AMOR A LA PELOTA
Marcelo Bauzá, un goleador de raza que brilló en Centroamérica y es un agradecido al deporte
De adolescente alternó con el básquet y el fútbol, integró selecciones locales en ambas disciplinas, pero a los 16 se inclinó por el “balompié” y construyó una carrera brillante en el extranjero. Hoy con 61 años, después de padecer un grave problema de salud, disfruta de la vida junto a su familia.
Marcelo Daniel Bauzá brilló como futbolista en Guatemala y El Salvador, pero también jugó en México, Perú, Bolivia y Estados Unidos. Dejó su huella en Sudamérica y, sobre todo, en Centroamérica, a tal punto que es el máximo goleador gualeguaychuense en el extranjero con 207 goles. Además de sus inicios en Ferro Carril Oeste, donde debutó como profesional, hizo goles importantes y fue campeón.
El “Tucán” Bauzá, apodo que se ganó en el club de Caballito, se inició en el fútbol a los once años. “Comencé a jugar en Central Entrerriano con Julio Colazo. Él me vio jugar en un potrero donde estaba la antigua LT41, en Fray Mocho y Clavarino. Con los pibes del barrio jugamos contra un equipo de Central y Negro Colazo me invito a ir al club y tuve la suerte de llegar a esa institución, donde me crié y me educaron”, recordó el protagonista en una jugosa charla que tuvo con Ahora ElDía.
“Daniel del Valle y el Negro Colazo fueron los grandes referentes de esa época en Central. Empecé a jugar a los 12 años en inferiores y a los 15 debuté en Primera que fue el honor más grande que tengo, porque mi hijo Pepe (Juan Francisco) también debutó a esa edad en la Primera del club. Para nosotros Central es lo máximo, somos una familia centralista, porque mi señora fue reina de Marí Marí, mi hija María Paula, la más chica también lo fue. Nos sentimos parte de la institución”, sumó.
Bauzá no solo se destacó con la pelota número 5, sino también con la americana, ya que gran parte de su adolescencia complementó el fútbol con el básquet. “Hice la Primaria en la Escuela Gervasio Méndez junto a Mario Rodríguez y él me invitó a probar con el básquet en Racing, porque le hacía todos los deportes”, contó.
El “Tucán” sobresalió en las dos disciplinas e integró selecciones juveniles, con grandes equipos, en el fútbol como en el básquet y sobre el deporte americano destacó: El básquet me enseñó cómo entrar y salir del área en el fútbol, de cómo moverte y sacar ventaja. Saltaba mucho y alto y en el fútbol me sirvió para hacer muchos goles de cabeza”.
Bauzá guarda un gran recuerdo del básquet y a los mencionados Colazo y Del Valle en el fútbol, suma a Antonio Giusto, en el deporte de la naranja, como los técnicos que lo marcador en su infancia y adolescencia. “Fue lo más grande como ser humano que conocí, por lo correcto y derecho y justo que era Don Antonio. También nos marcó una línea de conducta fuera del deporte”, resaltó sobre el recordado profesor de Racing”.
Si bien se destacó en ambos deportes y tenía futuro en los dos, eligió el fútbol por un hito histórico para los argentinos. “Me quería ir a jugar al básquet a Buenos Aires, pero en 1979, Argentina festejó el primer año de la obtención del Mundial ’78 y fuimos junto a un grupo de hinchas de Gualeguaychú al partido entre Argentina y Resto del Mundo, el día que Maradona le hizo gol a Leao.
Entramos a las tres de la tarde al estadio y el partido se jugaba a las nueve. Quedé maravillado de lo que paso esa noche y dije ‘me vengo a probar a Independiente’ y así fue. Llegué y quedé en Independiente.
Sobre cómo surgió la oportunidad de arribar al Rojo de Avellaneda, Bauzá detalló: “Por el ‘Bocha’ Bochini fui a Independiente. Mi padre había trabajado en Zárate con el padre de él. Entonces lo llamó, se contactaron con el Bocha y un amigo de Bochini, Juan Montero, me llevó al departamento del Bocha y ahí lo llamaron a Pepe Santoro y a Osvaldo Mura, quieres eran los entrenadores de inferiores en esa época, me consiguieron una prueba y quedé.
