GESTIÓN DE PASIVOS AMBIENTALES
Nación aportará 200 millones de pesos para remover y confinar el asbesto del ex Frigorífico
Desde la subsecretaría de Ambiente y Seguridad Alimentaria afirmaron que el Gobierno nacional aceptó su pedido de fondos para dar solución al problema de los pasivos ambientales en el ex Frigorífico. Los detalles de la gestión y los próximos pasos a seguir.
A través de “Casa Común”, un plan nacional que brinda asistencia técnica y financiera para la realización de proyectos ambientales con impacto social, la Municipalidad de Gualeguaychú recibirá un financiamiento de 200 millones de pesos para la remoción o confinamiento de las más de 50 toneladas de asbesto presentes en el ex Frigorífico. Así lo confirmó a Ahora ElDía la subsecretaria de Ambiente, Ivana Zecca, quien explicó que los fondos fueron solicitados a través de este plan dado que no existen vías de financiamiento específicas para la gestión de residuos peligrosos. De esta manera, la Municipalidad alegó que, en su voluntad de volver seguro y sustentable un lugar de esparcimiento como el ex Frigorífico, deben sí o sí gestionar primero sus pasivos ambientales (asbesto, PCB y fuel oil), con lo cual destinaría los fondos a resolver esta necesidad.
“El ex Frigorífico es un predio de esparcimiento público, en el que además funcionan algunas oficinas municipales. Hay movimiento de personas, y por eso la presencia de estos pasivos ambientales representan un problema importante. Eso fue lo que motorizó acelerar la búsqueda de fondos”, explicó Zecca, y contó que el pedido en cuestión se realizó recientemente en una reunión con su par a nivel nacional, Ana Vidal de Lamas. “Después, a partir de una reunión vía Zoom, donde participó el personal técnico de “Casa Común” y el responsable de residuos peligrosos de Nación, se nos informó que el presupuesto asignado para Gualeguaychú era de 200 millones de pesos”, precisó y reiteró que “la confirmación del presupuesto está” y que “de acuerdo a lo que ellos nos manifestaron, el proyecto va a tener prioridad”.
Por otra parte, aunque la funcionaria estimó que el monto aprobado alcanzaría para gestionar los residuos, aclaró que son fondos públicos a los que -de ser necesario- “se les puede agregar la participación de un privado” sin inconvenientes.
En estos momentos, desde la Municipalidad se encuentran realizando los trámites para formalizar la entrega de los fondos, pero se desconoce cuándo podría efectivizarse. “Estamos haciendo todas las presentaciones para poder adecuarnos a la línea de trabajo que nos plantearon. El intendente ya firmó todo lo que tenía que firmar, asignó a los responsables que tenía que designar, y estamos afinando la parte más técnica. Presentamos el primer borrador, que está directamente enfocado en la cuestión del asbesto. Lo que proponemos es realizar el retiro en aquellas zonas donde es factible hacerlo, y en otros casos directamente dejarlo contenido en el mismo edificio. También hay que hacer toda una evaluación del estado estructural del edificio del Frigorífico. Ahora estamos a la espera de la contestación técnica de la Secretaría de Ambiente de la Nación. En este momento, están evaluando nuestra propuesta en la Dirección de Residuos Peligrosos”, detalló Zecca.
Remoción y confinamiento del asbesto
Aunque el asbesto, el PCB y el fuel oil están categorizados como pasivos ambientales, son residuos que tienen características de peligrosidad, por lo que no pueden ser gestionados como cualquier otro tipo de residuo. Zecca explicó que retirar las fibras de asbesto tiene sus particularidades: “Como se dispersa muy fácilmente no se puede amolar, por ejemplo, y se aconseja pintar la superficie para evitar la dispersión; además, todo lo que está en contacto con el asbesto, inclusive las herramientas, tienen que ser manipuladas como un residuo peligroso, por lo que no sirven más, no se las puede seguir utilizando”. Y añadió: “Realizar la disposición final del asbesto cuesta aproximadamente 4.000 pesos por kilo y nosotros estimamos que hay 58 mil kilos en el ex Frigorífico. A ese costo, se le sumaría el transporte que tiene que estar habilitado. El viaje en un camión que transporta 27.000 kilos está cerca de los 800.000 pesos. Todo requiere de una inversión muy importante”. Para eso, indicó que ya solicitó un presupuesto a Soluciones Ambientales, la empresa operadora habilitada para gestionar esta corriente residual que deberá conducir las toneladas de asbesto removidas hacia un relleno de seguridad, posiblemente ubicada en la provincia de Córdoba. “Esta empresa trabaja con otra que tiene un relleno de seguridad en Córdoba, que es uno de los pocos que están operativos en el país”, apuntó la funcionaria.
