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“Sentate” y “quieto”: cómo los perros comprenden las órdenes humanas según la ciencia
Un estudio reciente muestra cómo los animales de compañía logran comprender las indicaciones que reciben, y se adaptan a un ritmo cerebral más pausado. Por qué este accionar facilita una interpretación más precisa y permite respuestas efectivas.
Un estudio reciente, publicado en PLOS Biology por Eugénie Déaux y su equipo, revela un sorprendente ajuste en la comunicación entre humanos y perros: mientras modificamos el ritmo y tono de nuestra voz, ellos perros han adaptado sus capacidades auditivas para comprendernos mejor.
Los investigadores del estudio analizaron las interacciones vocales entre perros y humanos, y encontraron que el ritmo de nuestras conversaciones con ellos se ajusta de manera instintiva. Aunque el ritmo normal del habla humana se sitúa en 4 sílabas por segundo, los perros vocalizan a un ritmo mucho más lento, 2 por segundo. Esto significa que, cuando hablamos con nuestras mascotas, reducimos inconscientemente la velocidad de nuestro discurso para que puedan captar mejor lo que decimos.
Este fenómeno, según el artículo publicado por Déaux y su equipo, se conoce como dog-directed speech (DDS), una versión modificada del habla que usamos al dirigirnos a los perros. A diferencia del habla común entre adultos (ADS), el DDS presenta un ritmo más lento y un tono más agudo. Según el estudio, cuando hablamos a nuestras mascotas, reducimos la velocidad del discurso a unas 3 sílabas por segundo, lo que lo acerca más al ritmo al que los perros pueden procesar los sonidos.
Además del ritmo, los investigadores estudiaron cómo los perros procesan los sonidos en sus cerebros utilizando electroencefalografía (EEG). Descubrieron que, mientras los humanos utilizan un ritmo cerebral conocido como theta (de 4 a 7 Hz) para seguir las sílabas del habla, los perros dependen de un ritmo más lento, denominado delta (de 1 a 3 Hz).
Esta diferencia es clave para entender cómo los perros captan nuestro lenguaje, ya que su procesamiento auditivo está diseñado para ritmos más lentos, en sintonía con su propio ritmo vocal.
A pesar de estas diferencias en el ritmo cerebral, los perros son capaces de comprender nuestras órdenes. El estudio demostró que los comandos cortos y sencillos, como “sentate” o “vení”, son particularmente efectivos, ya que encajan dentro del rango de procesamiento auditivo de los perros. La clave no está solo en el contenido de las palabras, sino también en la forma en que las pronunciamos. La prosodia —el ritmo y la entonación del habla— juega un papel crucial para que los perros puedan entendernos.
Este ajuste mutuo en la comunicación entre especies no es fruto del azar, sino de miles de años de evolución compartida entre humanos y perros. Según los investigadores, la domesticación del lobo, que comenzó hace más de 15.000 años, probablemente fomentó el desarrollo de habilidades específicas para facilitar la cooperación entre ambos. La capacidad de los perros para entender nuestras órdenes va más allá de una simple interpretación de sonidos; parece haber evolucionado para adaptarse a nuestra forma de hablar.
Curiosamente, este fenómeno de ajuste en el habla no es exclusivo de los perros. Se ha observado que cuando los humanos hablan con bebés, también modifican su ritmo y tono en lo que se conoce como infant-directed speech (IDS).
Sin embargo, aunque el IDS y el DDS comparten similitudes como un tono elevado y un ritmo más pausado, el habla dirigida a los perros se adapta más a las limitaciones auditivas de los canes, ajustando el ritmo para que sea más fácil de procesar.
Otro hallazgo interesante es que no se observaron grandes diferencias en la capacidad de vocalización de los perros según la raza o el tamaño. Esto sugiere que el ritmo de comunicación está bastante estandarizado en la especie canina, aunque el contexto y la familiaridad con el dueño también influyen en cómo responden a las órdenes.
Este estudio, titulado Dog–human vocal interactions match dogs’ sensory-motor tuning, confirma que la comunicación entre humanos y perros ha evolucionado para adaptarse a las capacidades sensoriales y motoras de cada uno.
Mientras los humanos ajustan la manera de hablar para que los perros puedan entendernos mejor, los canes utilizan su propio ritmo cerebral para procesar y responder a nuestras órdenes. Según el equipo de Déaux, esta interacción única entre ambas especies ha sido perfeccionada a lo largo de miles de años de convivencia y cooperación.