Noche traicionera
La vida actual encierra ambientes, hechos y situaciones riesgosas para el desarrollo normal de los jóvenes. La nocturnidad del presente invita a la juventud a un desenfreno que los adultos no sabemos como contrarrestar. Por Abel Lemiñ[email protected] La noche siempre invitó al romanticismo, al baile, a las fiestas y a la diversión. La pregunta dónde vamos esta noche, en relación a la salida de los sábados sigue en vigencia. Basta recordar la película de Travolta con su “Fiebre de sábado por la noche”, o la canción de Sandro con su “Noche de amantes perdidos”o “La noche se perdió en tu pelo”, pero hoy tiene otro tinte, otra característica.Hasta le cabe la descripción de factor de riesgo para la juventud, porque no es lo mismo diversión que despiporre, no es lo mismo nocturnidad que simple noche, y boliche ya no es lugar para bailar y conseguir novio, sino tiene más forma de botella que de pista de baile.Es más importante la barra que la pista, más importante el barman que el disc jockey. La noche actual es la antítesis de lo que merecen los jóvenes, pero ellos son de esta época y para ellos eso es lo normal, lo lógico, y por eso no interpretan nuestra crítica, al contrario, la ven anticuada, diría prehistórica.“La noche te irá envolviendo en su oscura neblina”, cantaba Serrat hace casi cuatro décadas, sin saber que esa frase era la metáfora exacta de lo que hoy es la noche en relación a la juventud.Y por más que en casa hablemos, recomendemos, gritemos y les demos sermones como éste, la noche empieza a la hora que impusieron algunos, y marcan el entorno que se trasforma en situaciones que rozan con el peligro, con el riesgo de caer en hábitos y acciones de las que después cuesta salir o se convierten en cárceles definitivas de la personalidad.Ese entorno que propone alcohol como combustible para divertirse, con humo que nubla aun más la visión, con música a decibeles que lastiman y confunden, con canciones cuyas letras invitan al desenfreno, y la droga que ya es casi permitida por una ley que anda dando vueltas en el Congreso de la Nación.No hablo de culpar a los chicos que salen, ellos son las víctimas del ambiente y moda creadas por los adultos que tienen intenciones diametralmente opuestas a lo que necesita la sociedad. Y nosotros los padres no hacemos nada.Gritos, alcohol, humo y aturdimiento, algún porro, una pastilla, con ese cóctel pregunto si alguien puede mantener la cordura y el discernimiento de sus actos. Las barras a veces son atendidas por menores, cuando en sí no se les puede vender a ellos, qué significa eso, no te dejo comprar ni consumir por ordenanza, pero sí podés vender. Yo no le encuentro respuesta. No creo que la haya.Pueden después de la previa en la que se “entonan”, pasar horas en esa noche bolichera, tener conciencia para saber lo que es correcto y lo que no. Por todos lados en las rutas se lee si tomaste no manejes, refiriéndose al manejo de vehículos. Imposible manejar en ese estado. Pero también lo aplico en un sentido más amplio y digo a modo de pregunta pero que encierra una respuesta, ¿si tomaste, si te aturdiste, si te drogaste, podés manejar tu mente y tu conciencia, tu cuerpo y tu sexualidad? ¿Si llegás a mantener relaciones sexuales, te vas a saber cuidar del Sida, de otras enfermedades de transmisión sexual y te vas a hacer cargo si surge un embarazo?Además ya no sólo los fines de semana, sino que cada vez se sale durante la semana, abrazando el hábito de la noche y sus circunstancias. Siete u ocho de la mañana y la ciudad amanece con zigzagueantes jóvenes, chicos y chicas, a los gritos, balbuceantes, vomitando y son ellos, nuestros hijos, que al salir del mundo luminoso de la casa se internan en la tenebrosa noche de la supuesta diversión.Diversión, en el ambiente militar, suele llamarse a la acción que pretende confundir y despistar al enemigo. Tal vez esa sea la verdadera definición actual, porque la noche y su diversión están confundiendo y despistando a una generación que cree divertirse mientras nosotros atónitos no sabemos qué hacer para contrarrestar la acción de los enemigos de la juventud que encuentran en la noche, a su más oscura aliada y en nuestros hijos a sus víctimas.
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