Pulsión de vida
La desvalorización de la vida favorece las conductas que enferman y matan Por Dr. Abel Lemiñ[email protected] La vida, según conceptos psicoterápicos, es una lucha entre la pulsión de vida versus la de muerte, lógicamente este planteo, duro por cierto, tiene en su haber, salvo excepciones, el triunfo de la primera sobre la segunda.En este planteo tan polarizado, en un aspecto algo más camuflado desde lo cotidiano, vemos que no parece salir tan airosa la pulsión de vida, porque si no es algo inmediato, lo que sucede a mediano o largo plazo parece que pierde sentido.Para que la pulsión o deseo de vida pierda puntos algo tiene que estar pasando y ese algo indica una desvalorización de lo que es la vida, un no comprender la trascendencia que hay en el milagro del vivir.La caída de los valores morales es directamente proporcional a la caída del valor vida, lo que está marcando un presente con una característica social con una tendencia decadente y con un tinte apocalíptico.Esa tendencia queda en evidencia en las conductas individuales y colectivas observables en muchas acciones comunes, que de tan frecuentes se toman como normales o se aceptan por el mero hecho de la reiteración y la imitación.De no estar perdiéndose el valor de y por la vida, no se vería tanta gente arriesgándola manejando alcoholizados, a velocidades prohibidas, adelantándose en las curvas donde hay doble línea amarilla. Tampoco se vería a tantos motociclistas sin casco, atravesando bocacalles como si nadie más existiera, o padres llevando en el asiento de adelante a sus hijos menores e indefensos, o parados, chupete en boca, apoyando la ñata contra el parabrisa.Si la vida no estuviese desvalorizada, la gente no se emborracharía tanto ni tan seguido, el alcohol no sería más importante que la reunión, la cena, el baile o el amor. Ni los jóvenes adorarían la previa y el después, ni se inclinarían al consumo de drogas, donde queda también al descubierto que para algunos el drogarse es el sentido de sus vidas. Esta distorsión del sentido y valor inclina la balanza de las pulsiones hacia el lado opuesto al de la salud, pues con las drogas y el alcohol buscan evadirse de la realidad y eso es un no a la vida.Si la moneda de la vida no estuviese devaluada, no habría tantos fumadores dándose golpes microletales en cada pitada, a sabiendas de las consecuencias del tabaco, ni habría tantas personas con las arterias taponadas por efectos de comer inadecuadamente, a pesar de saberse hoy lo que daña, pero igual se sigue castigando los vasos y el corazón.Unos son ejemplos de riesgos inmediatos, otros a mediano y otros a largo plazo, pero marcan cada uno a su manera una forma de jugar a la ruleta rusa cada día, de poner las fichas en la opción de la pulsión antivida.Podemos luchar individualmente sobre cada uno de estos factores de riesgo, pero para que la balanza se incline decididamente hacia la pulsión de vida, debemos revalorizar ésta, batallar en crear espacios y proyectos que estimulen a la gente a querer vivir y amar la vida, a ser agradecidos por esa maravillosa oportunidad que se nos brinda, con sus avatares, con sus circunstancias, buenas y malas pero abrazando proyectos.Todos somos importantes, cada vida lo es, por eso, vamos a insistir en revalorizar el factor humano, los sentimientos, la familia, la creatividad, la solidaridad, para que por fin seamos testigos del triunfo contundente de la pulsión de vida y esto será posible si comprendemos que, como dice la hermosa canción de Eladia Blázquez, "no es lo mismo vivir que honrar la vida".
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