EL CAMBIO DE PARADIGMA EN GUALEGUAYCHÚ
Mujeres mecánicas y varones que diseñan ropa: Los roles de género en las escuelas técnicas del siglo XXI
Habilitar la palabra a las juventudes, conocer sus vivencias y recorridos en el ámbito educativo nos ayuda a entender los cambios y los desafíos pendientes. La demanda de más y mejor educación sexual, la falta de asesoras pedagógicas y el cambio de paradigma. Este año se recibirá el primer egresado varón en Industria del Vestir.
Por Luciano Peralta
“Los nenes con los nenes y las nenas con las nenas”, cantaban Las Primas, en los ya lejanos años 80. De ese paradigma venimos. Es así como se estructuró la educación técnica y la sociedad argentina toda.
Si bien actualmente la educación es pública, gratuita, laica y mixta, esto no siempre fue así. De hecho, el acceso a la educación fue un derecho que las mujeres no tuvieron hasta bien entrado el siglo pasado. Para que se dimensione más claramente: recién hace unos 30 años que la Escuela Técnica N°1 “Alférez de Navío José María Sobral” comenzó a emitir títulos de grado. Antes eran certificados en oficios.
Desde esa época viene la distinción, todavía con fuertes ecos, entre la “técnica de mujeres” y la “técnica de varones”. Ambas son mixtas hace mucho tiempo, pero el peso de la división social del trabajo aún sigue siendo importante. Los números así lo demuestran: en la Técnica N°1 (T1), sólo el 15% del alumnado son varones, mientras que en la Técnica N°2 “Presbítero José María Colombo” (T2) el porcentaje de mujeres es aún menor, apenas si llega al 10%.
De dónde venimos
En 1943 se fundó la Técnica N°1 con el nombre de Escuela de Profesiones Femeninas, que, posteriormente, pasó a llamarse Escuela Profesional de Mujeres. Épocas en que el rol de la mujer estaba acotado a la casa, a la crianza de los hijos y al cuidado en general. Por eso, los oficios a los que podían acceder tenían que ver con ese tipo de prácticas: corte y confección, gastronomía, etc.
Los cambios en la sociedad, lentos pero sostenidos, fueron acompañados por cambios dentro de la institución. Si bien la escuela es mixta desde la década del 80, la especialidad que hizo efectivo el ingreso de varones fue Administración de Empresas, profesión que, lejos de estar asociada con los roles laborales femeninos, tiene un claro corte de género masculino: en la división social del trabajo son los varones quienes ocupan los lugares jerárquicos de las empresas. De hecho, eso no ha cambiado nada, prácticamente.
Actualmente, dicha especialidad comparte la oferta del ciclo medio con Industria del Vestir y Gastronomía. Además, en la institución funciona un Centro de Formación Profesional, abierto y gratuito, en el que se enseña Peluquería, Cosmetología, Confección a medida, Pastelería, Cocina y Bordado artesanal.
Si todo marcha bien, Lucas será el primer estudiante varón en recibirse de técnico en Industria del Vestir en Gualeguaychú
El primero
Lucas tiene 18 años y llegó a la Técnica Nº 1 en tercero. En ese momento eran cuatro varones en el curso, hoy es el único y en unos pocos meses se convertirá en el primer alumno de la institución en recibirse como técnico en la Industria del Vestir.
“Vine a esta escuela por una equivocación, pensé que acá se daba computación y terminé descubriendo algo que me encanta. Quiero ser diseñador, modista, quiero que esa sea mi profesión”, dice con seguridad.
“Mi idea más grande es llegar a tener mi propia marca de ropa, acá, en Gualeguaychú. Me encantaría, también, tener un proyecto para descubrir talentos, existe mucha gente talentosa en la ciudad y a mí me encantaría potenciar eso”, comparte. Y destaca que fue “la posibilidad de crear en libertad y expresar lo que quiera en base a un diseño” lo que lo atrapó de este oficio.
El futuro sastre piensa en grande, pero no descuida lo inmediato. Quiere seguir estudiando, posiblemente la Tecnicatura Superior en Diseño y Producción de Indumentaria, en el Instituto Superior de Arte (ISA) y poner primera con su emprendimiento personal. “Seguramente, me formaré en marketing y en todo lo que me permita potenciar mi marca y mis productos”, proyecta el joven.
Brian, en el centro del patio de la Técnica N°1 “Alférez de Navío José María Sobral”
Brian también tiene 18 años. Nació en la correntina Paso de los Libres, luego su familia se mudó a Buenos Aires, a donde vivieron hasta que, hace una década, desembarcaron en Gualeguaychú.
Al igual que a Lucas, fue la mala información la que lo llevó a la Técnica Nº 1. “Sinceramente, estaba entre la ENOVA y esta, pero creía que se daba computación, por eso entré acá. Después, ya adentro, seguí Administración de Empresas”, cuenta el joven.
“En primer año éramos bastantes varones, éramos seis creo, después se fueron yendo. Siempre, cuando empiezan son varios. Hoy, en mi curso quedé yo solo”, agrega Brian, quien cursa su último año de secundaria y proyecta seguir Ingeniería en Sistemas en la Universidad de Concepción del Uruguay (UCU).
“He llegado a sentirme como apartado, yo no me hablo con casi nadie. Las amigas que tengo son de otro curso. De primero a tercero tuve un grupo, pero después se fue dispersando”, dice, sobre su relación con el resto del aula. Y puntualiza: “hay situaciones o charlas que son muy específicas entre mujeres, yo estoy ahí, escuchando de fondo, pero no participo”.