Tres meses después de asentarse en el “Rey de Copas”, el “Tucán” tuvo el honor de integrar una Pre-Selección Argentina juvenil con monstros como Diego Maradona, Jorge Burruchaga y Oscar Ruggeri, además de darse lujar de entrenar con el plantel de la Selección Mayor campeón del 1978.
Marcelo Bauzá jugó en Quinta y Sexta División de Independiente, donde compartió plantel con sus coterráneos Guillermo “Luli” Ríos y Pedro Calatayú. Pero en 1981 tuvo que regresar a Gualeguaychú a cumplir con el Servicio Militar Obligatorio y volvió a Central Entrerriano, con quien ganó el campeonato local y el Regional con Pelusa Lazo de técnico.
Con el Rojinegro volvió a relanzar como futbolista y dio el salto al profesionalismo. En 1982 vino Ferro a la cancha de Central a jugar un amistoso por el pase de Víctor Marchesini, con todas sus figuras que fueron campeones ese año, y terminado el partido me habla Carlos Griguol y me consulta si quería ir a jugar Ferro. Tenía que volver a Independiente, pero fui a hablar con la dirigencia porque Ferro me ofrecía contrato y me fui con ellos”, describió.
“Eso fue noviembre del 82, en diciembre llegue a Ferro y a los tres meses debuté en primera, en marzo del 83, mientras que tres días después lo hago por Copa Libertadores. Tuve la suerte de jugar muchos partidos en la Primera, convertirle un gol importante a Boca y ser campeón del Nacional de 1984”, agregó.
Luego su vida deportiva continuó en el extranjero, donde construyó una carrera intachable. “A fines del 85 fui transferido a León de México y no jugué nunca más en Argentina. Estuve 15 años en el exterior, donde gracias a Dios me fue muy bien, porque después recalé en Centroamérica, jugué nueve finales, gané ocho títulos e hice una historia goleadora como poco lo hicieron”, destacó.
“Estuve 15 años en el exterior, donde gracias a Dios me fue muy bien, porque después recalé en Centroamérica, jugué nueve finales, gané ocho títulos e hice una historia goleadora”.
Sus últimos años como jugador se dieron en Sudamérica. Primero en The Strongest de Bolivia y luego en Lawn Tennis de Perú, donde se retiró a los 37 años. “Dejé mi carrera y me volví al país por mi hijo mayor, porque había fallecido su madre y tenía que estar cerca de él, sino hubiese seguido unos años más como futbolista”, reveló.
Sin embargo, no quiso seguir jugando en Argentina y al respecto disparó: “No quise, porque disfruté tanto mi vida deportiva y no acepto que ningún jugador de fútbol se victimice del sacrificio que hacemos de estar lejos de la familia. Para el que ama el deporte, eso es un verso, porque vivir de la forma que lo hace un futbolista es maravilloso. Por eso, agradezco a Dios de brindarme la oportunidad de hacer una vida deportiva como la que construí”.
En la actualidad, Marcelo disfruta al máximo de la vida, a partir de un grave problema de salud que le toco atravesar y del que hoy todavía se recupera. “Estoy luchando contra un problema neurológico que me dejó el Covid y me afectó muy mal el cerebro. Estoy vivo gracias a la medicina moderna. Estuve a punto de morir, me salvé de milagro, porque hace 30 años con lo me pasó no te salvabas”, compartió.
“Estoy luchando contra un problema neurológico que me dejó el Covid y me afectó muy mal el cerebro. Estoy vivo gracias a la medicina moderna".
“Pero tengo cuatro hijos (Bruno, Anahí, María Paula y Pepe) que solo me dan buenas noticias y una compañera de vida (Mariana), con la quien tengo solo palabras de agradecimiento, y eso es lo que me hace disfrutar cada momento de la vida”, concluyó.