CONTENCIÓN Y RESILIENCIA EN LAS RESIDENCIAS
Las infancias que no vemos y que más duelen en Gualeguaychú: abusos, drogas y familias violentas
En una fecha muy especial donde se celebra la niñez, vale la pena conocer y reflexionar acerca de la realidad de aquellos niños y niñas que vieron vulnerados prácticamente todos sus derechos y que atraviesan problemáticas muy dolorosas. En las residencias del Copnaf, acompañados por distintos profesionales, ellos transitan un proceso de recuperación interna y social para reinsertarse en la escuela y en las actividades que deseen realizar.
En vísperas de un nuevo Día de las Infancias, en el que por lo general se pone el foco más en el precio de los juguetes que en la crianza responsable, es necesario también hablar de aquellos que no tienen voz y que por lo general son invisibilizados.
Niños, niñas y adolescentes que lejos de contar con una pelota, una bici o una muñeca fueron violentados, abusados e iniciados en adicciones; por los que nadie hace nada y luego se pide que se baje la edad de imputabilidad para que vayan presos y pasen el resto de su vida como sus primeros años: hechos pedazos.
Érica Sola, asesora legal del Consejo Provincial del Niño, el Adolescente y la Familia (Copnaf) Gualeguaychú, sintetizó mejor el concepto: “Bajar la edad de imputabilidad no soluciona el problema, sino que lo agrava. Si vos te ponés a ver desde una perspectiva de infancia, un chico que no estudia y que roba es porque ha tenido una infancia donde queda corta la palabra vulneración de derechos. Generalmente, trabajamos con chicos que no solo son maltratados, sino que en la casa son transas (vendedores de drogas) o abusadores. Entonces, a ese chico que robó, y que los estudios demuestran que tampoco tiene el total discernimiento de lo que hace, lo metes preso a los 13 o a los 14 años le estás sumando más violencia a la que vivió de niño. Eso es muy cruel”.
Para tomar real dimensión de las atrocidades que sufrieron y sufren chiquitos de la ciudad, Érica Sola y Jordana Vallenari, la Coordinadora local del Copnaf, relataron algunas de las situaciones que han vivenciado.
“Se han rescatado bebés recién nacidos que pasan 2 o 3 días en un colchón con perros porque los padres no están o están muy drogados y no lo alimentan ni lo atienden”, revelaron, y dejaron en claro que “el Copnaf, cuando toma una medida excepcional, protege al niño de una situación de riesgo absoluta”.
Contaron también que han intervenido en casos en los que “una madre tiene consumo problemático, que se prostituyen delante de sus hijos para poder drogarse, que sus hijos ven eso y entre hermanos chicos muchas veces tienen conductas sexualizadas entre ellos”, y también ante “abusos sexuales de padres o padrastros que no creen las propias madres, que dicen que sus hijos están mintiendo”.
Obviamente, en cada intervención del Copnaf se vive un evento traumático para el niño y crítico en el trato con las familias, pero luego comienza el arduo trabajo para brindarles contención a esos menores y a la par de intentar generar condiciones dignas para que puedan volver con sus familias sin que se vuelvan a vulnerar sus derechos.
Acerca de este trato con las familias, Érica Sola comentó que “algunos vienen muy enojados cuando se toma la medida, pero después no vienen más. Los citamos para poder trabajar pero muchos no vienen. Hay familias con las que se puede trabajar y que te reconocen que les duele la situación, pero hay otras que no reconocen, por ejemplo, el consumo problemático ni que los niños no mienten cuando relatan abusos”.
“Tratamos de que esas problemáticas se resuelvan con acompañamiento y terapias, y que se excluya del hogar al violento o al abusador. Hay casos en lo que esto resulta y que la Justicia llega a tiempo con las medidas de exclusión del hogar y de protección. Entonces, en esos casos el niño puede volver”.
Por su parte, Vallenari acotó que “acá siempre se trabaja con familias y realidades muy complejas, por eso el deseo del chico prevalece ante todo. Cada situación es muy particular. El equipo interdisciplinario es quien siempre evalúa y decide”, precisó.
