UNA ALTERNATIVA PARA LLEGAR A FIN DE MES
Cada vez más gualeguaychuenses trabajan en cadetería y delivery por la crisis y el desempleo
La falta de oportunidades en materia de empleo y la acuciante necesidad económica llevaron a que cada vez más personas opten por ofrecer su servicio como moto-mandados para ganarse la vida. Un rubro cuya oferta crece a un ritmo mayor que la demanda, que ha caído por la caída del poder adquisitivo.
Cada vez se observa con mayor frecuencia a repartidores, cadetes o mensajeros transitando las calles de Gualeguaychú arriba de motos o –en menor medida– bicicletas. Aunque desde hace mucho tiempo existen agencias de mensajería (o “cadeterías”) en la ciudad, en los últimos años han proliferado, tanto dentro como fuera del casco céntrico.
El objetivo es ofrecer sus servicios en una urbe que ha crecido considerablemente y que comenzó a demandarlo en mayor medida desde las épocas de confinamiento obligatorio por la pandemia de Covid-19. A su vez, este auge se da en la medida en que representa una salida laboral práctica y rápida para muchos jóvenes (y no tan jóvenes) en tiempos de crisis y desempleo.
Para conocer en profundidad lo que sucede al interior de este sector, Ahora ElDía conversó con dueños de distintas agencias locales.
De la pandemia a la crisis
Según lo relatado por los agencieros, se pueden identificar al menos dos motivos detrás del incremento en la demanda del servicio de mensajería y el gran número de personas que se vuelcan a trabajar en el rubro.
En primer lugar, según señaló Esteban Cardoso, dueño de la mensajería “Coordenadas”, el aumento en la demanda puede explicarse –al menos en parte– por “un efecto post pandemia que dejó a las personas muy acostumbradas al servicio de delivery. Quienes antes no lo utilizaban, empezaron a hacerlo dentro de lo que fue ese contexto, y muchos se acostumbraron. Toda esa época hizo que se haya ampliado la base de clientes que hay en Gualeguaychú”.
Sin embargo, la aguda crisis económica que desde fines del año pasado resintió toda actividad comercial y el fuerte ajuste impulsado por el presidente Javier Milei hicieron caer drásticamente el poder adquisitivo y, por lo tanto, también la demanda de este y otros servicios prescindibles.
“La demanda sufrió una merma bastante considerable de diciembre a marzo, pero a partir del final del verano comenzó a mejorar paulativamente”, observó Nazareno Marchesini, dueño de la agencia “Nazzaytu”, quien además añadió que en la actualidad “cada vez vienen más personas y en edades cada vez más jóvenes en busca de empleo”, al tiempo que la cantidad de trabajo no es la misma.
Aunque el sector experimenta una gradual reactivación, la recesión sigue poniendo límites al consumo: “En la primera mitad del mes hay un mayor movimiento, pero en la última semana la demanda es muy baja y se solicita menos el servicio”, agregó a su vez Cardoso.
Al mismo tiempo, cabe aclarar que es probable que la mayor oferta de mensajerías en la ciudad, es decir, de competencia al interior del rubro, también haya contribuido a que bajara la demanda general de las agencias. “Hoy en día no se manejan los mismos números de viajes que antes”, sintetizó Emiliano Martínez, dueño de la mensajería “Febo”.
Una salida laboral rápida
Todos los agencieros consultados coincidieron en lo mismo: la falta de oportunidades de empleo y la acuciante necesidad económica lleva a que cada vez más gualeguaychuenses opten por ofrecer su servicio como “moto-mandados”, o bien abrir su propia mensajería para ganarse la vida.
“Son pocos los requisitos y es un negocio que tiene una inversión baja, con bajo riesgo. Teniendo una base de clientes uno ya puede abrir su propia agencia”, dijo Cardoso, quien analizó que se trata de “un fenómeno que ocurre como consecuencia de la situación económica del país. Es una respuesta de las personas que buscan un ingreso extra o, directamente, un ingreso porque se quedaron sin trabajo o no consiguen”.
