BIODIVERSIDAD Y CONSERVACIÓN
Las especies extintas y amenazadas de nuestra fauna autóctona y los esfuerzos por recuperarlas
A pesar de que Entre Ríos rebosa de vida silvestre, muchas de las especies que alguna vez habitaron esta región se han visto desplazadas, mientras que otras corren ese riesgo al día de hoy. En este contexto, las reservas naturales y la iniciativa de instituciones y especialistas apuestan por preservar y reintroducir ejemplares autóctonos.
Con sus ríos, humedales, montes y vastas extensiones de llanura fértil, Gualeguaychú y sus alrededores son sinónimo de naturaleza. Sin embargo, la injerencia del hombre y las especies invasoras amenazan con alterar los ecosistemas naturales y el equilibrio poblacional de nuestra fauna autóctona, poniendo en riesgo su presencia en la región y -en algunos casos- su mismísimo hábitat. Para conocer el panorama actual de las especies en peligro y los esfuerzos por protegerlas, Ahora ElDía conversó con dos ingenieros agrónomos abocados a la vida silvestre en la zona: el naturalista Ladislao Földesi y el coordinador de la Reserva El Potrero Ariel Amoroso.
“La heterogeneidad de ambientes, ecorregiones y sus ecotonos generan en Entre Ríos una multiplicidad de factores benéficos para la biodiversidad”, explicó Földesi, quien recordó que “en los pastizales y montes abiertos solían habitar mamíferos como el venado de las pampas; en los palmares de Yatay del Norte del Departamento de Gualeguaychú, sobre el río Uruguay, volaba el guacamayo glauco; en las selvas en galería, habitaba el Yaguareté; y en los humedales, el ciervo de los pantanos, del cual subsiste una pequeña población al sur de la provincia”. También consideró probable que haya habido guanacos, “ya que habitaban en todos los dominios biogeográficos de Argentina”. “El puma y el aguará guazú eran mucho más frecuentes; sin embargo, estos también se están registrando cada vez más seguido en la región. No existía el ciervo axis, ni el jabalí, que son exóticos e invasores del territorio”, observó.
Aunque muchas especies emblemáticas ya no habitan el territorio, la lista de aquellas que al día de hoy presentan un buen estado de conservación, afortunadamente, es muy alta e incluye una variedad que va desde un sinnúmero de aves al zorro de monte y zorro gris. Así lo indicó Amoroso y aclaró que, de todas formas, la cantidad de ejemplares de una especie no necesariamente implica que todo esté bien, ya que los ecosistemas poseen un equilibrio que los regula. “El yaguareté -que históricamente habitó la zona- era el que controlaba la población de carpinchos. Hace mucho tiempo que ya no está y la única amenaza que tiene hoy el carpincho -y es grave- es el furtivismo; pero así y todo tiene una tasa de reproducción muy alta y hay un montón de ejemplares”, comentó.
A su vez, señaló que, aunque “los herbívoros -que están en la base de la pirámide- son los que muchas veces gozan de buena salud y hay en buena cantidad”, en ocasiones también se ven seriamente amenazados, por lo que la falta de depredadores en su ambiente no lo es todo. Tal es el caso del guazuncho (conocido también como corzuela parda), un emblemático ciervo sudamericano que, según el relato de lugareños, en las últimas décadas prácticamente desapareció de nuestra zona; y del tordo amarillo, que se encuentra en un estado de amenaza importante a lo largo y ancho del país.
Por su parte, Földesi explicó que “existen otras especies que por características naturales no son abundantes, lo cual no hace que directamente estén amenazadas”. Y siguió: “Otras por el contrario fueron más abundantes en nuestro departamento y sin embargo hoy son difíciles de encontrar o directamente desaparecieron, como por ejemplo el ciervo de los pantanos, el venado de las pampas y el cardenal amarillo. También está la combinación de ambas características anteriores; es decir, existen especies poco abundantes y que además están amenazadas. Esto suele pasar con grandes depredadores como algunas aves rapaces y felinos o con especies especialistas, aquellas que necesitan interactuar con otras pocas especies -o hasta con una única- para su normal desarrollo de vida. Por ejemplo, hay especies de aves en Entre Ríos, como los capuchinos, que solo se alimentan de semillas de pastos y anidan en pastizales; si no hay pastizales, se irán desplazando hasta desaparecer por las dificultades que se le imponen”.
Las condiciones de desplazamiento del guazuncho y de amenaza del tordo amarillo se deben a diversos motivos. Según indicó el coordinador de El Potrero: “La mayor parte de las veces se debe a la pérdida o transformación del hábitat. Cuando vemos una topadora arrasando el monte chaqueño nos duele, pero vemos un pastizal transformándose en un sistema productivo y no nos parece para tanto. Sin embargo, los pastizales contienen y sostienen poblaciones y especies que son exclusivas de ese ecosistema, y el pastizal argentino hoy es uno de los más amenazados. Eso hizo que retrocediera muchísimo la población del tordo amarillo hasta casi extinguirse en el país. Otra de las razones es que una vez que empezó a escasear, comenzó su cacería y mercado ilegal”.
