Ley de Medios alejada del justo medio
En estos días, no hay programa político que no se ocupe de la Ley de Medios. Unos se empeñan en explicar; otros en replicar, algunos en complicar. Y todos, en saturar. Unos quieren debatir; otros, rebatir y algunos, combatir. Sólo logran abatir, a la gente que entiende cada vez menos y ya padece hartazgo.
[email protected] es un tema que por su trascendencia, merece ser explicado.¿Por qué, siendo el de los medios audiovisuales un tema tan gravitante, recién 30 años después, se discute intensamente esa envejecida ley? ¿Y por qué, luego de esa dilación, quieren reemplazarla con tanta urgencia? Respuesta: hay grandes intereses de por medio y mucho poder en juego.Su importancia, aún para quienes no poseen medios o no los usan, radica en su relación con libertades básicas, como las de expresión y de opinión. Y como esas libertades son el sostén de las demás, ya que sin ellas caen la Democracia y la República, veremos su vínculo con los medios masivos y por qué esta legislación nos concierne a todos. MEDIOS Y CONTENIDOSCuanto menos se regule la libertad de prensa, más estará preservada. En Las Bases, Alberdi ridiculizaba las densas reglamentaciones españolas. Un antiguo lema nos dice, exagerando: la mejor ley de prensa es la que no existe. En cambio, la adjudicación del uso de las frecuencias radiofónicas, el espectro televisivo, el transporte de señales, redes integradas de información, servicios satelitales, etc, es lo que sí debe regularse, porque son bienes de todos y cada país debe reglamentar su uso con equidad y justicia. No hacerlo equivaldría al caos. Pero separemos los dos conceptos: una cosa son los medios por los que viaja la información y otra, sus contenidos.Ahora bien: si abusando del poder, un gobierno concede con generosidad o restringe con arbitrariedad el uso de un medio, según le gusten o no los contenidos que por él se emiten, aparece el punto en que ambos temas se cruzan. Porque la parcialidad en el trato al medio, termina condicionando sus contenidos. Obsérvese que en tal caso, no se persigue directamente al emisor del contenido, pero a través del medio, indirectamente se lo censura con lo que se afecta la libertad de expresión. Y si ella renguea, todos trastabillamos.He ahí la importancia de una ley de medios en un país democrático: debe asegurar la pluralidad e independencia del órgano administrador para que -garantizada su libertad- la multiplicidad de información y opinión enriquezca la vida comunitaria, dentro de marcos razonables y neutros. Por el contrario, en las dictaduras, una ley de medios funcional es imprescindible, para asegurarle el dominio de la información y la imposición del pensamiento único. Ahora bien, toda libertad conlleva riesgos, como la de mercados, cuando se cartelizan. De ello no está exento el sector comunicacional. Para evitar ambos extremos, es función del Estado legislar sobre medios y encontrar el justo medio. Por su complejidad e implicancias, esta legislación no debe tratarse de apuro. Y al estar vinculada con la libertad de opinión, no resulta lo más recomendable que la fogoneen legisladores genuflexos que opinan lo que les ordenan, por obediencia debida. HECHOS QUE CORREN, NORMAS QUE CAMINAN.Cuando se sancionó la Constitución de 1853 sólo se hablaba de "libertad de prensa", término relacionado con imprimir. Es más: la Constitución Entrerriana de 1933 hablaba de delitos de imprenta (art. 11). Luego se generaliza el uso de la radiofonía y la televisión que también son medios de difundir información, opinión o propaganda, además del papel impreso. En septiembre de 1980 se sanciona la Ley 22.285 llamada de radiodifusión cuando sólo existían las emisoras de radio AM, los canales de televisión de aire, sus repetidoras, el coaxil y algunos servicios de cable muy aislados, como el que ensayó hace medio siglo Armando Mettler. Avanzada esa década, se multiplican las FM, las redes de cables y la fibra óptica; se amplía al interior la satelización de las comunicaciones y se moderniza la red telefónica, posibilitando agregar servicios en el mismo soporte (internet, banda ancha, etc.) El acceso de los usuarios se generalizó y