SERÁ OBISPO AUXILIAR DE MERCEDES Y LUJÁN
Mauricio Landra, el cura futbolero designado por el Papa Francisco: “Es como que te convoquen a jugar para la Selección”
El cura larroquense de 51 años fue designado por el Papa Francisco como nuevo Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Mercedes y Luján y será puesto en funciones en el mes de octubre en la Basílica de Luján. En una charla mano a mano con Ahora ElDía, recorrió su vida sacerdotal, emparentada con el fútbol y con la vida.
Por Daniel Serorena
En el Seminario de Gualeguaychú se respira tranquilidad. El silencio se entremezcla con los cantos de los pájaros y algún bocinazo lejano que ni siquiera perturba la mansedumbre del lugar.
El Padre Mauricio Landra, es el rector del Seminario y vive días apurados, por un lado tratando de dejar todo ordenado antes de emprender el viaje rumbo a Luján, donde será su nueva casa, tras haber sido designado hace pocos días como obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Mercedes y Luján.
Luego de preparar el mate, Landra se sienta en uno de los cómodos sillones de su oficina y se presta al diálogo, abierto, frontal, directo y con ese particular trato campechano que lo ha acompañado en toda su vida.
- ¿Te sorprendió esta designación?
Si, mucho. Fundamentalmente porque nosotros no estamos a la espera de un tipo de llamado como este. La preparación al sacerdocio tiene mucho de lo que la gente conoce la vida parroquial, vivir cerca de donde uno nació, por eso difícilmente los sacerdotes nos alejamos de nuestro terruño. Si bien no nos preparamos, la posibilidad está, aunque ni siquiera es una aspiración, porque tenemos claro que lo nuestro pasa por el sacerdocio.
- Utilizando un término futbolero, es como que te llamen de la Scalonetta
Algo de eso tiene (risas). Es como que recibiera ese llamado, pero siempre seguís brindándote al club de donde provenís. En este caso, mi función sacerdotal va a tener algunos cambios más relacionados al episcopado, pero no dejaré de ser cura. Tomando otra comparación con el fútbol, es que ahora voy a servir a un equipo nuevo, donde no conozco tanto ni me conocen a mi, pero que practicamos el mismo idioma desde lo religioso.
- ¿Cómo nació tu vocación?
Yo soy nacido y criado en Larroque. Una vez terminada mi escuela secundaria me hice algunos cuestionamientos sobre mi vida futura, tenía alguna participación en la parroquia y sobre todo, tenía mucha cercanía con los sacerdotes que estaban en Larroque. Me fueron ayudando algunos ejemplos que se me fueron presentando. Igualmente, mi proyecto no era el de la vida sacerdotal, a los 16 años, un poco de novio y un poco en los proyectos lógicos de los muchachos de esa edad, con salidas y empezar a pensar qué iba a estudiar cuando terminara la secundaria. Mi idea era irme a Paraná a estudiar Ciencias de la Comunicación … hubiéramos sido colegas.
- ¿Y tu familia como reaccionó cuando les dijiste?
Te diría que de forma mucho más natural de lo que hubiera imaginado, un apoyo y acompañamiento pleno, pese a que no teníamos ningún antecedente en la familia de un pariente que fuera sacerdote, más allá que teníamos como familia un vínculo importante con la Iglesia. Yo soy el hijo mayor y siempre tuve el acompañamiento pleno de toda mi familia.
- ¿En qué año ingresaste al Seminario?
En 1990. Fue todo un cambio, no solamente por el hecho de venirme a estudiar para sacerdote, sino que generó algunos cambios internos que fueron muy lindos. Fuimos muchos los que entramos, varios colegas de otros lugares y los sacerdotes de esa época fueron muy cercanos. El director del Seminario era Jorge Almeida y el Director Espiritual, José María Aguilar, dos curas que influyeron positivamente sobre mi persona. Grandes tipos además, porque ahora la valoración que hago sobre esos sacerdotes que me guiaron en el camino de la fe, fue que también me ayudaron enormemente como persona, no solo como “pichón de cura”.
- ¿Y ya ordenado como sacerdote estuviste en muchas parroquias?
Antes de ordenarme tuve la posibilidad de pasar por muchas parroquias en la ciudad, estuve tres años en la parroquia Asunción de María, siempre aclaro lo mismo, antes de que se hiciera la cancha de Defensores, en un Barrio donde no había mucho asfalto y donde las realidades eran realmente complejas, pero me encontré con gente maravillosa. De ahí pasé a San Juan Bautista, donde el párroco era Monseñor Eichorn y luego a Luján. Lo que no estaba en los planes fue lo que vino después, porque cuando estaba por ordenarme como sacerdote, el Obispo Pedro Boxler me propone con otro colega, seguir estudiando en Buenos Aires, con la idea de formación de sacerdotes para ser profesores del Seminario. En 1998 estuve dos años y medio estudiando en la Universidad Católica, haciendo una especie de especialización en el derecho de la Iglesia. Algo que me abrió la cabeza enormemente.