En el caso del guazuncho, sus hábitos solitarios y su temperamento tímido lo han hecho más vulnerable a la cacería y al comportamiento dominante del ciervo axis, una especie introducida originaria de la India que se mueve en grandes grupos y prolifera en los campos entrerrianos. “En Gualeguaychú ha avanzado muchísimo, y de manera preocupante, la población de ciervo axis; y si bien no ataca al guazuncho directamente que es más pequeño, tímido y solitario, probablemente prefiera abandonar el lugar para buscar otra área donde no haya tanta invasión”, indicó Amoroso.
En esa línea, Földesi aportó: “La irrupción de especies exóticas es como contaminar, pero con organismos vivos, los cuales se saltean algunos o todos los filtros ecológicos (dispersión, ambiente abiótico e interacciones) generando ventajas sobre las especies que coevolucionaron en el lugar ganando la competencia. Esta es otra de las grandes razones por la cual en todo el mundo se pierden especies”.
Afortunadamente, distintas iniciativas en la región buscan preservar la fauna autóctona y reintroducir aquellas especies que se perdieron. “Desde El Potrero estamos haciendo esfuerzos por volver a reasilvestrar al guazuncho en esta zona. También estamos trabajando en cuidar las últimas poblaciones del tordo amarillo que quedan en la Argentina, que se estima en tan sólo mil ejemplares. Hace más de 15 años que venimos trabajando en colaboración con Aves Argentinas y con el Conicet”, contó Amoroso, y agregó que algo similar están haciendo con el yacaré overo: “Esta es una zona donde antiguamente hubo yacarés; hace muchísimos años que desaparecieron y de a poco empezaron a regresar. Este año hemos tenido anidación exitosa, con eclosión de pichones, y diría que es el registro más al sur del continente”.
Foldesi apuntó: “Las actividades productivas del humano y las ciudades en Entre Ríos han modificado el ambiente originario quedando de manera relictual algunos espacios naturales bien conservados, como el Parque Nacional El Palmar y Pre Delta, la Reserva El Potrero, campos y reservas privadas, márgenes de ríos, etcétera. En esos lugares podemos encontrar salud en composición de especies y abundancia. Existen ONGs e instituciones -como la Fundación Azara, Aves Argentinas, el Conicet y el INTA- que trabajan en la provincia divulgando la investigación y la conservación, y en algunos casos también la regeneración. La producción y la conservación/protección pueden ir de la mano, en primer lugar debatiendo los temas, mejorando las prácticas, ampliando el conocimiento y la divulgación de las formas correctas de producir, colaborando con quienes protegen el ambiente”.
Reservas naturales: un santuario para la vida silvestre
Gualeguaychú cuenta con ocho reservas naturales que albergan importante cantidad de especies animales y constituyen un hábitat seguro para nuestra fauna autóctona. Cinco de ellas son privadas, y otras tres están en manos del Estado. El Potrero de San Lorenzo, La Serena del Gualeyán, Termas del Guaychú, Senderos del Monte y La Estopona pertenecen a particulares; mientras que la reserva Las Piedras, el Parque Florístico y la Isla Banco de la Inés dependen las dos primeras del Municipio y la última de la Provincia.
Parque Florístico: Localizada en la zona del Mangrullo del Parque Unzué, es la más cercana al centro de la ciudad. Permite la observación de gran cantidad de especies de aves propias del pastizal, del monte y de los humedales.
El Potrero: Con 18.112 hectáreas de extensión, la reserva tiene registradas alrededor de 50 especies de anfibios y reptiles, 285 de aves y 30 de mamíferos. También cuenta con 596 especies botánicas, incluyendo desde herbáceas, arbustos y arbustivas y árboles de gran porte.
Las Piedras: En sus 312 hectáreas protegidas destacan la presencia de insectos, batracios y -sobre todo- las aves, que superan las cien especies. El valor ornitológico de esta reserva radica en ofrecer especies de aves de pastizal consideradas amenazadas a nivel global, como la Monjita Dominicana.
Senderos del Monte: Desde zorros y pasionarias, hasta lagartos overos y orquídeas, esta reserva de 25 hectáreas alberga conserva y protege especies de fauna y flora propias del humedal, el monte ribereño, el pajonal y la costa del arroyo La Capilla.
La Serena del Gualeyán: Esta pequeña reserva ubicada en una zona de quintas en las afueras de la ciudad, cuenta con especies como la garza blanca, pato barcino, caracolero, ipacaa, tero, hornero, alilicucu, carpintero campestre y blanco, y la lechuza vizcachera.
Termas del Guaychú: Sus 100 hectáreas de montes nativos en estado virgen dan hogar a mamíferos como el carpincho, el zorro colorado, el aguará popé, el gato montés y el hurón. Además, se pueden observar numerosos insectos, reptiles, anfibios y aves.
La Isla Banco de la Inés: Es la última isla argentina hacia la desembocadura del río Uruguay, lo que la hace la última estación para las especies (animales y vegetales) que descienden desde los trópicos y la primera para los peces que ingresan por el sistema Río de la Plata hacia el Norte.
La Estopona: Sus 2.000 hectáreas junto al río Uruguay, dan lugar a una importante variedad de flora y fauna nativa, principalmente aves.