Prácticas clásicas para cubrirse de la inflación
Tanto el dólar como la propiedad inmueble han sido históricamente los activos preferidos de los argentinos para cubrirse de la inflación endémica. Ahora mismo figuran entre los objetos más deseados en estas pampas. De un tiempo a esta parte cada vez más gente huye del peso buscando refugio. La crisis cambiaria que sufre Argentina -desde que el cepo se instaló en 2011 y que se agudizó este verano- es reflejo de la apuesta de los inversionistas por el dólar, considerada moneda dura.La multiplicación de precios de la divisa norteamericana ha reeditado un antiguo "deporte" nacional: la bicicleta financiera. Se trata de lograr hacer una ganancia aprovechando la diferencia entre distintas cotizaciones.La drástica subida reciente de la tasa de interés en pesos -medida destinada a aplacar la obsesión por los verdes- habría venido a reforzar el pedaleo. Los memoriosos recuerdan que esta movida del Banco Central desempolva un clásico de la década de los '80.Esto es, subir el interés lo suficiente como para tentar a los ahorristas a vender sus dólares y colocarse a tasas en pesos, con la expectativa de ganar más que con el dólar. Esa hipotética ganancia en el bolsillo del ahorrista, le reportaría el gobierno mantener tranquilo durante un tiempo el mercado de cambio.Como revela la historia económica argentina, esta práctica termina mal para el país. Por lo pronto el conjunto de la operación supone privilegiar la especulación financiera, en lugar de direccionar el ahorro en la producción de bienes.Además, llegado un momento, el inversor quiere capturar la ganancia. Entonces se retira del juego, saca sus pesos del banco y compra dólares nuevamente.Pero lo hace con el capital invertido más los intereses ganados, lo cual genera una fenomenal presión sobre el mercado de cambios. Y muchos pesos intentando ser convertidos en dólares, es la base de toda corrida cambiaria.Hay que decir, sin embargo, que este tipo de negocio financiero suele estar en manos de inversores con conocimiento del mercado, más allá de que se puedan sumar pequeños ahorristas.El refugio de valor más clásico a que apelan las familias argentina, en su intento por guarecerse de la depreciación de la moneda nacional, es la propiedad inmueble.La percepción que existe es que estos activos a la larga, y más allá de los vaivenes del mercado, son un instrumento válido de ahorro. Y de hecho desde hace mucho tiempo están "dolarizados".En Argentina el dólar es tomado como referencia para la cotización de los bienes raíces y la vivienda. En este sentido, la última fuerte devaluación del peso (60% en un año respecto de la divisa norteamericana) no alteró los valores en el mercado inmobiliario.Los propietarios, al cotizar sus bienes en dólares, no vieron depreciar dramáticamente sus posesiones, aunque si alguno de ellos quisiera hoy vender quizá pudiera aceptar un precio más bajo.En contrapartida, aquel que está en pesos, por ejemplo un trabajador cualquiera, cuyos ingresos seguramente no serán indexados en idéntica proporción a la devaluación y a la inflación en curso, ha perdido terreno frente al valor de los inmuebles.Por otro lado, quien tiene una vivienda, en un contexto inflacionario, lo que suele hacer es arreglarla, con el propósito de agregarle más valor a ese capital (la casa como activo económico).De hecho muchos pequeños ahorristas -que están fuera del juego financiero- se han dedicado en el último tiempo a realizar ampliaciones, refacciones y reparaciones de sus propiedades.
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