Dentro de las técnicas de remediación de sitios contaminados, propusieron el confinamiento para la sala de máquinas y el área de matanza del Frigorífico. “Estamos esperando que desde Nación nos digan que es factible para después especificar cómo se va a hacer ese confinamiento, por ejemplo, hacer una tapada y que quede la estructura edilicia como patrimonio arquitectónico. No tendría ningún uso, serían áreas que quedarían clausuradas”, señaló y aclaró que hay otras partes en las que se extraería el asbesto. “Lo más seguro es que hagamos una combinación”.
El asbesto está presente en diversas áreas de los edificios del predio. El sector de maquinarias, la planta baja del área de matanza y el área de grasería son los más comprometidos. Los dos primeros se encuentran actualmente clausurados por orden del Juzgado Federal. “El problema es que el asbesto está tan degradado que está por todos lados, no solamente adherido a las calderas o a los caños, en los que se utilizaba como aislante térmico, sino también depositado en el suelo”, advirtió Zecca y recordó que su peligrosidad radica en que “las fibras sueltas pueden volar y entrar en contacto con las personas”. No obstante, quienes disfrutan del espacio verde cercano a la estructura del ex Frigorífico no corren riesgos. “La peligrosidad del asbesto tiene que ver con la exposición y la permanencia dentro del lugar”, explicó y aclaró que, en su momento, se taparon ventanas y vidrios rotos de los edificios para evitar la dispersión del material hacia el exterior.
¿Cuándo se detectó la presencia de pasivos ambientales en el ex Frigorífico?
Por orden de la Justicia Federal, el 9 de febrero se llevó adelante un operativo en el predio del ex Frigorífico a raíz de una denuncia por la presencia de transformadores con PCB y asbesto en el lugar. Allí, se identificaron siete transformadores antiguos, de los cuales a cinco se le tomaron muestras que fueron firmadas y selladas por los presentes y se enviaron a que se realice el debido análisis. Fue en ese contexto que, además, los efectivos de la Policía Federal intervinientes en el operativo encontraron alrededor de 400 mil litros de fuel oil.
La denuncia por los transformadores había sido realizada por una vecina ante el fiscal Pedro Rebollo. La denunciante afirmaba que los mismos, al ser antiguos, probablemente contaban con un material que hoy se considera cancerígeno: el Bifenilo Policlorado (PCB), un compuesto químico formado por cloro, carbón e hidrógeno considerado como uno de los doce contaminantes más peligrosos del planeta. A años de haberse prohibido su fabricación y restringido su uso, los PCB continúan siendo una preocupación para la salud humana y para el ambiente, ya que se los considera agentes cancerígenos. Pero, además, se encontraron y tomaron muestras de lo que luego se confirmó que era asbesto, un grupo de minerales que debido a sus características de resistencia y aislación térmica se ha utilizado en gran variedad de productos manufacturados, principalmente materiales de construcción, productos de fricción, materias textiles termorresistentes y envases, entre otros. El siglo XX fue el período de auge en la utilización del asbesto (también llamado amianto), el cual coincidió con el funcionamiento a tope de producción del entonces Frigorífico Gualeguaychú. Recién en la década del ‘70 se descubrió el peligro que representaba este material para la salud de las personas dadas sus características cancerígenas, por lo que a principios de los 2000 comenzó a prohibirse en muchos países, incluida Argentina.