“Hay chicos que cuando ingresan y están en la residencia manifiestan que no quieren ver a su familia, y eso es difícil de explicarles a sus papás, pero tratamos de hacerlo. Hay muchos problemas de salud mental que resolver, pero hay muchas mamás y papás que viven como en una realidad paralela”, lamentó Sola.
Las residencias, un espacio de resiliencia
Del Copnaf Gualeguaychú dependen directamente dos residencias: León Torres y Manuel Alarcón.
“En la León Torres hay adolescentes mujeres que tienen permisos para salir y se manejan como cualquier adolescente en su casa. Dan aviso a las promotoras o a las directivas que van a salir, y dan un horario de regreso. Hay una tolerancia de dos horas para solicitar un pedido de localización. Sabemos que puede pasar de todo, pero generalmente vuelven a las pocas horas”, describió Vallenari.
“Las chicas tienen sus amigos, salen a bailar como cualquier adolescente, tienen una vida normal: van al colegio o al médico. Hay algunas que son más independientes que otras, que prefieren el acompañamiento de las promotoras. Depende de la personalidad de cada una”, detalló la coordinadora.
La asesora legal del Copnaf dejó en claro que “hay que entender que es una residencia a puertas abiertas. En la provincia hay dos residencias que son a puertas cerradas y que son para los casos más graves, pero estas son a puertas abiertas. Las chicas pueden salir como cualquier persona que sale de su casa, y también tienen sus límites, como en cualquier hogar”.
Por otra parte, en la residencia Manuel Alarcón hay niños y niñas. Al ser niños, sus salidas son organizadas y acompañadas por las promotoras, quienes los fines de semana los llevan a una plaza o al parque de diversiones.
“Lo primero que hacemos cuando un chico ingresa es devolverle sus derechos. Ellos están en esta situación porque tienen vulneración de derechos, graves en su mayoría. Entonces, el primer tiempo es de adaptación, de terapia, de escucha, de acompañamiento. Generalmente, las primeras acciones tienen que ver con la higiene y la alimentación, que es por donde se arranca”, puntualizó Sola, quien agregó que “en las primeras horas en las que el chico se tranquiliza, por lo general cuenta todo lo que pasó, y con el correr de los días no quiere saber nada del entorno en el que estaba”.
“Luego, los propios compañeros le muestran el lugar. Obviamente que los primeros días los transitan con angustia porque más allá de que están mejor, también están lejos de su familia y de su entorno conocido”, relató y marcó que “es un lugar de emergencia, los chicos luego se restituyen a un familiar, y si no hay posibilidades van a una residencia de permanencia, como por ejemplo la de Gilbert, que funciona con niños de hasta 12 años y tienen rutinas muy lindas”, destacó.
Según relataron ambas, los chicos van a la escuela y tienen actividades dentro y fuera de las residencias. Hacen deportes, hacen sus terapias e inclusive algunos quieren hacer muchas actividades más, mientras que otros que no. Al que le gusta cocinar va a un taller de cocina, al que le gusta el fútbol comienza a practicar el deporte. Todo eso se respeta. Además, dentro de las residencias se trabaja mucho sobre la educación sexual y los abusos, y todo lo que es promoción de derechos a través de juegos.
Una vez que transcurrió cierto tiempo, el equipo interdisciplinario del Alarcón decide si los menores vuelven con sus familias o si van a una residencia de permanencia.
“Hay chicos que entran felices a la residencia: los promotores se ponen la 10 y muchos nenes que le dicen papá, mamá, tío o tía. Con todas sus angustias los nenes son felices ahí adentro”, resaltó Coordinadora del Copnaf Gualeguaychú.
“El cambio en los niños es notable cuando tienen un plato caliente y una ducha. Pensar que chicos a los cuales nunca los habían bañado. Algunos de 9 años que parecen de 6, pero en los meses que están en las residencias cambian un montón”, valoró Érica.
