Qué hacer en las convulsiones febriles
Se presenta con pérdida de conciencia, rigidez en el cuerpo y sacudidas que generan mucha angustia en los padres.Un grupo de niños susceptibles, entre los seis meses y los cinco años, pueden tener crisis parecidas a las epilépticas, solamente que estas siempre se desencadenan por la fiebre. En ese momento el cerebro se descontrola por la temperatura y produce descargas eléctricas anormales, que se traducen en convulsiones, que son distintas de la epilepsia.Es un proceso benigno que se manifiesta con pérdida de conciencia, rigidez y/o una serie de movimientos anormales, coincidiendo con fiebre. A pesar de no ser peligrosas, provocan una gran alarma y angustia en los padres.Las personas con convulsiones febriles son predestinadas genéticamente. Existen al menos cinco cromosomas implicados, que generalmente se heredan de alguno o de ambos padres. Para ser consideradas febriles, las convulsiones nunca se deben presentar por infecciones como la meningitis o la encefalitis, sino por infecciones por fuera del cráneo.Se producen por la especial susceptibilidad de estos niños a reaccionar mediante una crisis convulsiva ante la existencia de fiebre, lo que origina una serie de descargas nerviosas que se traducen en unos movimientos especiales y en pérdida de conciencia. Según el tiempo y el lugarSe pueden clasificar en simples y complejas. Las convulsiones simples no se repiten en 24 horas, duran menos de 15 minutos (¡una eternidad para los padres!) y son de inicio en toda la corteza cerebral. Las complejas suelen repetir en 24 horas, duran más de 15 minutos y son de inicio en una sola parte del cerebro.Las crisis simples suelen ser de excelente pronóstico, incluso si repiten en diferentes días; tanto así que usualmente no requieren ningún tipo de tratamiento farmacológico. Mientras que las crisis complejas hay que estudiarlas y observarlas más estrechamente porque a veces se relacionan con algunos tipos de epilepsia. Por fortuna, menos del 20% de las convulsiones son complejas.La convulsión febril se manifiesta con pérdida de conciencia y con rigidez del cuerpo del niño, alternando con flojedad, o con sacudidas musculares rítmicas de todas las extremidades o de las de un lado, movimientos de los ojos, de la mandíbula etc. Esta situación se prolonga durante unos segundos o minutos, finalizando con cansancio y sueño. En casos excepcionales la duración de la convulsión febril se prolonga más de 15 ó 20 minutos, situación que debemos evitar. Casi siempre sin medicación
Lo habitual es que las convulsiones febriles no afectan el cerebro del niño, por lo tanto no están relacionadas con retardo mental, ni problemas de comportamiento, ni del aprendizaje. El desarrollo físico y mental de estos niños es por lo general completamente normal. El riesgo de epilepsia es menor de un 3%.Se diagnostican por la coincidencia simultánea de las manifestaciones anteriormente descritas y la fiebre. En las convulsiones febriles no es necesario realizar un electroencefalograma. Los medicamentos contra la fiebre no previenen la aparición de estas convulsiones. Los medicamentos antiepilépticos no siempre han demostrado ser útiles y pueden generar efectos secundarios indeseables. Debido a que la gran mayoría de personas no presentan ningún problema en su desarrollo, y que las crisis suelen ir desapareciendo, tanto así que son excepcionales a los cinco años, se decide entonces dejarlos casi siempre sin medicación.Otros profesionales han logrado entrenar a conciencia a los padres para que en casos específicos de presentarse la convulsión le apliquen el medicamento indicado y acortar la crisis. En esta situación se requiere un entrenamiento supervisado por el pediatra antes de iniciar por cuenta propia el uso de la medicación. RecomendacionesLas convulsiones febriles no son peligrosas y en la mayoría de los casos cesan por sí solas, sin tener que recurrir a ningún tratamiento específico. Debemos intentar bajar la temperatura quitándole la ropa y administrando un antitérmico. Cuando un niño presenta una convulsión febril, aunque a veces no es tan fácil, se debe ante todo calmar la angustia y estar lo más sereno posible para evitar accidentes. Al niño se le debe colocar en un lugar cómodo para que no se golpee el cuerpo. Se debe proteger la cabeza y colocarla de lado para evitar que la saliva o el vómito se vaya a los pulmones. Es indispensable observar con detenimiento cómo es la crisis, ya que los datos que se recojan pueden ser importantes para el médico. No se debe halar dedos, ni dar respiración boca boca, ni masaje cardiaco. Tampoco se debe echar agua en la cara, ni sacudir al niño. La mayoría de crisis duran menos de 5 minutos. Siempre se debe acudir a urgencias si la convulsión dura más de ese tiempo.
Lo habitual es que las convulsiones febriles no afectan el cerebro del niño, por lo tanto no están relacionadas con retardo mental, ni problemas de comportamiento, ni del aprendizaje. El desarrollo físico y mental de estos niños es por lo general completamente normal. El riesgo de epilepsia es menor de un 3%.Se diagnostican por la coincidencia simultánea de las manifestaciones anteriormente descritas y la fiebre. En las convulsiones febriles no es necesario realizar un electroencefalograma. Los medicamentos contra la fiebre no previenen la aparición de estas convulsiones. Los medicamentos antiepilépticos no siempre han demostrado ser útiles y pueden generar efectos secundarios indeseables. Debido a que la gran mayoría de personas no presentan ningún problema en su desarrollo, y que las crisis suelen ir desapareciendo, tanto así que son excepcionales a los cinco años, se decide entonces dejarlos casi siempre sin medicación.Otros profesionales han logrado entrenar a conciencia a los padres para que en casos específicos de presentarse la convulsión le apliquen el medicamento indicado y acortar la crisis. En esta situación se requiere un entrenamiento supervisado por el pediatra antes de iniciar por cuenta propia el uso de la medicación. RecomendacionesLas convulsiones febriles no son peligrosas y en la mayoría de los casos cesan por sí solas, sin tener que recurrir a ningún tratamiento específico. Debemos intentar bajar la temperatura quitándole la ropa y administrando un antitérmico. Cuando un niño presenta una convulsión febril, aunque a veces no es tan fácil, se debe ante todo calmar la angustia y estar lo más sereno posible para evitar accidentes. Al niño se le debe colocar en un lugar cómodo para que no se golpee el cuerpo. Se debe proteger la cabeza y colocarla de lado para evitar que la saliva o el vómito se vaya a los pulmones. Es indispensable observar con detenimiento cómo es la crisis, ya que los datos que se recojan pueden ser importantes para el médico. No se debe halar dedos, ni dar respiración boca boca, ni masaje cardiaco. Tampoco se debe echar agua en la cara, ni sacudir al niño. La mayoría de crisis duran menos de 5 minutos. Siempre se debe acudir a urgencias si la convulsión dura más de ese tiempo.
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