UN LEGADO DE SANGRE
Los Court: la familia de restauradores que lleva la mecánica en el corazón
Sergio heredó de su padre una profunda pasión por la mecánica y la restauración de piezas antiguas, transformando el taller familiar en un refugio personal. Con más de 26 motos restauradas y algunos proyectos en curso, dedica horas cada día a esta actividad, que ha logrado compartir con sus hijos. Su dedicación y la de sus afectos han sido clave para revivir el pasado y mantener vivo un vínculo que trasciende el tiempo y el espacio. Una tradición que promete continuar por generaciones.
Hay quienes dicen que ciertas pasiones se llevan en la sangre; otros, que el amor y dedicación por lo que uno hace se contagia y se potencia cuando es compartido con los demás. Ya sea de una forma u otra, esta es una historia en la que el entusiasmo por la mecánica y la búsqueda y restauración de piezas antiguas se transformó en un hobby familiar. En diálogo con Ahora ElDía, Sergio Court recordó a su padre, Fernando, y habló del universo de motores y llaves inglesas que pasó de ser una afición a una tradición.
“Papá era profesor de la escuela técnica y siempre fue un apasionado de todo lo relacionado a la mecánica, no solamente los autos y las motos. Mis hermanos y yo nos criamos en este mundo, en este taller, que está tal cual como lo tenía él. Mi padre nos transmitió esto a los tres, aunque el que más lo siguió hasta el día de hoy fui yo. Durante la secundaria siempre seguí en mayor o menor medida todo lo que hacía. Después me fui a estudiar a Buenos Aires, pero siempre quise volver, y tuve la suerte de que cuando finalmente pude hacerlo, trabajamos juntos en el taller”, contó, y aclaró que casi todas las tareas y proyectos de Fernando en este lugar no perseguían un fin comercial. “Él se jubiló y tomó esto como un hobby, algo que lo mantenía siempre activo, y en mayor o menor medida estoy tratando de hacer lo mismo. No lo veo como un negocio, lo hago porque me gusta; es mi cable a tierra. Me gustan las motos viejas, los carteles, los motores y los carburadores antiguos; todo lo relacionado con la mecánica. Es una pasión que me lleva horas. Todos los días, por lo general, le dedico dos o tres cuando vuelvo de trabajar, y los sábados, casi todo el día”, contó con entusiasmo Sergio. Y agregó: “También le transmití esto a mis hijos. Ellos están en Buenos Aires, pero me ayudan mucho investigando y consiguiendo repuestos u otras piezas a través de Internet; porque no solamente tenés que tener lo que querés restaurar, sino que primero tenés que buscarlo y encontrarlo, y a veces es una tarea muy difícil. También, cuando hay que hacer un trabajo como colocar un motor, por ejemplo, organizamos con mis hijos para que un fin de semana puedan venir a darme una mano. Son unos apasionados y, sinceramente, creo que van a seguir con todo esto. Hemos tenido mucha suerte, porque hoy por hoy conseguir algo antiguo para restaurar es muy complicado, ya que, si bien Internet ayuda un montón, también difunde más el valor de los objetos; e incluso hay personas que creen que algo que tienen vale una fortuna y a veces no es tan así”.
De vuelta a poner el foco en la pasión compartida, Court remarcó que todo este trabajo se hace siempre y cuando la familia acompañe: “Todos me ayudan mucho porque siempre se necesita alguien que sostenga, agarre o baje algo, por ejemplo; mi hermano es muy buen soldador y siempre le pido una mano. Además, tengo un grupo de amigos, más o menos de mi edad, con quienes incluso compartimos autos; hay uno que compramos entre tres”.
Joyitas de dos y cuatro ruedas
Con el transcurso de los años, la dedicación de los Court los ha llevado a contar con una importante cantidad de vehículos y piezas mecánicas de otra índole: algunas por restaurar y otras, puestas a punto. “Una vez que mi papá se jubiló, conseguimos una moto y después otra. Mis primos de Urdinarrain tenían un par más y las trajimos. Así se fue agrandando todo esto y, hoy por hoy, estoy restaurando tres motos a la vez. Hay que hacerlo un poco así: cuando te quedás sin dinero para seguir con una, seguís con otra”, contó Sergio, y señaló que, aunque tiene alrededor de 26 motos restauradas, son muchas más las que aún tiene por armar y recuperar: “La más antigua es una de 1945, y los otros modelos llegan hasta la década del 80”. Pero aclaró: “En realidad no es que tengo una Harley Davidson, que es emblemática, sino que son modelos que entraron y se fabricaron en el país, como la Rumi o la Guzzi; motos que fueron accesibles al común de la gente y que tienen valor histórico”.
Sin embargo, otros ejemplares más originales y únicos, por ejemplo, un automóvil de 1916 de la fábrica norteamericana Maxwell. “Está en marcha, le falta la pintura y la tapicería para terminarlo. Hace más de tres décadas que lo compramos con papá. Él alcanzó a hacer toda la parte mecánica, rectificó el motor, armó la caja... Después de que falleció, continué con el trabajo. Le fui dando forma a una parte del diferencial y pude ponerlo en marcha. Ahora estoy esperando que lo pinten, porque dentro de todas las labores de la restauración, lo que tiene que ver con chapa, pintura y tapizado lo hacen otras personas. Imposible hacer todo uno solo”, comentó, y señaló: “En Argentina no hay otro auto igual a este. Lo trajo una familia de Gualeguaychú y siempre estuvo acá. Nunca encontré que haya habido otro. En Estados Unidos sí los hay, pero muy pocos”.
Otra de las curiosidades que Court tiene está ligada a la historia local. Se trata de un gran artefacto de luminaria que cumplía la función de faro para la arenera Giusto hace casi 100 años. “Uno está tan relacionado que hay un montón de personas que te tiran datos de vehículos u otras piezas. En la ciudad hay mucho material interesante”.
Del taller a las pistas
Otra de las formas en que Court vive su pasión por los motores es participando de las carreras de regularidad: “Se corren en ruta abierta, con autos que tengan más de 30 o 35 años. Participé con un amigo de toda la vida, mi copiloto. Corrimos los ‘Gran Premio de Argentina’. La última en la que participé fue hace dos años, en Uruguay, la de las 19 capitales, que consistió en recorrer todas las capitales departamentales del país. Una experiencia muy interesante, ya que te contactás con muchas personas que están en la misma sintonía y entienden esta pasión”, comentó e indicó que en estas competencias “participaron entre 200 y 300 autos, que tienen que estar originales, verificados por el Automóvil Club de Argentina y Uruguay; además, antes de largar, tenés que cumplir con una serie de reglas estrictas, como por ejemplo que el auto tiene que estar con el rodado, el motor y la estética de origen”.