TIEMPOS DIFÍCILES EN EL GOBIERNO NACIONAL
Massa, Cristina y el día que se acabó la presidencia de Alberto
Un día capituló Alberto Fernández. Agobiado por el peso de las circunstancias no le quedó más remedio. Desde el jueves, Sergio Massa es el máximo responsable. Con Cristina atrás, en las sombras. Como el tigrense siempre quiso, tiene ante sí, la oportunidad de su vida. ¿Podrá?
Por Jorge Barroetaveña
Cristina es pragmática. Bajo esa pátina fundamentalista, siempre útil para mantener el relato, sabía desde hace rato que el gobierno suyo con Alberto estaba terminado. Cuando un vidrio se rompe no hay forma de pegarlo y así está su relación con el Presidente. Podrán hablar, comer juntos e intercambiar mensajes, pero no es lo mismo. Ni lo será. Y atenta a los humores, fue la primera en darse cuenta que ya no se trata de ganar las elecciones el año que viene, o al menos tener chance. Se trata de llegar.
El maremoto inflacionario se llevó puesto todo. Lo único que quedó fue la desprolijidad con la que otra vez manejaron el recambio. Particularmente humillante debe haber sido para Batakis enterarse en el avión que ya no era ministra. Debe haber pensado en la cara de los funcionarios y banqueros que la recibieron en Wall Strett cuando les avisaron que esa mujer que prometió ajuste, ya no era más ministra. Claro, su remoción pertenece a la zaga de la expulsión de Felipe Solá, que se enteró de su eyección cuando bajó del avión en México. O También ahora del Presidente del Banco Nación que, en medio de un acto, le avisaron que tenía que irse. En rigor, las formas en medio del huracán, no importan demasiado. Scioli, el pichichi, agarró su valijita y se tomó otra vez el primer vuelo a Brasil. Vivir en Río de Janeiro no debe ser un castigo ni mucho menos.
Otro caso particular es el de Gustavo Béliz. Del círculo íntimo del Presidente, se fue enojado. Ni siquiera a él lo pudo conservar Alberto.
El juego de pinzas de los gobernadores, el círculo rojo, Cristina y Sergio Massa, no le dejaron alternativas al primer mandatario. A los gritos los gobernadores le pidieron que tomara decisiones. Con infinidad de mensajes, varios de los empresarios más grandes del país le hicieron saber que no veían mal el desembarco de Massa. Y Cristina lo canceló hace rato. Pragmática se dio cuenta que la única alternativa era la del Presidente de la Cámara de Diputados. Claro que en su back está la desconfianza. Como buena política tiene presente cuando el tigrense prometió ‘barrer a todos los ñoquis de La Cámpora” en la campaña del 2015 o dijo que él no tenía nada que ver con ‘la corrupción kirchnerista”. Es perdón pero no olvido. Y algo de malicia, porque si a Massa le va mal, será un candidato presidencial menos para enfrentar el año que viene. Con Alberto fuera de la cancha, ¿quién queda con ambición y conocimiento para pelearle al kirchnerismo ese lugar? Adivinó, Massa. Por supuesto que si el desembarco en la Casa Rosada fracasa no quedará nada en pie. Es un pensamiento mezquino pero la política está repleta de ellos.
El paquete que deberá manejar el ahora superministro no tiene todos los hilos. A ver. ¿Qué va a pasar con las cajas de ANSES, PAMI y Aerolíneas Argentinas? En la AFIP se fue Del Pont y quedó un kirchnerista. ¿Su influencia llegará hasta esos lugares? ¿El apoyo de Cristina y La Cámpora es total o se lo van retacear como hicieron con Alberto?
Dando cuenta de una mirada condescendiente del círculo rojo, la cotización del dólar y los bonos por estas horas le guiñaron un ojo a la llegada de Massa. Algunos le restan importancia a la reacción y afirman convencidos, comparando trágicamente, que es algo así como la mejora antes de la muere. Pero es una luz, chiquita y quizás fugaz, pero luz al fin.
El ex jefe de gabinete de Cristina nació a la política desde la extinta UCEDE. Fue soldado de Néstor en el ANSES, Jefe de Gabinete de Cristina hasta que se enojó y pegó el portazo. Enfrentó al peronismo en las legislativas del 2013 y paró el ‘Cristina eterna’ que se venía. Después calibró mal, cometió errores, y lo pagó caro. En el primer año de gobierno coqueteó con Cambiemos, y hasta aceptó la invitación del por entonces Presidente Macri de ir juntos a Europa. La relación terminó mal y ahí nació el mote de ‘panqueque’ con el que sus detractores lo persiguen. Los memes, esa simbología moderna nacida al calor del anonimato de las redes, se hacen un festín con él.
Igual, poco parece importar a esta altura. El gobierno de Fernández ya no existe, Cristina se dio cuenta que el abismo es un final probable y la oposición no quiere que la bomba le estalle el año que viene. Ahí apareció Massa, con sus dos caras y sus contradicciones a cuestas. Pero también con una gran ambición. ¿Cuántos se atreven a levantar la mano y pasar al frente en medio de esta debacle? Está frente al mayor desafío de su carrera política. La gloria o Devoto, el cielo o el infierno. Lo sabe pero está dispuesto a correr ese riesgo.