“El equipo trabaja para que vuelvan con sus familias, y aunque muchas veces eso nos angustia, queremos que estén bien”, confesaron y remarcaron: “La vinculación con la familia, siempre que sea posible, se da, y se acompaña desde la residencia. Se les hace una torta para que puedan compartir en la residencia, se han hecho viajes, porque si las familias están acá y los chicos en una residencia de otro lugar de la provincia, nos organizamos para que puedan verse. También se da la vinculación con referentes familiares, que no los pueden tener en sus casas porque no tienen espacio físico o porque trabajan muchas horas. Entonces los visitan en la residencia. Cuando no se dan vinculaciones, que pasa comúnmente, es porque hay algo que no lo permite, como la violencia o abusos”.
Los delitos de adolescentes, las apuestas y las adicciones
Volviendo al origen de la nota, y para profundizar el debate acerca de qué se debe hacer con aquel menor de edad que delinque, primero es necesario conocer las realidades que atraviesan.
Como ya mencionamos, la amplísima mayoría proviene de un hogar con violencia, abusos sexuales y adicciones a las drogas. Y cuando llegan a adolescentes, con todo ese padecer a cuestas, son iniciados en los hurtos y robos menores.
“Hay algo que socialmente preocupa mucho, que son los delitos juveniles. También que el adolescente hoy entiende que la forma de generar plata es a través del casino, y se meten en casinos virtuales”, planteó Érica Sola.
La asesora legal dejó en claro que “los adolescentes no pueden estar presos, las penas siempre son resarcir el daño, reconocer que lo que hicieron está mal y de alguna forma resarcir a la víctima. Tenemos que trabajar para que entiendan que eso no se hace y que lo va a llevar por un mal camino”.
A su vez, marcó que “hay algunos casos excepcionales en el que se dictan prisiones preventivas por posible entorpecimiento de la causa, esas medidas si se van a cumplir en una residencia, pero nunca son por un plazo largo”. En estos casos, interviene directamente la Dirección de Adolescencias de Paraná.
Erica Sola explicó que “cuando hay un delito, como Copnaf lo que hacemos es un acompañamiento al adolescente en la integralidad de lo que es comprender la responsabilidad que implica cometer un delito, pero el juzgamiento lo va a hacer la Justicia. Se acompaña el plan de acción que le impone el juzgado para que ese chico se reinserte en la sociedad”, aunque lamentó que tienen poco éxito: “La solución es mucho más profunda y tiene que ver con lo cultural también, el cuidado de las infancias y de los adolescentes es responsabilidad de todos los ciudadanos”.
“La mirada de la sociedad ese niño es un delincuente, entonces no le dan trabajo, y no les dan otra alternativa que salir a robar. Los niños son sujetos de derecho y tenemos la obligación de acompañarlos. Se mira para otro lado y luego se echan culpas. Los cambios reales son culturales. Hay muchas personas que hacen un trabajo impresionante desde ONG’s”, opinó Jordana Vallenari, y confió que “le dije a una chica de una ONG nueva que se llama ‘Crianza Compartida’ que lo que hacen es tremendo y muy agradecido. Ponen todo de ellos muchas veces para lograr un cambio chiquitito, pero si todos pensáramos así desde nuestro humilde lugar cambiaríamos un montón de realidades”.
Pese a que esta reflexión final era un muy buen cierre para la nota, vale mencionar por último el protocolo de acción con respecto a las adicciones: los adolescentes que tienen consumo problemático ingresan a una comunidad terapéutica, tienen que brindar su consentimiento y se hacen las evaluaciones psicológicas y psiquiátricas.
La internación es voluntaria, por lo que desde el Copnaf cuando no se quieren internar “tratamos de acompañarlos con un programa y se trata, pero en la mayoría de los casos van a una comunidad terapéutica en Buenos Aires”, comentó la Coordinadora del instituto, que destacó que “se trabaja mucho con Sedronar y con el Hogar de Cristo, ya que hay chicos que no reconocen su problemática”.
Lo cierto es que en este Día de las Infancias es bueno recordar que no todos los niños, niñas y adolescentes caen en el estereotipo de la inocencia y los ambientes amorosos y felices. Son muchos los que viven una realidad inmerecida y dañina, y es en estos casos donde el Estado –a través de organismos como el Copnaf– debe realizar y comenzar con una tarea titánica para tratar de darle un futuro mejor a esos menores que ven vulnerados la gran mayoría de sus derechos.