HISTORIA DE VIDA
Quedó cuadripléjica en la Ruta 20 y le ganó una demanda millonaria a Vialidad, pero su vida no volverá a ser como antes
En agosto de 2015, María Alejandra Nore, por ese entonces de 31 años, sufrió un accidente cuando durante una tormenta el auto despistó y se estrelló contra un árbol. Tras el choque, quedó cuadripléjica. El accidente fue culpa del mal estado y falta de mantenimiento que tiene la Ruta provincial Nº20, que era por donde viajaba; una desidia que al día de hoy sigue costando vidas.
Amílcar Nani
El 26 de agosto de 2015 fue miércoles. Por ese entonces, María Alejandra Nores vivía su vida con tranquilidad. Era un lindo día, y por eso decidió ir junto a su padre Humberto, su hermano Matías y su hija Valentina hacer un viaje que, para todos ellos, era demasiado rutinario: fueron desde Urdinarrain hasta Gualeguaychú a pasar el día. Hicieron algunas compras, pasearon por el centro, y cuando comenzó a caer el sol, decidieron emprender el regreso.
Sin embargo, de un momento al otro, todo cambió ese día para Alejandra. Cuando estaban volviendo, el cielo se comenzó a nublar y se largó una tormenta que impensada horas antes. Iban por la Ruta provincial Nº20, que ya en 2015 estaba dañada, sin mantenimiento y en un estado deplorable. La lluvia comenzó a dificultar el viaje, hasta que de repente el Peugeot 405 en el que viajaban pisó un espejo de agua, despistó y terminó estrellado contra un árbol.
Al volante iba Humberto, Matías en el asiento del acompañante, Valentina (que tenía 6 años) iba detrás de su tío, y Alejandra detrás de su padre. Fue precisamente esta última la que peor la sacó.
“Cuando chocamos fue cuando yo recibo el golpe latigazo, que se le llama cuando la persona va atada atrás y da un golpe seco de adelante para atrás. Esto provocó una luxación de vértebras. En mi caso, la C6 y C7 me pellizcaron la médula. Eso me dejó cuadripléjica”, contó Alejandra a Ahora ElDía, poniendo el acento en las palabras que aún le surcan el alma al recordar el momento en que su vida cambió para siempre.
Ese 26 de agosto comenzó un derrotero médico con intervenciones quirúrgicas e incertidumbres. Había quedado inmovilizada del cuello para abajo, estaba afectado su sistema respiratorio, no podía hablar, le costaba oír y comunicarse.
“Estuve tres meses y medio mirando el techo. Solamente movía los ojos y trataba de que alguien me escuchara, y cuando me decían no me entendían me entraba una desesperación bárbara. Creía que nadie me iba a volver a poder entender. Me hice un montón de preguntas: ¿Por qué yo tenía que estar en ese lugar. Finalmente llegó el día de la operación: me pusieron una plaqueta de titanio para fijar y acomodar las vértebras. Todo con muchísimo cuidado por parte de los médicos porque cualquier otro cablecito podía empeorar más el cuadro”, relató.
Con el tiempo y muchísimo esfuerzo, empezó entonces el período de rehabilitación, algo que podría llamarse aprender a vivir de nuevo. Desde lo más básico hasta lo más complejo, Alejandra tuvo que reaprenderlo todo.
“Era un bebé que había nacido de nuevo y tenía que volver a aprender las cositas que, cuando uno tiene un hijo, le tiene que enseñar. Empezaron a ayudarme a comer, a darme la comida en la boca, a darme para tomar. En un momento me tuve que decir a mi misma que me iba a tener que acostumbrar a usar pañales. Yo, con 31 años, no entendía nada. Lloraba porque tenía mucha impotencia, mucha desilusión. Yo tenía que trabajar todo ese proceso que fue muy pero muy doloroso porque yo era una persona más allá de todo”, describió plagada de angustia.