Después de esa experiencia y ya ordenado, pasé por María Auxiliadora en Concepción del Uruguay, una parroquia preciosa y una comunidad enorme de gente muy apegada a su parroquia, donde dejé muchos amigos, de ahí vine a la parroquia de Lourdes, al lado de la cancha de la Liga, donde estuve varios años y viví todo tipo de situaciones, muchas de ellas vinculadas al fútbol, porque al estar tan cerca de la cancha de la Liga, en muchos casos, el grito de un gol interrumpía la homilía los domingos a la mañana. Hubo otras veces que tuve que intermediar en alguna pelea o en alguna situación medio caótica en los clásicos de Juvenil del Norte y La Vencedora. Pero me llevé recuerdos hermosos, sobre todo por la interacción con el barrio, con los clubes del barrio como La Vencedora y Sporting. Una de las anécdotas más lindas que tengo es que algún domingo, yo volvía de Larroque de visitar a mis viejos y muchas veces les hacía de corresponsal a los periodistas que iban a la sede de la Liga y les pasaba los resultados de los partidos que se habían jugado en Larroque.
- ¿Siempre te gustó ser vecino, además del cura párroco?
Creo que es parte de entender por donde pasa lo nuestro. De hecho, el sacerdocio no es una profesión, es algo full time, tiempo completo. Por eso no tenemos una familia propia, es parte de lo que no renunciamos al momento de asumir como sacerdotes. Pero no se renuncia a tu manera de ser, a tu personalidad, al compromiso, a tender una mano, a dar siempre un consejo. Se da algo particular, que mucha gente que podrían ser tus padres, nos dice padre a nosotros, porque nosotros ejercemos una paternidad. Además, Jesús no nos pide a los curas que seamos todos iguales, cada uno tiene su forma de ser y va templando su personalidad con el paso de los años y con las experiencias vividas.
Además, al ser cura de una parroquia que está insertada en una comunidad, el cura pasa a ser vecino, comprás en el mismo almacén, compartís los mismos espacios comunes, hacer vida de vecino. A mi siempre me gustó eso de ser vecino además del cura párroco, adquirí muchas experiencias de vida en lugares que no son vinculados a la iglesia.
- ¿Cómo fue ser cura en pandemia?
Uffff, muy complicado. Primero porque tuvimos que encerrarnos y no estaba nadie preparado para eso. Nosotros dentro de todo, acá en el Seminario teníamos mucho espacio, no cuidamos mucho entre los que vivimos aquí dentro y nos propusimos algunas metas de convivencia para que la cosa fuera más llevadera. Hicimos una especie de Juegos Olímpicos donde hacíamos ping pong, cartas, truco y hasta bochas, porque armamos una cancha de bochas, pero también combinado con tareas de uso común, para que todos estuviéramos ocupados en algo. Con la comunidad lo que nos pasó y se sintió mucho fue la falta de contacto personal, el hombre no está preparado para encerrarse y perder el contacto diario, el hecho de saludarse aunque sea con un apretón de manos. Y nosotros que encima somos abrazadores y besadores, fue toda una complicación el tema de volver a vernos. Pero al mismo tiempo, la Iglesia como comunidad y la fe de cada uno de nosotros fue importante para poder pasar un momento delicado, porque nadie estaba preparado para semejante encierro. Además cuidando de no enfermarnos, estuve varias veces aislado pero no tuve la enfermedad, aunque si hubo muchos sacerdotes y amigos que la tuvieron y estuvimos todos muy pendientes de ellos.
- Te vas a ordenar como obispo en la Basílica de Luján, ¿qué representa?
Es como jugar un partido en el Camp Nou, o en la Bombonera, por traerlo a mi club favorito que es Boca (risas). Es un lugar increíble, todos los que alguna vez tuvimos la oportunidad de entrar a la Basílica, nos sentimos hijos, porque es la casa de nuestra Madre. Además en este caso se va a dar algo especial, que la comunidad de Gualeguaychú va a peregrinar hasta Luján y se sumará la comunidad de Mercedes, así que no voy a estar solo, sino que me van a acompañar muchos amigos.
- Nombrame cinco curas amigos que no podrían faltar en un Fútbol 5
El Padre José María Aguilar, que me marcó en muchas cosas de la vida, el Padre Mario Tournour, con quien compartimos alguna trapisonda en la Catedral y adelantamos un horario de misa, diciéndole a la gente que era porque teníamos un curso, pero la realidad era que Boca jugaba contra Palmeiras la final de la Libertadores. El Padre Fernando “Pololo” Arias, Edgardo “Tuki” Segovia y el padre Ernesto, un sacerdote de Buenos Aires con quien compartí buenos momentos.
- ¿Alguna anécdota de las miles que debés tener?
- Hay una que siempre la cuento y nos reímos mucho es cuando estuve en Concepción del Uruguay, me invitaron a jugar un torneo de fútbol interprofesional, pero no como cura sino como profesor. Docentes B era nuestro equipo. Y muchas veces se nos encimaba el horario de los partidos con la misa de las 7 de la tarde, así que muchas veces, el cura dio la misa sin haber pasado por el baño, inclusive sin haberse dado un toque de desodorante.
- ¿Por qué hay cada vez menos seminaristas?
Es algo general, y entiendo que no hay un análisis exhaustivo por saber qué pasa, sino que veo que hay mucha indiferencia por lo vocacional a la vida religiosa. Los jóvenes hoy en día tienen una mirada especial y tienen más miedos que antes. Si vos le preguntás a un chico de 16 o 17 años qué va a estudiar cuando termine la secundaria, no te sabe responder. Y en algunos casos toman decisiones sin tener una claridad. Y muchas veces toman esas decisiones por miedo a errar o a pensar que eligieron mal. Además viven acelerados y quieren todo ya, entonces una carrera larga como esta, no lo ven como algo factible, pero tiene que ver con los tiempos en que vivimos. Entonces antes que preguntarle qué va a estudiar, habría que preguntarle a los chicos si van a estudiar para ser felices.