¿Quiénes somos?
En el lenguaje cotidiano, la palabra persona hace referencia a un ser racional y consciente de sí mismo, que posee identidad propia.
Por María Elena Unamunzaga*A partir de la herencia judía, griega y romana se conformará la noción de persona en relación a los pueblos anteriores donde cada uno era sólo individuo, bajo el dominio de un déspota.Si vamos a los orígenes de esta noción, en el teatro griego y etrusco "persona" era la máscara que utilizaban los actores en la representación de los distintos personajes.Pero ya en los albores del Imperio Romano los juristas introdujeron este concepto para distinguir al hombre del mero ser biológico y lo caracterizaron como "un ser con conciencia que le permite distinguir el bien del mal".El concepto de "persona" fue tomado por el cristianismo para explicar el dogma.Severino Boecio, nacido entre 470/480, fue ministro del rey ostrogodo Teodorico I ° y ejecutado en 524, acusado indebidamente de conspirar contra el rey.A él debemos la célebre definición de hombre como "sustancia individual de naturaleza racional"."Individuo" indica que se trata del hombre concreto de carne y hueso, el "yo" en términos cotidianos.La persona humana es, a la vez, un ser corpóreo y espiritual. No es sólo cuerpo, como pretenden el empirismo y el materialismo; tampoco es puro espíritu como afirma el espiritualismo exagerado porque es el mismo hombre quien piensa, siente y juzga. Es una unidad de la que brotan tanto actos orgánicos como espirituales. Si no lo admitimos, caemos en el empirismo materialista que no puede explicar la vida espiritual o en el espiritualismo exagerado que no puede explicar la dependencia de la vida espiritual respecto de la vida psíquica.Para el dualismo platónico como para el inmanentismo cartesiano se trata de dos sustancias completas que, en Descartes, se relacionan por la glándula pineal.La doctrina hilemórfica de Aristóteles, perfeccionada por Santo Tomás de Aquino, explica la existencia de todo ente corpóreo por la materia y la forma. El alma, como forma, es principio de ser y de acción del cuerpo. El cuerpo actúa como principio de individuación y, por el alma, pertenecemos a la especie humana.El principio orgánico y el espiritual son dos sustancias incompletas que se unen formando "una única sustancia completa" La experiencia cotidiana explica la unidad del yo sustancial: es el mismo hombre quien piensa y siente. Incluso hay actividades que son al mismo tiempo del cuerpo y del alma, por ejemplo, tener miedo, enfurecerse. Esto confirma que la persona humana es espiritual y material a la vez.Si bien es persona desde su concepción, el hombre es también un ser indigente e imperfecto que necesita de la sociedad, de las relaciones interpersonales, para perfeccionarse. Recibe de los demás, no de manera pasiva, las perfecciones a que puede aspirar en razón de su naturaleza humana y así alcanzar el bien común. La sociedad política es superior a sus miembros; por ello, en ocasiones, las personas deben renunciar a sus intereses individuales para lograr el Bien Común.Consideraciones contemporáneas reducen a la persona a sus actos, actividades e impulsos. La consideran como un mero sustrato estático y, por tanto, desconocen que es un real principio dinámico, del que proviene y donde se funda toda actividad.S. S. Juan Pablo II, en Redemptor Hominis dice: "El hombre conforme a la apertura interior de su espíritu y al mismo tiempo a tantas y tan diversas necesidades del cuerpo, de una existencia temporal, escribe esa historia suya personal por medio de numerosos lazos, contactos, situaciones, estructuras sociales que lo unen a otros hombres (...)".
* Profesora de Filosofía
Por María Elena Unamunzaga*A partir de la herencia judía, griega y romana se conformará la noción de persona en relación a los pueblos anteriores donde cada uno era sólo individuo, bajo el dominio de un déspota.Si vamos a los orígenes de esta noción, en el teatro griego y etrusco "persona" era la máscara que utilizaban los actores en la representación de los distintos personajes.Pero ya en los albores del Imperio Romano los juristas introdujeron este concepto para distinguir al hombre del mero ser biológico y lo caracterizaron como "un ser con conciencia que le permite distinguir el bien del mal".El concepto de "persona" fue tomado por el cristianismo para explicar el dogma.Severino Boecio, nacido entre 470/480, fue ministro del rey ostrogodo Teodorico I ° y ejecutado en 524, acusado indebidamente de conspirar contra el rey.A él debemos la célebre definición de hombre como "sustancia individual de naturaleza racional"."Individuo" indica que se trata del hombre concreto de carne y hueso, el "yo" en términos cotidianos.La persona humana es, a la vez, un ser corpóreo y espiritual. No es sólo cuerpo, como pretenden el empirismo y el materialismo; tampoco es puro espíritu como afirma el espiritualismo exagerado porque es el mismo hombre quien piensa, siente y juzga. Es una unidad de la que brotan tanto actos orgánicos como espirituales. Si no lo admitimos, caemos en el empirismo materialista que no puede explicar la vida espiritual o en el espiritualismo exagerado que no puede explicar la dependencia de la vida espiritual respecto de la vida psíquica.Para el dualismo platónico como para el inmanentismo cartesiano se trata de dos sustancias completas que, en Descartes, se relacionan por la glándula pineal.La doctrina hilemórfica de Aristóteles, perfeccionada por Santo Tomás de Aquino, explica la existencia de todo ente corpóreo por la materia y la forma. El alma, como forma, es principio de ser y de acción del cuerpo. El cuerpo actúa como principio de individuación y, por el alma, pertenecemos a la especie humana.El principio orgánico y el espiritual son dos sustancias incompletas que se unen formando "una única sustancia completa" La experiencia cotidiana explica la unidad del yo sustancial: es el mismo hombre quien piensa y siente. Incluso hay actividades que son al mismo tiempo del cuerpo y del alma, por ejemplo, tener miedo, enfurecerse. Esto confirma que la persona humana es espiritual y material a la vez.Si bien es persona desde su concepción, el hombre es también un ser indigente e imperfecto que necesita de la sociedad, de las relaciones interpersonales, para perfeccionarse. Recibe de los demás, no de manera pasiva, las perfecciones a que puede aspirar en razón de su naturaleza humana y así alcanzar el bien común. La sociedad política es superior a sus miembros; por ello, en ocasiones, las personas deben renunciar a sus intereses individuales para lograr el Bien Común.Consideraciones contemporáneas reducen a la persona a sus actos, actividades e impulsos. La consideran como un mero sustrato estático y, por tanto, desconocen que es un real principio dinámico, del que proviene y donde se funda toda actividad.S. S. Juan Pablo II, en Redemptor Hominis dice: "El hombre conforme a la apertura interior de su espíritu y al mismo tiempo a tantas y tan diversas necesidades del cuerpo, de una existencia temporal, escribe esa historia suya personal por medio de numerosos lazos, contactos, situaciones, estructuras sociales que lo unen a otros hombres (...)".
* Profesora de Filosofía
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