sapos y culebras contra Cristina y lo pararon en seco cuando estaba por desembarcar como segundo del Ministerio de Economía. Alguien que tiene acceso a la ‘cocina’ de la interna oficial cuenta que Cristina ya avisó que con Massa y Alberto no habla más. “Que hablen con Axel (Kicillof)”, habría espetado haciendo gala de sus históricas pocas pulgas y más escasa paciencia. Cristina tiene a esta altura de la velada, más preocupaciones que la economía. Su situación judicial cada día está más complicada y eso la desespera.
El flamante Ministro tendrá pues límites más difusos para avanzar. Aunque la batalla final se verá en energía. Esta semana se postergó otra vez el anuncio final sobre la segmentación tarifaria, atento al golpazo que será para lo que queda de clase media. Nadie sabe a ciencia cierta hasta dónde treparán las boletas de gas y luz cuando lleguen a los domicilios particulares y lo que vendrá después. El anuncio de Massa sobre los 400 kilovatios de consumo nunca quedó claro y, en cualquier casa normal, se suele estar por encima de eso.
El mercado le hizo un guiño a la nueva conducción permitiendo patear vencimientos para el año que viene. Pero parar el blue costó cientos de millones de las reservas. Conviven dos posturas diferentes. Una considera que es demasiado tarde para cualquier intento de estabilización y hay que pensar en el año que viene y otra que deja una pequeña hendija para la hiperactividad de Massa y el ‘apoyo’ de una parte del círculo rojo. La secreta esperanza de lograr cierta ‘sensación de estabilidad’ como dijo la inefable Cerutti es lo que mantiene con respirador artificial a todo el gobierno del Frente de Todos.
La oposición tampoco tiene las cosas muy claras. A un año de las elecciones del 2023 la ausencia de liderazgos, o la convivencia de varios similares que es lo mismo, pone en un brete cualquier armado. Tanto que la voz de la conciencia de Carrió, desnudando las relaciones grises con el massismo provocaron un cimbronazo en todo el arco opositor. Si hay un mérito en Massa es hablar con todo el mundo. Algo que le ha valido el mote de ‘panqueque’ para los enemigos que no ven una cualidad en eso sino todo lo contrario.
En Buenos Aires, la connivencia que ahora denuncia Carrió, se vio prístina con el gobierno de María Eugenia Vidal. Algo similar ocurrió en el Congreso de la Nación con Monzó la frente, otro de los objetos de la ira de la líder de la Coalición Cívica. Como ha hecho otras veces, Carrió sacude el árbol para ver qué es lo que cae. Razón no le falta, pese a los enojos, al denunciar los vasos comunicantes de Massa con referentes de la oposición. Hay un hilo conductor en sus planteos y la pregunta que sobrevuela desde hace rato a Cambiemos. Volvemos en el 2023, ¿para qué? Para cometer los mismos errores del pasado y convivir con un sistema de fin de época? Vuelven para hacer más de lo mismo o para cambiar en serio las cosas?
Pasa que algunos interrogantes incomodan y obligan a la oposición a pararse delante de un espejo. Quizás tenga que ver con falta de autocrítica sobre lo que pasó y los errores que cometieron. Un mal habitual en la clase dirigente. Y una consecuencia lógica del desastre de los que vinieron después. Todo mérito de Cristina, Alberto y Massa. Ni más ni menos.