FÉ Y RELIGIÓN
Luis Salva, el gualeguaychuense que peregrina a Luján hace tres décadas
Próximo a cumplir 70 años y mientras afronta una dura enfermedad, encara su vigésimo novena peregrinación de 60 kilómetros a la Basílica de Luján. Además de buscar sanar el cuerpo y el alma, también quiere encomendar sus pedidos a la Virgen, darle las gracias y, por sobre todo, ser su instrumento para ayudar a los fieles que marchan junto a él.
El sábado 5 de octubre se realiza la 50º Peregrinación Juvenil a Luján, uno de los eventos más importantes para la comunidad católica en la Argentina. A lo largo de esta jornada, que se extenderá hasta el domingo, miles de personas provenientes de todo el país caminarán alrededor de 60 kilómetros hasta el Santuario y Basílica de Nuestra Señora de Luján, en la localidad bonaerense que lleva el mismo nombre. Se trata de una experiencia de fe en la que se conjuga la solidaridad recíproca de los peregrinos y la oración íntima de cada caminante.
Desde Gualeguaychú partieron unas 250 personas rumbo a Luján en las primeras horas de esta mañana desde la parroquia Asunción de María, sede del Movimiento Mariano y Peregrino en la ciudad. Detrás de este numeroso grupo hay 12 organizadores: uno de ellos es Luis Salva, quien a fines de la década del ‘90 impulsó la participación de la comunidad local en la gran caminata hacia María.
“Fuimos cinco los de Gualeguaychú que empezamos a participar. Año a año se fueron sumando más y hoy somos 250 peregrinos. Lo más importante para nosotros siempre fue darle la prioridad a la espiritualidad, dejando que María después haga en cada uno su obra. Nuestra idea es que a través de Ella el peregrino descubra a Jesús”, señaló Luis en primer lugar, y contó que para eso han realizado encuentros preparativos cada 15 días desde junio.
Luego, habló de la particularidad que afrontará en la peregrinación de este año al informar que hace 8 años fue operado de cáncer de colon: “Esta semana estuve con el oncólogo y resulta que nuevamente tengo cáncer, ahora en el hígado y en los ganglios, así que tengo que comenzar con una sesión de quimioterapia porque no lo pueden operar, pero eso no me va a impedir que este año vuelva nuevamente a caminar. Ya le dije al médico que no me diga que no, porque igual yo voy a caminar. Mi mujer y uno de mis hijos me acompañan. Sé que mi mamá María me está esperando, así que voy para allá a entregarle todo”.
Al igual que sucede con cada persona que viaja al encuentro de la Virgen, Luis tiene más de un motivo para hacerlo. “Caminé durante 11 años pidiendo por la salud de mi nieta, que nació con una cardiopatía. Fue operada cuando nació, pero falleció a los 11 años. Yo sigo peregrinando porque le agradezco a la Virgen que me la prestó durante esos 11 años. También caminé pidiendo por mi hija, que por mucho tiempo no pudo concebir hijos y hoy por gracia de Dios tengo un nietito de tres años. Son todas estas situaciones por las que yo le sigo agradeciendo”, relató y resaltó: “Nosotros luchamos para que todos los peregrinos descubran el amor a María, y sepan que todos los problemas que a uno se le presentan en la vida, con María y con el Señor se hacen más livianitos. Ese es el sentido de mi vida en la peregrinación”.
Desde ese rol de ser instrumento de la fe, explicó que más allá de sus intenciones personales su principal propósito al peregrinar se centra en ayudar al prójimo durante la larga marcha: “Mi tarea siempre fue la de hacer de furgón de cola, ser el que va último, acompañando para que nadie se quede en el camino. Hubo años en que prácticamente me tocó hacer dos veces la peregrinación, porque por ahí me adelantaba un poquito y me avisaban que se había quedado alguno. Entonces me volvía y lo llevaba hasta algún puesto de apoyo”.
Su fortaleza y sostén en esta experiencia por momentos desafiante es la oración. “Es muy importante el rezo del Santo Rosario en el camino, es lo que más nos ayuda. Lo hacemos continuamente y a la madrugada con más razón, y nos vamos apoyando los unos a los otros. Se nos presentan circunstancias en las que por ahí tenemos que socorrer a algún hermano”, dijo, y contó a modo de ejemplo: “En una de las peregrinaciones con peores condiciones meteorológicas me tocó llegar a General Rodríguez dos horas después de los demás con un hermano que no podía caminar más. Lo tuve que llevar al hombro y con el agua hasta las rodillas porque no paraba de llover”.
“Hay que prepararse tanto física como espiritualmente, pero sobre todo en lo espiritual. Si estás espiritualmente preparado vas a llegar tranquilamente. Es como una manifestación de fe”, comentó el peregrino, quien, a diferencia de ocasiones anteriores, lamenta no haber podido salir a caminar demasiado a lo largo de este año por tener que realizarse distintos estudios e intervenciones médicas.
A raíz de esto, Luis es consciente de los recaudos que deberá tomar en el largo trayecto: “En todos los encuentros siempre le digo a los peregrinos que cuando ya no puedan caminar más se queden en los puestos de ayuda. Este año tengo que poner en práctica eso yo también. Cuando ya no pueda más, me tengo que quedar en el puesto, no tengo que ser carga para los compañeros peregrinos que vienen atrás”.
“Estoy convencido de que mamá María me va a decir hasta dónde seguir o no. No tengo que aferrarme al ‘voy a llegar porque quiero que me sanes’ porque ella me va a sanar igual. Yo sé que ella va a atender el motivo que me lleva este año a la peregrinación”, concluyó.
Sobre la 50º Peregrinación Juvenil a Luján
Con el lema “Madre, bajo tu mirada buscamos la unidad”, este sábado 5 de octubre se lleva adelante una nueva edición de la multitudinaria caminata hacia el Santuario y Basílica de Nuestra Señora de Luján. La travesía parte del santuario de San Cayetano de Liniers, cerca de General Paz y Avenida Rivadavia, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Desde allí, la Imagen Peregrina —que este año está a cargo de la Diócesis de Laferrere— marcha junto a los miles de peregrinos rumbo a Luján.
En la ruta, los caminantes reciben la asistencia de numerosos servidores y voluntarios dedicados a brindar la ayuda que se necesite en los distintos puestos de apoyo. Allí, se ofrece un espacio seguro donde descansar, infusiones y comida para recuperar energías. De manera similar, a lo largo de los 60 kilómetros de trayecto, hay puestos sanitarios gratuitos atendidos por profesionales de la salud. Ambos tipos de puestos están identificados con un cartel que tiene un número y la imagen de la Virgen de Luján.