ANÁLISIS DE LAS PASO
Milei: el garrote social para castigar al peronismo y a Cambiemos
Son esos movimientos subterráneos que emergen de golpe. Son esos golpes sobre la mesa que las sociedades les dan a sus dirigentes para hacerlos volver a la conciencia. El sábado, todas las encuestas que se hacían en twitter, una red social dominada por jóvenes sobre todo, lo daban ganador a Javier Milei.
Por Jorge Barroetaveña
Pero la sorpresa no se circunscribiría sólo a los jóvenes. El domingo, cuando los resultados electorales empezaron a teñirse de violeta, quedó claro que vastos sectores populares también habían resuelto catapultar al líder de la Libertad Avanza a las puertas de la Casa Rosada.
El triunfo de Milei fue a lo largo y a lo ancho de la Argentina. Ganó en provincias pobres y ricas, se metió como una daga en las villas y los barrios populares. En CABA, su promedio fue del 17%, pero lo duplicó en las tres villas. Salió segundo en La Matanza y ganó en lugares extraños y lejanos como Tucumán o Tierra del Fuego. ¿Cómo se explica el fenómeno? Es el garrote que la sociedad decidió utilizar para castigar a los que están o estuvieron. Los que están hoy no tienen mucho para explicar: son probablemente el peor gobierno peronista de la historia. Pequeño mérito para los Fernández y Massa. Y los que estuvieron, Cambiemos, se han pasado el último año y medio disputando candidaturas y repartiéndose el poder antes de detentarlo. Cambiemos perdió el encanto original que lo hacía atractivo para los deseosos de castigar al kirchnerismo. Ese terreno ahora se los disputa Milei mano a mano y el domingo quedó claro que les va ganando.
Larreta y Bullrich deben estar arrepentidos de haber llevado el nivel de confrontación interna a límites impensados. Hoy, ni siquiera tienen seguro recoger los votos del rival. Hasta Massa coquetea con los votos de Larreta, especulando con las heridas que quedaron con Bullrich. Pero es demasiado tarde para lágrimas. Es la ex ministra de Macri la que tiene el trabajo más complicado: tiene que retener los votos de Larreta y buscar en otras peceras. Para arriba está Milei, ahora más afin al paladar de los votantes enojados y para abajo está Massa con lo que queda de la histórica base peronista, cada vez más exigua. Por fuera están los millones que no fueron a votar y los que quedaron huérfanos de candidatos. Son todas áreas, a priori, hostiles para Bullrich.
A Milei lo votaron jóvenes y gente que no llega a fin de mes. Lo votaron los que están calientes con el sistema y piensan que no es posible estar peor que lo que están hoy. Es el “que se pudra todo”, sin importar las consecuencias. Y los jóvenes, esos que alguna vez atrajo el kirchnerismo y después Cambiemos. Son chicos que se asoman al mercado laboral y no encuentran nada. Que quieren independizarse y ni siquiera se pueden ir de la casa de sus padres. Son, muchos de ellos, los que piensan, si les surge alguna posibilidad, irse a vivir al exterior. O al menos a trabajar para ahorrar plata con la quimera de volver lo antes posible.
Hay entre los argentinos un sentimiento generalizado de fracaso. Los políticos se ofenden cuando escuchan esto. Lo que deberían hacer es tomar conciencia y pedir perdón. Desde el lunes, arrancó la campaña de demonización de Milei. Es lo mejor que podrían hacerle. Al cabo, sus propuestas, algunas locas e impracticables, son las únicas que se debaten. Ni Bullrich ni Massa han podido instalar ideas fuerza. Ambos arrastran el fracaso de sus respectivas coaliciones. Por esa grieta se cuela el voto a Milei.
Gran tarea tiene ahora el economista devenido en político. No creer que ya ganó y es Presidente. En dos meses pueden pasar muchas cosas y la lupa estará sobre cada movimiento que haga. Cada palabra, cada gesto, será auscultado. Aumenta pues el margen de error.
Aunque lo niegue, algunas de sus propuestas han empezado a sufrir modificaciones. “Odio el teorema de Baglini”, dijo en una de las tantas entrevistas que le han hecho. El teorema es aquel que dice que la radicalización de lo que se propone, es proporcional a la cercanía con el poder. Cuanto más lejos, más radical, cuánto más cerca, más racional. Algo de eso se ha visto en las últimas horas, si bien lo del CONICET generó tanto revuelo como polémica.
Pero desde el domingo, el centro de gravedad de la política argentina gira en torno a Milei. Nada igual sirvió para atemperar el impacto de la devaluación que decidió Masssa el lunes. La ola remarcaciones y una virtual paralización de la actividad económica, fue el correlato sabido. El propio Ministro dijo que habrá medidas para amortiguar el proceso devaluatorio pero hasta ahora sólo han sido anuncios de palabra.
El puerto está en octubre, adónde Massa quiere llegar a cómo de lugar. Todavía pelea para no quedar como el Ministro-Candidato de la peor derrota en la historia del peronismo. En la Argentina todo indica que la política ha cambiado para siempre. Al menos como la conocimos en los últimos 50 años.