les otorgó condición de masivos. Sin darnos cuenta, ingresamos en la sociedad de la información, en la que ésta -como lo anticipara Alvin Toffler- es el nuevo instrumento del poder.Hoy la información circula mayormente por los medios radiales, televisivos, cables e Internet. Su influencia es tan poderosa, que nos impone a diario los temas de conversación, las marcas que debemos consumir y en alguna medida, los candidatos que debemos votar. Giovanni Sartori nos habla del homo videns y la sociedad teledirigida. Si tantos cambios se dieron en 29 años: ¿por qué la ley no se reformó antes, integralmente? Porque en razón de sus lagunas, los medios crecieron más rápido que la ley. Y algunos tanto, que obstaculizaban la adecuación legislativa, o por el contrario, influían para injertarle reformas como al art. 45, para regularizar sus multimedios. En ocasiones, le arrancaron a gobiernos débiles, leyes con nombre y apellido ejerciendo presión sobre funcionarios, legisladores ¡y Presidentes! Ya en 1993, lo denunciaba Julio Ramos en su libro Los cerrojos a la Prensa. EQUIZOFRENIA NORMATIVAPues bien, esta elefanteasis mediática es presentada por Kirchner como razón para impulsar con tanto apuro el reemplazo de la ley. Sin embargo nos preguntamos: este gobierno ¿tiene autoridad para hacerlo? Durante cinco años, en que las tapas de Clarín le caían como un bálsamo, las relaciones fueron carnales. No sólo no hablaba de reforma sino que le concedía la fusión de Cablevisión y Multicanal sin preocuparse por la libre competencia. El oligopolio de la señal del fútbol se usaba para barrer a cables del interior sin reproche alguno. Y en 2007 se renovaron masivamente las licencias por diez años, sin razón fundada. El repentino cambio de 2008, más nos parece una pelea de socios, con ingredientes de divorcio.No es recomendable que un gobernante nos imponga una reforma, movilizado por odios emergentes. O por el modelo informativo que dejó en su provincia, donde sólo son independientes sitios web como Opi Santa Cruz. Y menos, con el ejemplo reciente del trato a los medios en Venezuela por su musa inspiradora. Inspiradora de payasadas como la del jueves. La ley debe reformarse, pero con seriedad.Hasta el domingo. Si Dios quiere.
[email protected] es un tema que por su trascendencia, merece ser explicado.¿Por qué, siendo el de los medios audiovisuales un tema tan gravitante, recién 30 años después, se discute intensamente esa envejecida ley? ¿Y por qué, luego de esa dilación, quieren reemplazarla con tanta urgencia? Respuesta: hay grandes intereses de por medio y mucho poder en juego.Su importancia, aún para quienes no poseen medios o no los usan, radica en su relación con libertades básicas, como las de expresión y de opinión. Y como esas libertades son el sostén de las demás, ya que sin ellas caen la Democracia y la República, veremos su vínculo con los medios masivos y por qué esta legislación nos concierne a todos. MEDIOS Y CONTENIDOSCuanto menos se regule la libertad de prensa, más estará preservada. En Las Bases, Alberdi ridiculizaba las densas reglamentaciones españolas. Un antiguo lema nos dice, exagerando: la mejor ley de prensa es la que no existe. En cambio, la adjudicación del uso de las frecuencias radiofónicas, el espectro televisivo, el transporte de señales, redes integradas de información, servicios satelitales, etc, es lo que sí debe regularse, porque son bienes de todos y cada país debe reglamentar su uso con equidad y justicia. No hacerlo equivaldría al caos. Pero separemos los dos conceptos: una cosa son los medios por los que viaja la información y otra, sus contenidos.Ahora bien: si abusando del poder, un gobierno concede con generosidad o restringe con arbitrariedad el uso de un medio, según le gusten o no los contenidos que por él se emiten, aparece el punto en que ambos temas se cruzan. Porque la parcialidad en el trato al medio, termina condicionando sus contenidos. Obsérvese que en tal caso, no se persigue directamente al emisor del contenido, pero a través del medio, indirectamente se lo censura con lo que se afecta la libertad de expresión. Y si ella renguea, todos trastabillamos.He ahí la importancia de una