GUALEGUAYCHÚ SIN PLAYAS
Los vecinos se niegan a estar lejos del río
Sectores con arena que surgieron por la bajante del río, balnearios públicos y privados alejados de la ciudad a los cuales llegaron por agua, o zonas prohibidas para los bañistas, como la zona del ex Frigorífico, fueron algunos de los lugares que las personas pudieron encontrar para pasar la tarde del domingo. La gran duda es: ¿se puede vivir sin playas hasta el comienzo de la temporada o durante gran parte del verano?
Por Amílcar Nani A fines de la semana pasada, el balneario público cerró sus perímetros para evitar el ingreso de las personas. Y unos días antes, los privados comenzaron a negarse a abrir sus puertas hasta que no haya protocolos claros, aplicables y tengan garantizado el apoyo del Estado para poder trabajar. Por lo tanto, este fin de semana, de manera insólita, Gualeguaychú careció de playas que lograran apaciguar el calor que se sintió a lo largo del sábado y el domingo. ¿Pero acaso esto significó que todos se quedaron en sus casas, resignando sus ansias de actividad al aire libre? Y la respuesta es “no, para nada”. Muchas personas se volcaron a disfrutar de los pocos sitios públicos habilitados, pero al mismo tiempo también decidieron recalar en lugares insólitos en las cercanías del río, algunos realmente peligrosos.
Con mayor o menor cantidad de personas, muchos rincones de la ciudad se transformaron, de pronto y de manera improvisada, en balnearios, y aunque no se vieron desmanes como los sufridos por el complejo turístico Ñandubaysal el fin de semana pasado, también es cierto que en la gran mayoría de los lugares no había nadie que controlara la situación y se percatara que no se rompieran las disposiciones del Decreto de Necesidad y Urgencia presidencial que dispuso el Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio. Debido al contexto que actualmente tiene el río Gualeguaychú, en el cual se vive una de las bajantes más prolongadas y pronunciadas en años, el Camino de la Costa se transformó en uno de los lugares codiciados ante la ausencia de playas. Con las aguas retiradas de las orillas, aparecieron de repente decenas de mini playas, cada una con un espacio considerable, que en algunos casos permitió a una familia disfrutar de la frescura del río, mientras que en otros ya fueron grupos de jóvenes los que se dedicaron a pasar la tarde en esas pequeñas porciones de arena. Pero más allá de las pequeñas aglomeraciones que se vieron en algunos casos, en este sector del río Gualeguaychú no hubo riesgos o exposiciones a grandes peligros. Pero esto último no sucedió en la zona del ex Frigorífico. Lo cierto es que a la altura del predio, el curso de agua no está habilitado para bañistas o balnearios, ni con ni sin pandemia; nunca estuvo permitido el ingreso al río en esta zona, sobre todo por la peligrosidad que conlleva la profundad en esta zona y la existencia de grandes obstáculos sumergidos que podrían ocasionar grandes lesiones. Pero poco y nada importó al grupo de jóvenes que se juntó en ese lugar, arrojándose a las aguas del Gualeguaychú sin ningún tipo de cuidados o prevenciones, disfrutando la tarde del domingo en un sitio municipal que no está habilitado para la actividad. Lo mismo pasó con otro conjunto de personas que se ubicaron en las piedras cercanas al Club de Pescadores: todos disfrutaron arrojándose de las mismas al río y asoleándose en los rincones donde las sombras no tapaban el sol. Un escenario parecido se vio en la zona del Parque Unzué que está frente al Club Tiro Federal y a Solar del Este: muchas personas, haciendo caso omiso de que en esa orilla no se puede arrojar nadie al agua, combatieron la tarde calurosa del domingo dándose un chapuzón allí. De ese lado del río, las personas encontraron lugares para instalarse inclusive hasta en la zona del Mangrullo y el Parque Florístico Inclusive, en una de las escenas más arriesgadas de la tarde, se pudo ver a un grupo de niños y jóvenes nadando debajo del Méndez Casariego, agarrándose de su estructura y jugando entre los fierros del Puente Naranja. Balnearios alejados, balnearios ocupados Durante una recorrida realizada el domingo por la tarde, dos sitios habilitados como balnearios –por lo menos hasta el verano pasado– tuvieron bañistas y vecinos de la ciudad en sus playas disfrutando de la tarde. El primero fue en Cerros Indios, un predio privado ubicado camino a Ñandubaysal. En ese lugar, aunque había una cinta perimetral atada a las sombrillas de paja y madera que fueron construidas en la playa –algo que fue puesto en clara señal de que está prohibido el uso de ese sector– , muchas personas se acercaron allí con sus reposeras y conservadoras para pasar una tarde que tuvo una sensación térmica de casi 40°. El otro balneario que tuvo presencia de personas a pesar de estar prohibido fue Puerta del Sol, que desde el año pasado es de propiedad pública luego de que el Municipio adquiriera los terrenos del complejo turístico. El acceso terrestre a Puerta del Sol es por la Ruta Internacional 136, pero el ingreso estaba cerrado e impedía que las personas entren al mismo. Sin embargo, esto no fue obstáculos para los que quisieron pasar una tarde en sus playas, sólo que en vez de venir por tierra fueron por agua en lanchas, kayaks y canoas. Al igual que con Cerros Indios, las instalaciones públicas estaban clausuradas, tenían claras señales de que su uso no estaba permitido y las aglomeraciones no fueron tan frecuentes, aunque no inexistentes, no impidieron que vecinos de Gualeguaychú hicieran lo que sea para poder disfrutar del río. ¿Se puede pasar un verano sin playas? Hasta el fin de semana pasado, con cuidados y responsabilidad social colectiva, se podían disfrutar de dos sitios: el balneario público conformado por toda la línea costera que va desde los obeliscos de Costanera hasta el puente Méndez Casariego, que el viernes pasado fue vallado para realizar arreglos en vista de la nueva temporada y también para que la gente no se meta cuando no lo tiene permitido; y las instalaciones del complejo turístico Ñandubaysal, que decidió cerrar sus puertas luego de que el domingo pasado un grupo de jóvenes decidiera no respetar el distanciamiento. A todo esto, el otro complejo turístico privado de gran magnitud, como lo es Solar del Este, ya anunció que no abrirá sus puertas hasta por lo menos enero de 2021, y si los protocolos no son aplicables o pocos claros, no descarta ni siquiera abrir durante todo el verano, al igual que Ñandubaysal. Una situación parecida pasa también con los complejos termales, que hasta ahora siguen cerrados y con un panorama incierto. Finalmente, las playas y las instalaciones de los clubes a la orilla del río, tanto en el Parque Unzué como del lado de la ciudad, tampoco saben cómo actuar, ni cuánta capacidad pueden tener habilitada ni cómo evitar un descontrol como el acontecido el domingo pasado. De nuevo, el miedo a una causa Federal hace que más de uno piense dos veces si vale la pena abrir de nuevo. Por lo tanto, en este contexto, sólo queda preguntarse si la ciudad está preparada para aguantar hasta el 4 de diciembre sin playas, sobre todo viendo que muchos ni siquiera temen al peligro que puede significar el río en algunas zonas o la falta de control que puede producirse en otras. Pero además, pensando más allá del próximo fin de semana y ya con la Playa del Puente y el balneario municipal nuevamente abierto: ¿está preparado Gualeguaychú para hacer frente a una temporada, en plena pandemia, sin los complejos turísticos privados que ayuden a descongestionar los espacios públicos de la ciudad? Sin dudas, un debate que se tiene que dar y en la brevedad.ESTE CONTENIDO COMPLETO ES SOLO PARA SUSCRIPTORES
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