POR JORGE BARROETAVEÑA
¿Qué hay en común entre Cristina, el Ministro Guzmán y Luis Miguel?
"Te vas porque yo quiero que te vayas, a la hora que yo quiero te detengo...yo sé que mi cariño te hace falta, porque quieras o no, yo soy tu dueño...". La letra de La Media Vuelta, un bolero mexicano que trajo Luis Miguel a nuestros tiempos, no sólo es un canto al machismo, también es una descripción fiel del culebrón que rodea al Ministro Guzmán y el acoso al que está siendo sometido.
Jorge Barroetaveña La génesis de los ‘funcionarios que no funcionan’ es evidente: cuando los Fernández ganan la presidencia, se dividen el gobierno. Esa política de ‘lotear’ el poder se extendió a los ministerios. En todo este tiempo, han convivido primeras líneas que responden al Presidente y segundas a la vice, y a la inversa. El caso más notorio fue el de Marcela Losardo, amiga de toda la vida del Presidente que vio cómo su cabeza rodó bajo el ‘fuego amigo’ del kirchnerismo, alimentado por su propio vice. El que ha quedado preso de esa metodología ahora es Martín Guzmán, el Ministro de Economía. Harto que un subsecretario le enmendara la plana en el lío de las tarifas, se atrevió a pedir su cabeza y que esto trascendiera públicamente. Lo raro es que lo hizo con el aval del Presidente y del Jefe de Gabinete. Muy gallito, y con el respaldo de Cristina y de La Cámpora, el cuestionado avisó que no se irá. Así de simple. Arrancó pues la enésima telenovela en relación al cambio de un funcionario, menor, pero agrandada por la puja que se anida a su alrededor. Las diferencias a esta altura, no son sólo políticas sino económicas. Subyace el debate aún no saldado de qué hacer con las tarifas. Cristina está convencida que gobierno que ajusta las tarifas pierde las elecciones. El domingo encima, las imágenes que llegaban desde España, Madrid no eran las más auspiciosas. Como está sucediendo en buena parte del mundo, los oficialismos que han tenido que enfrentar la pandemia tienen que pagar el costo del mal humor social en las urnas. Y no son cuestiones sólo ideológicas. Le pasó a Trump en Estados Unidos. Guzmán, que esté en plena negociación con el FMI, está entre la espada y la pared. Sabe que el nivel de subsidios a las empresas de servicios no lo puede seguir sosteniendo, y hay que retocar las tarifas que están atrasadas desde el año pasado. En ese tironeo quedó con el funcionario de tercer nivel que se le rebeló y no quiere renunciar, con el respaldo del kirchnerismo. El nivel de disputa fue tal que, el jueves, se juntaron para la foto en un acto en Ensenada. En el medio del aquelarre quedó el fallo de la Corte sobre la presencialidad en las escuelas y la autonomía de CABA. De golpistas para abajo, el gobierno y sus aliados, pasaron por todos los adjetivos para los jueces del máximo tribunal de justicia del país. Nada nuevo bajo el sol. Un calco de lo que hacía Cristina cuando un fallo no le gustaba. Algo más lejos fue Mena, el segundo de Justicia, cuando ‘invitó’ a los jueces “a formar un partido y ganar elecciones’. Parecido al “que no usen las sentencias para favorecer a sus candidatos”, del Presidente. Ambos descriptivos de lo mal que le cayó a la alianza de gobierno la decisión judicial, justo en medio de la puja por las tarifas. Cristina no habló el jueves. Sólo se limitó a aplaudir y asentir lo que decía el Presidente. La procesión va por dentro y no quiso correr riesgos de decir algo de más y someterse a la lupa de los contreras. La foto del final, lejos de los protocolos anti covid y del discurso oficial, no dejó afuera a nadie, salvo a Guzmán que ha sido condenado a pasar un largo invierno después de pretender enfrentar los deseos de Cristina y de La Cámpora. Ayer el fuego amigo siguió regular sobre su cargo. Desde el Senado le avisaron que la plata que mande el Fondo deber ser gastada en la emergencia. Que ni se le ocurra pagar deuda con eso. No pocos se preguntan cuál es el papel del Presidente. Cuentan que la tregua con Cristina incluye esperar unos días para el relevo del díscolo subsecretario, y cuando la ‘opo’ mediática y política, ya no le preste atención, proceder. Pero el formato que eligieron para darle vida a la gestión sigue haciendo agua y afecta aún más la imagen presidencial. Claro, es el mismo Alberto que entregó en bandeja de plata a su íntima amiga, cómo no va a hacer eso con Guzmán. Sin embargo, el potencial relevo del Ministro, traería consecuencias aún más significativas que la ida de Losardo. Los números de la economía serán vitales para saber la suerte de la alianza oficialista el día que haya elecciones en la Argentina. Cuando ese día llegue, los proyectos que tienen ambos, Alberto y Cristina, estarán en juego. Algo verificable hoy es cierta ausencia de realidad en los planteos. ¿Le interesa a la sociedad los conflictos del oficialismo y sus integrantes con el Poder Judicial? ¿Si la Corte tiene cinco o diez miembros o si opera a favor o en contra? La necesidad de generar enemigos para confrontar en blanco sobre negro, no parece ir en sintonía con la realidad de la calle hoy. Quizás sea útil para el microclima de la política, más no para la inmensa mayoría de los argentinos. Amigos, la realidad no es ni buena ni mala, es lo que es. Y siempre, más temprano que tarde, te termina golpeando la puerta. ¿Se darán cuenta antes?
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