EDITORIAL
Qué significa el fin de año en la tradición mística
¿Qué significa el pasaje del año que termina a uno nuevo? ¿Qué representa esta fiesta? El hombre contemporáneo, instalado en la civilización técnica, suele ver este tránsito con el sentido pragmático que marca el calendario.
Sin embargo, para los pueblos pretéritos, sensibles a los ritmos bio-cósmicos, el fin de año tenía una significación mística muy importante, según enseña el historiador de las religiones Mircea Eliade. El hombre arcaico era un observador privilegiado de los ciclos naturales que veía a su alrededor en todos los fenómenos. Así como el Sol y la Luna, salían, alcanzaban un máximo para decrecer luego, y repetir nuevamente el ciclo; de una semilla que se plantaba surgía un vegetal que crecía hasta florecer o dar frutos y moría dejando nuevas semillas para repetir el proceso. Es decir que la constante observación de la naturaleza le indicaba que los procesos eran cíclicos, había un inicio, una consumación, un decrecimiento y finalmente una muerte para luego producirse un nuevo ciclo. Cuenta Eliade que el Año Nuevo implicaba para estas sociedades antiguas la renovación de todas las cosas. Así, cada año el cosmos “pasa”, esto es, el cosmos nace y muere con el año, con el tiempo. En año nuevo el cosmos se renueva para volver a desgastarse, siguiendo una lógica circular. Este tránsito que marca el fin y el comienzo de un período temporal, se encuadra en el pensamiento tradicional en un sistema más vasto: el de las purificaciones (purgas, ayunos, confesiones de pecados, consumición de la nueva cosecha) y de la regeneración periódica de la vida. Por lo tanto cada año debe comenzar con toda la pureza que lo nuevo significa, limpio, inmaculado, sin elementos negativos. Eso implica que el último día del año que termina es el momento de eliminar las cargas negativas que se han ido acumulando. Entre las culturas prehispánicas mexicana y maya, por ejemplo, las festividades se distinguían por la preparación de platos especiales, ritos corporales, limpieza del hogar, bailes ceremoniales y el desecho de lo arcaico. Los mayas renovaban todas las cosas que tenían a su servicio: vasijas, ropas, barrían sus casas y todo lo viejo lo desechaban. La costumbre de barrer era muy extendida entre estos pueblos, ya que eran tiempos de renovación. Los rituales de purificación, producto de esta antiquísima tradición, perduran todavía en algunas sociedades actuales, aunque presentan una variedad singular de acuerdo a las culturas. En Bulgaria existe el ritual de “kukeri” en el cual se utilizan máscaras de madera con imágenes de animales y campanas que se atan a la cintura para alejar a los malos espíritus en el nuevo año. En las zonas rurales de Italia perdura la costumbre de usar alguna prenda nueva o la de tirar ropa vieja por la ventana como símbolo de dejar lo malo del año que expira. En Dinamarca los daneses rompen platos acumulados durante el año, en tanto que en Escocia algunas poblaciones le prenden fuego a barriles y los hacen rodar por las calles para permitir que entre el nuevo año. En el Tibet el período de limpieza dura dos días. Durante el Gutor (período de preparación) se limpia varias veces la casa y se tiran petardos para alejar a los malos espíritus. En Japón para el Shōgatsu (año nuevo) se realiza una profunda limpieza de la casa y se coloca luego el kadomatsu (pino de puerta) que se ubica en parejas frente a las casas para recibir a los espíritus ancestrales o kami de la cosecha y obtener longevidad.
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