ley de medios en un país democrático: debe asegurar la pluralidad e independencia del órgano administrador para que -garantizada su libertad- la multiplicidad de información y opinión enriquezca la vida comunitaria, dentro de marcos razonables y neutros. Por el contrario, en las dictaduras, una ley de medios funcional es imprescindible, para asegurarle el dominio de la información y la imposición del pensamiento único. Ahora bien, toda libertad conlleva riesgos, como la de mercados, cuando se cartelizan. De ello no está exento el sector comunicacional. Para evitar ambos extremos, es función del Estado legislar sobre medios y encontrar el justo medio. Por su complejidad e implicancias, esta legislación no debe tratarse de apuro. Y al estar vinculada con la libertad de opinión, no resulta lo más recomendable que la fogoneen legisladores genuflexos que opinan lo que les ordenan, por obediencia debida. HECHOS QUE CORREN, NORMAS QUE CAMINAN.Cuando se sancionó la Constitución de 1853 sólo se hablaba de "libertad de prensa", término relacionado con imprimir. Es más: la Constitución Entrerriana de 1933 hablaba de delitos de imprenta (art. 11). Luego se generaliza el uso de la radiofonía y la televisión que también son medios de difundir información, opinión o propaganda, además del papel impreso. En septiembre de 1980 se sanciona la Ley 22.285 llamada de radiodifusión cuando sólo existían las emisoras de radio AM, los canales de televisión de aire, sus repetidoras, el coaxil y algunos servicios de cable muy aislados, como el que ensayó hace medio siglo Armando Mettler. Avanzada esa década, se multiplican las FM, las redes de cables y la fibra óptica; se amplía al interior la satelización de las comunicaciones y se moderniza la red telefónica, posibilitando agregar servicios en el mismo soporte (internet, banda ancha, etc.) El acceso de los usuarios se generalizó y les otorgó condición de masivos. Sin darnos cuenta, ingresamos en la sociedad de la información, en la que ésta -como lo anticipara Alvin Toffler- es el nuevo instrumento del poder.Hoy la información circula mayormente por los medios radiales, televisivos, cables e Internet. Su influencia es tan poderosa, que nos impone a diario los temas de conversación, las marcas que debemos consumir y en alguna medida, los candidatos que debemos votar. Giovanni Sartori nos habla del homo videns y la sociedad teledirigida. Si tantos cambios se dieron en 29 años: ¿por qué la ley no se reformó antes, integralmente? Porque en razón de sus lagunas, los medios crecieron más rápido que la ley. Y algunos tanto, que obstaculizaban la adecuación legislativa, o por el contrario, influían para injertarle reformas como al art. 45, para regularizar sus multimedios. En ocasiones, le arrancaron a gobiernos débiles, leyes con nombre y apellido ejerciendo presión sobre funcionarios, legisladores ¡y Presidentes! Ya en 1993, lo denunciaba Julio Ramos en su libro Los cerrojos a la Prensa. EQUIZOFRENIA NORMATIVAPues bien, esta elefanteasis mediática es presentada por Kirchner como razón para impulsar con tanto apuro el reemplazo de la ley. Sin embargo nos preguntamos: este gobierno ¿tiene autoridad para hacerlo? Durante cinco años, en que las tapas de Clarín le caían como un bálsamo, las relaciones fueron carnales. No sólo no hablaba de reforma sino que le concedía la fusión de Cablevisión y Multicanal sin preocuparse por la libre competencia. El oligopolio de la señal del fútbol se usaba para barrer a cables del interior sin reproche alguno. Y en 2007 se renovaron masivamente las licencias por diez años, sin razón fundada. El repentino cambio de 2008, más nos parece una pelea de socios, con ingredientes de divorcio.No es recomendable que un gobernante nos imponga una reforma, movilizado por odios emergentes. O por el modelo informativo que dejó en su provincia, donde sólo son independientes sitios web como Opi Santa Cruz. Y menos, con el ejemplo reciente del trato a los medios en Venezuela por su musa inspiradora. Inspiradora de payasadas como la del jueves. La ley debe reformarse, pero con seriedad.Hasta el domingo. Si Dios quiere.
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