Los Espartanos le enseñaron rugby a los chicos del Hogar de Cristo Nazareth
La disciplina inculca valores importantes como el trabajo en equipo y el respeto a la autoridad. Los Espartanos trabajan en 18 cárceles bonaerenses y llegaron a Gualeguaychú para expandir un modelo exitoso que reinserta a ex presos en la sociedad. Fabián MiróEn nuestro país, existe una enorme problemática en presos que cumplen su condena y vuelven a delinquir en un altísimo porcentaje. Este índice bajó considerablemente con "Los Espartanos", proyecto que comenzó hace siete años y cuenta con la colaboración de jugadores de clubes de primera división de la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA), que participan de las clases y de los entrenamientos en una cancha de tierra en unidades del Servicio Penitenciario de Buenos Aires.Todo nació, gracias al abogado, ex funcionario judicial y ex integrante de la primera del San Isidro Club (SIC) Eduardo "Coco" Oderigo, quien junto a su equipo de trabajo, estuvo en la ciudad días pasados, dictando una clínica de rugby en las instalaciones de Carpinchos. El encuentro estuvo dirigido a chicos del Hogar Cristo Nazareth, en la cual también participaron jugadores de los dos clubes de la ciudad.Mientras Oderigo se dedicaba a brindar y poner en práctica conceptos tácticos, y luego jugar un partido, ElDía conversó con Ramón Bullrich, ex jugador de Cardenal Newman en la URBA.Bullrich contó que llegaron "a Gualeguaychú a expandir el modelo de Los Espartanos; un movimiento que se dedica a enseñar rugby en las cárceles desde el año 2009, y básicamente lo que hacemos es enseñarles a los internos lo que es el mundo del rugby".Bullrich destacó que el rugby les permite ganarse la confianza de chicos que en su gran mayoría no tuvieron mayores oportunidades, porque nacieron "en una casa que no estaba bien constituida, en un origen muy humilde o con la droga a la vuelta de la esquina".Con este deporte "del cual no tenían conocimiento de que existía, comenzaron a salir adelante; es una disciplina que puede practicar el alto, el bajo, el gordo, el flaco, un deporte inclusivo por naturaleza con 15 jugadores por bando. Es un trabajo por equipo, no existe un Messi, donde todos dependen de todos, y es tan importante el mejor como el número 15". Una reincidencia demasiado altaBullrich recordó datos que le brindó la secretaria del Servicio Penitenciario de la gestión 2015 en Buenos Aires, a cargo de Florencia Piermarini. Los números daban cuenta de "una reincidencia del 65%; es decir, de cada 10 que recuperan su libertad 6,5 volvían a las cárceles, mientras que desde marzo de 2009 pasaron por Los Espartanos 400 presos que ya recuperaron la libertad con un porcentaje de reincidencia menor al 10%", detalló.No sólo juegan al rugby. Todos los viernes, los voluntarios y los internos del Pabellón 8 de la Unidad N° 48 del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB), en San Martín se juntan para rezar. Desde "hace tres años les conseguimos empleo, una de las patas fundamentales de todo esto, junto al rugby, porque en la cancha no hay rangos, todos somos iguales, y después con el Rosario, y la ayuda de la Virgen conseguimos lo espiritual, acotó Bullrich.Destacó que con la fundación Oficios "realizamos un curso de electricidad que les sirve para el día que cumplan su condena".Retornando a lo deportivo, contó que "una vez por mes salimos a jugar, fuera del penal. Es un premio para aquellos que entrenan, que cumplen con lo que tienen que hacer. Nosotros tuvimos ejemplos a seguir en el colegio, en el club, algo que ellos no contaron, ya que vivieron en hogares complicados, con padres drogadictos, o padres cuya profesión es la de ser delincuente". La visita al VaticanoPosteriormente, a Coco se le ocurrió ir a ver al Papa Francisco a Italia, en octubre del 2015. "Fuimos 10 ex presos que pasaron por Los Espartanos, el Jefe y el Sub Jefe de la Unidad 48 y Alejandro David, Juez de Instrucción que verifica que las penas se cumplan, y 10 voluntarios. Cuando el Santo Padre escuchó que estaban juntos, ex internos, el Servicio Penitenciario, la Justicia y un grupo de civiles expresó que "esto es integración, esto es lo que necesitamos".Agregó que en la Inspección General de Justicia "se realizan los últimos trámites para la aprobación de la Fundación Espartana que llevará el programa a todas las cárceles del país, luego de haber visitado Salta, La Pampa, Chubut, Jujuy, Mendoza, Dolores, Zárate, Marcos Paz, siempre con el formato de ir a un club de rugby, una Universidad o un Colegio, donde contamos nuestra experiencia, y la importancia de un programa que lo tiene que seguir la gente que está cerca de una Unidad Penal".La historia de JesúsEstuvo privado de su libertad un largo tiempo. Cumplió su condena y hoy trabaja y juega al rugby con Los Espartanos. "Está muy bueno venir a Gualeguaychú a dar nuestro testimonio y demostrar que se puede. Tuve más de once años detenido en instituto de menores y en unidades carcelarias". Dijo que tuvo una infancia difícil, mejor dicho no la tuvo con "un padre drogadicto, mamá adicta. Lo primero que agarré fue la droga".Jesús tomó el camino de "la delincuencia y la droga, pero gracias a Dios ingresé a la Unidad 48, donde conocí la pelota de rugby que en un principio no sabía qué era. Entré a una cancha, vi a gente grande, algunos muy gordos que en mis inicios me mataban a palos. Cuando comencé, vi una periferia que no imaginaba, y golpe tras golpe, me di cuenta de que hay que pegarse duro para levantarse. Equivocarse para aprender de los errores".Contó que una vez cumplida la condena, recibió "demasiadas tentaciones en un mundo que se presentaba muy complejo. Sin casa, con una familia adicta, no tenía demasiadas opciones. Salí con una mano adelante y otra atrás"."Yo nunca trabajé ni estudie, siempre fui delincuente y cuando salí a la calle, me dieron un primer trabajo donde me equivoqué y me caí, pero me volví a levantar. Pese a que la calle me goleó de la forma más cruel con la muerte de mi hermana y la pérdida de dos hijos por embarazos prematuros, hoy estoy volviendo a un trabajo, gracias a la buena voluntad de la gente y a Dios que me abrió las puertas del cielo gracias a una pelota de rugby".El partido de rugby que salvó a SudáfricaEl factor humano refleja la historia del presidiario que se convirtió en presidente y que logró unir a un país escindido por el odio y el temor. La final del Mundial de rugby de 1995 fue un hito en el camino que Sudáfrica transitó hacia la paz, tras el triunfo del local ante Nueva Zelanda 15 a 12.El rugby era el deporte de los afrikaners, descendientes de holandeses que representaban dos tercios de los sudafricanos blancos y dominaban los negocios, la política y las fuerzas de seguridad. Seducir a esa franja de la población fue otro de los grandes desafíos que se fijó Mandela. Primero levantó el boicot deportivo que aislaba a los Springboks, el equipo nacional, y finalmente consiguió que Sudáfrica fuese sede del Mundial de Rugby de 1995. En la final, mil millones de personas vieron cómo el presidente Mandela pisaba el césped del estadio Ellis Park para entregar el trofeo al más improbable de los ganadores, mientras 62.000 espectadores, en su inmensa mayoría afrikaners, coreaban un solo nombre: "Nelson". Ese día Mandela conquistó a sus viejos enemigos, se convirtió en el presidente de todos los sudafricanos
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