Más y mejor Educación Sexual
La Educación Sexual Integral (ESI) es un derecho, darla no es una opción, o al menos no debería serlo. Afortunadamente, Walter Daniel Morali, el rector de la T1, está formado tanto en ESI como en ENIA, el Programa de Embarazo No Intencional Adolescente. Pero, es consciente de que falta mucho en este sentido y que los 12 docentes capacitados en ESI son demasiados pocos para los 140 educadores que tiene la escuela.
En 2021, Morali colocó cuatro cajas con preservativos y gel íntimo, dos en la planta alta y dos en la planta baja de la escuela. Medida que fue acompañada por charlas con los y las estudiantes. “Los alumnos se sorprendieron un poco, pero para algunos decentes fue toda una revolución”, relató a Ahora ElDía.
Lamentablemente, tanto la T1 como la T2, por falta de pago en tiempo y forma (entiéndase: recorte presupuestario y precarización) dejaron de contar con la profesional en salud que asesoraba a los adolescentes en la escuela. Desde ambas instituciones, lamentan la pérdida de esta herramienta y coinciden en que funcionaba bien y canalizaba las dudas, inquietudes y propuestas de los jóvenes.
En la T2 son 200 docentes y sólo 10 están formados en ESI. Y, desde el colegio se informó que, si bien no han tenido denuncias por violencia de género, sí “algunas situaciones complejas entre profesores”. Respecto al alumnado, han tenido que lidiar con situaciones de “sospecha de violencia” y se ha activado el protocolo correspondiente. No por violencia interna, sino por violencia doméstica. Casos en los que debió intervenir la Justicia.
Por otro lado, los y las alumnas de ambas instituciones cuentan lo mismo respecto a la ESI: es muy poco lo que se da, una clase en segundo, alguna otra clase en tercero, y la manera de aplicarla no es la mejor. “A una compañera, una docente le hizo dibujar el aparato reproductor en el pizarrón, nada que ver”, relató una de las alumnas entrevistadas. Todas coinciden en que necesitan más y mejor Educación Sexual. Lo piden ellos y ellas. A pesar del compromiso de un puñado de docentes, sigue siendo una deuda de la educación pública.
Las cuatro estudiantes entrevistadas coincidieron en que son respetadas por sus compañeros varones
Mujeres mecánicas
Maia tiene 18 y cursa el séptimo año de Electromecánica en la Técnica N°2, fundada el 20 de junio de 1920 como “Escuela de Artes y Oficios”.
Cuando arrancó eran tres mujeres en el curso, ahora es ella sola. “Llegué a la escuela porque me gustaba la mecánica, los autos y la electricidad. Me crie en el campo, así que continuamente veía maquinarias”, dice. “Al principio me daba un poco de vergüenza ser la única mujer entre todos varones, pero con el tiempo es como que aprendés a comunicarte con ellos y llega un momento que te terminan tratando como a una hermana. Por ahí, en los talleres hay cosas que son muy pesadas y ellos me ayudan siempre, igual que los profesores”, cuenta, sonriente. Su hermana, Marcela, que tiene 14 años y va a tercero, la mira atenta. Ella, conociendo la experiencia de Maia, también eligió la T2 por la Electromecánica. “Hasta ahora me gusta”, dice, reservada.
“Hay situaciones en que una compite con los varones, como para estar a la misma altura, y hay varones a los que eso les molesta”, expresa Maia. “Me pasa en el Taller de Ajuste, o en el Taller de Electricidad, por ejemplo. Es como que la mujer intenta igualarlos o superarlos y eso los pone incómodos. Pero creo que es normal y lo entiendo, es un trabajo que antes sólo hacía el hombre y ahora también lo hacemos las mujeres”, reflexiona.
No es justamente Electromecánica la orientación que más mujeres recibe. La primera es Computación, una profesión que no tiene el corte de género de las otras, y es la que más cantidad de mujeres egresadas ha tenido en la institución, mientras que la segunda es Maestro(a) Mayor de Obras.
“Muchas terminan el secundario en cualquier otro colegio y vienen a hacer la orientación de tres años”, contó a Ahora ElDía César Timone, rector de la T2. Quien, además, agregó que “también hay adultos que se incorporan bajo esta modalidad”, ya que no hay límite de edad para hacerlo. En este sentido, tres de cada diez personas que llegan de otras instituciones para recibirse de Maestro(a) Mayor de Obras son mujeres.
Uma y Brisa cursan segundo año y llegaron a la Técnica N°2 por tradición familiar
Uma y Brisa tienen 13 años. Ambas llegaron a la Técnica, como tantos, por tradición familiar. “Mi papá vino a la escuela”, cuenta Uma, quien, actualmente, comparte el curso con tras dos mujeres y piensa seguir la especialización en Maestro(a) Mayor de Obras.
“Vine acá por mi hermano, que ya era alumno, y porque mi mamá me había dicho que pruebe si me gustaba. Y, la verdad, es que me gustaron los talleres, aprendemos cosas que son útiles”, dice Brisa.
“Yo siempre estuve rodeada de varones, tengo dos hermanos, uno de 15 y otro de 17, y primos. Así que no fue tan incómodo venir acá, además siempre me trataron bien, con respeto”, asegura la joven que comparte el curso con cuatro mujeres más, un número que posiblemente sea récord en la historia de la institución de la calle 9 de Julio.