OPINIÓN
Nahir: un relato que intenta desviar la atención hacia otra realidad
Hay un hecho que es innegable: el 29 de diciembre de 2017, en Gualeguaychú, Fernando Pastorizzo murió de dos disparos. A partir de este hecho, el film estrenado por Amazon Prime basado en la figura de Nahir Galarza intenta con su trama plantear diferentes escenarios alternativos con el único fin de edulcorar la figura de la condenada a reclusión perpetua por el crimen.
Desde la escena inicial, donde se ve el extracto más conocido de la entrevista que Mariana Fabbiani le realizó a Nahir en el penal de Paraná, donde la protagonista afirma que de todas las Nahir que existen la que vive en ese presente es la verdadera, ya se plantea que el hilo argumental va a explorar diferentes escenarios mediante los cuales quede en el imaginario popular la duda de si la joven merece o no haber sido condenada por la Justicia y, sobre el final de la película, si efectivamente ella fue o no la autora material del homicidio.
Sin embargo, a los avezados que siguieron de cerca el caso nada de todo esto puede llamar la atención, ya que los hechos planteados están basados, expuestos y planteados en el libro “El silencio de Nahir – Crónica de un linchamiento mediático”, escrito por el mediático Jorge Zonzini, una figura que fue vocero de Nahir Galarza que planteó teoría descabelladas, intentó manipular a los medios con pruebas sin sentidos e hizo todo lo posible para torcer lo que la realidad mostraba al derecho.
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De hecho, el relato planteado por Zonzini siempre tuvo a dos “culpables” según su punto de vista: en primer lugar a la Justicia de Gualeguaychú, a la cual describió como misógina y que condenó a Nahir sin haber tenido una perspectiva de género, y Marcelo Galarza, el padre de Nahir, con quien se terminó creando una mitología basada en que el verdadero asesino de Fernando fue él.
Y todo esto queda reflejado en la película: el personaje que representa al por entonces fiscal de la causa Sergio Rondini Caffa es alguien desaliñado, mal afeitado, con la camisa desprolija y jamás aparece con todos los botones abrochados. Es alguien que deja la sensación que le importa más probar su hipótesis de que Nahir mató con alevosía que inmiscuirse en el trasfondo y los motivos del crimen.
Con Marcelo Galarza pasa exactamente lo mismo, ya que en los flashback que aparecen en la película, previos al asesinato, lo muestran en una relación cercana con su hija, demostrando que tiene una manipulación plena en sus decisiones y que transmuta en una frialdad y soberbia cuando se lo ve post muerte de Pastorizzo.
Uno de los grandes puntos a favor que tiene la película es el rol de la protagonista, la actriz Valentina Zerene, quien representa a una Nahir Galarza polifacética, por momentos fría y descarnada. y por otros vulnerable e indefensa, siempre dependiendo del contexto. Pero lo que sin dudas marcó el gran destaque en la actuación es que en los momentos más intensos que vivió su personaje –como cuando se entregó ante la Justicia o como cuando interpretó los diferentes escenarios donde muere Pastorizzo o como cuando enfrenta a su padre por un motivo jamás expuesto, pero que queda implícito– la actriz jamás pestañea. Sólo vuelve a abrir y cerrar los ojos cuando el personaje vuelve a estar en su propia zona de confort, aunque todo por fuera de ella es un caos.
Al final de la película, el director Hernán Guerschuny deja en claro que la condena de Nahir Galarza está siendo revisada por la Corte Suprema de Justicia y que, efectivamente, existe una oportunidad para que se realice un nuevo juicio. Sin embargo, desde la narrativa del film ya se dejó plantada la posibilidad de que un escenario diferente haya ocurrido, dejando al final la figura de Nahir Galarza con la posibilidad de que no sea esa fría persona capaz de matar de dos disparos a su novio.