El proceso de recuperación la llevó al Centro de Neurología y Recuperación Psicofísica (CENER), ubicado en Galarza. Primero pasó seis meses, con el agravante de que todo esto lo tuvo que superar alejada de su hija Valentina, con la impotencia que siente una madre al no poder cuidar a su niña.
“Valentina lo sufrió muchísimo, porque claramente me hablaba y me comunicaba con ella cuando estaba lejos, pero era una situación jodida porque yo tenía que hacer como que todo estaba perfecto; y no, no había nada que esté perfecto. Además sentía que le estaba mintiendo a mi propia hija. Sin embargo, en ella también encontré fuerzas y motivos para salir adelante, y también en mi familia. Fue un golpe muy duro, durísimo. Yo tenía una vida antes, pero de un momento para el otro me cambió totalmente”, sostuvo en una charla con Ahora ElDía.
Con el tiempo y con muchísimo esfuerzo y fe, Alejandra pudo volver a mover un dedo, más precisamente el dedo meñique de la mano izquierda, el cual usa para todo, como manejar un Smartphone, con el que manda mensajes de texto o audios y se mantiene comunicada con el mundo.
“Soy católica. Escucho música cristiana cuando me siento mal o cuando estoy por angustiarme o tengo que llorar. Es entonces cuando hablo con Dios, le pido que me dé fuerza para el otro día levantarme para estar mejor. Porque a pesar de estar en una silla de rueda, estar con pañales, agradezco que Dios me haya dado una segunda oportunidad para vivir la vida”.
Ganadora de una demanda multimillonaria a Vialidad provincial
Un año más tarde, María Alejandra Nore y los otros tres ocupantes que iban en el auto al momento de la tragedia emprendieron una demanda judicial por daños y perjuicios contra la Dirección Provincial de Vialidad de Entre Ríos (DPV), la entidad encargada de garantizar la seguridad en las rutas de la provincia.
A ocho años de iniciada esta demanda, la jueza Civil y Comercial Nº1 de Gualeguaychú, Valeria Barbiero de Debeheres, dispuso que la DPV deberá indemnizar a los cuatros que protagonizaron el accidente aquel 26 de agosto de 2015.
El encargado de llevar la demanda fue el abogado Alfio Gette, quien se encontró con un montón de irregularidades durante los peritajes y la investigación, por lo que tuvo que reconstruir su caso prácticamente desde cero. “Cuando planteo la demanda, le imputo la responsabilidad a vialidad por no mantener la ruta en condiciones de transitabilidad y a la provincia, por la responsabilidad de la fiscalía de haber perdido y extraviado el legajo penal”, sostuvo el letrado
Finalmente, se llegó a un veredicto: según el fallo firmado el 21 de noviembre de 2023, la Justicia dispuso que “la acción entabladaha de prosperar contra la accionada con el siguiente alcance. Respecto a los reclamos de María Alejandra Nores, se le otorga la suma de 94.486.852,84 de pesos; por los reclamos efectuados por Valentina Delcanto (su hija), la suma de 1.720.000 de pesos; a Matías Ezequiel Nores (su hermano), la suma de 31.936.308,82 pesos; y a Humberto Ricardo Nores (su padre), la suma de 22.504.303,46 pesos”.
“Desde que nació la demanda contra la DPV, no solamente pienso en mí. No quiero ser egoísta, porque yo pienso en todas las otras personas que han tenido accidentes. Hubo muchos accidentes, muchas personas lastimadas o que perdieron la vida. No pido que Vialidad me saque de la cabeza mi accidente porque no me lo va a poder sacar nunca en la vida. Y tampoco pido que me haga caminar de nuevo. Yo solamente pido una mejor vida. Pido que se haga justicia, tanto conmigo como para las otras personas que también necesitan una respuesta”, concluyó Alejandra a Ahora ElDía.
Lo cierto la Dirección Provincial de Vialidad deberá pagar a los cuatros damnificados un total de 150.647.465,12 pesos; más de 150 millones de pesos por no tener en condiciones la Ruta provincial Nº20, algo que sigue estando exactamente igual, ya que los accidentes, los heridos y las muertes se siguen lamentando en ese camino.