Marchesini ratificó: “La falta de oportunidades laborales más clásicas hace que todo el que no sepa qué hacer o no consiga una salida laboral rápida se suba a su moto y se ofrezca no solo en agencia sino de forma particular”.
“Algunos lo utilizan para generar un ingreso extra, y en otros casos para tener ingresos mientras estudian. También está el caso de mujeres que son sostén de familia y deben cuidar de sus hijos”, acotó por su parte Natalia Silva, dueña de la agencia “Destino”, y –en coincidencia con el relato de sus colegas– observó que “desde diciembre hasta aquí, lo que era una alternativa también se volvió una opción para muchos que se quedaron sin trabajo, e inclusive para jóvenes que tuvieron que dejar de estudiar para ayudar a su familia debido a la situación económica”.
“Tenemos empleados que tienen otros trabajos: como porteros en colegios; o chicos que están fijos en casas de comida por la noche y le agregan laburo durante el día en la agencia; o jóvenes que estudian y aprovechan que los horarios son libres y que es una salida laboral sin ataduras a horarios”, sumó a su vez Andrea Melgarejo, dueña de la mensajería “Voy!”, quien además agregó que “el número de personas que trabaja en nuestra agencia es variable, ya que por ahí están quienes consiguen algún trabajo, se van, luego vuelven, y así todo el tiempo”.
Aunque es común pensar que sólo jóvenes trabajan en este rubro, el desfavorable escenario laboral ha hecho que el rango etario sea cada vez más abarcativo. Según relató Martínez, en su agencia tienen empleados de todas las edades “pero últimamente se suman muchas más personas grandes, ya jubilados, y muchos estudiantes que sustentan sus gastos. Muchos, incluso, tienen dos trabajos”.
Sumar horas para llegar a fin de mes
No todo lo que genera en el día un repartidor va para su bolsillo. Al canon que se paga a la agencia hay que descontar el gasto de combustible. “Cada cadete abona una ‘base’ por día o por semana, y el resto del dinero que haga en el día va para él”, indicó Gabriela Suárez, operadora de la agencia “Destino”, quien explicó a Ahora ElDía como es e
Una agencia funciona de la siguiente manera: cada cadete que llega a una mensajería se presenta con la documentación requerida. Una vez dado de alta en la agencia se presenta en la Dirección de Tránsito a hacer el trámite donde revisan que su vehículo esté en buenas condiciones para obtener el tarjetón que los habilita a trabajar. Una vez realizado esto, ya puede empezar a trabajar. Cada empleado pone su propio vehículo, y en la mayoría de las agencias les presta cajas y mochilas térmicas para utilizar hasta que el trabajador pueda adquirir la suya. Sin embargo, algunas agencias funcionan de manera diferente.
Marchesini, por ejemplo, contó cómo es en el caso en la suya: “Nuestra modalidad de trabajo es personalizada y descentralizada. Personalizada porque todos los repartidores que trabajan en ella tienen los números de los clientes y ellos mismos se comunican con ellos en caso de ser necesario. Y descentralizada porque no parten desde una base o agencia, sino que trabajan desde su celular en el lugar en el que se encuentren. No cumplen guardias ni tienen horarios”.
Las ganancias de un oficio constante
Respecto a cuánto puede llegar a ganar un repartidor, cada agenciero estimó cifras distintas ya que depende directamente de cuántas horas se dedique a este trabajo y de la fluctuante demanda del servicio.
Sin embargo, muchos estiman que por día se pueden ganar unos 25 mil pesos por día, aunque esto siempre dependerá del contexto socio-económico y la estación del año. Aun así, muchos estimaron que “el que trabaja sólo de esto y le mete debe andar cerca del millón por mes”.
Otros, en cambio hablan de un promedio de 10 mil pesos diarios, mientras que otras agencias estiman entre 9 y 15 mil pesos por día, según el mes.
“El monto que ganan varía siempre y depende de cuánto los chicos le dediquen al trabajo, pero diariamente tienen que sacar entre 20 y 25 mil pesos, siempre y cuando estén 100% abocados al laburo, que lleva constancia y horas arriba de la moto”, concluyó Melgarejo.